Ensayo de una historia de Orizaba: Cuarta parte: Capítulo VIII

Nota: Se respeta la ortografía original de la época



VIII.


Menguas del comercio en Orizaba.—Causas que las perjudicaron.—Terremoto de 1696.—Sus consecuencias.—Omiquila funda la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe.—Emigracion de este barrio.




Los años de 1654 y 55 fueron muy calamitosos para el comercio todo de México. Nuestro golfo se vió lleno de piratas, cuya audacia llegó á tal punto que, á vuelta de pocos años, se posesionaron de Veracruz, que fué víctima de su rapacidad[1].

El P. Cavo en sus Tres siglos de México, refiere así las causas que produjeron las grandes pérdidas que esperimentó el comercio, y que influyeron poderosamente en el bienestar de Orizaba.

“Desde 1655 comenzaron las pérdidas que el comercio de la Nueva—España y de las islas experimentaron, que hasta entonces habia sido interrumpido de los extrangeros; mal que en su orígen vino de un inglés que estuvo en Méjico y en Quauhtemala por muchos años, y que se ha continuado por ingleses, franceses y holandeses, aumentándose siempre que se mueve guerra contra España y las demás naciones. Para aclarar esta verdad, que tanto interesa á la historia de Méjico, es necesario tomar las cosas de atras. Desde el año pasado, los ingleses sin estar en guerra con los españoles, pirateaban en el seno mejicano y en las islas: nuestra corte se quejó al protector de estas hostilidades; pero no consiguió la satisfaccion que pedia. Tratábase á la sazon de hacer liga con la Francia contra España, que no se concluyó. En este es tado ni de paz ni de guerra con los feligreses se hallaba la Nueva—España, cuando arribó á Londres el célebre Tomás Gage, que largo tiempo estuvo en Méjico, y muchos años de ministro de una de las doctrinas del obispo de Quauhtemalan. Este religioso, que segun confiesa en su viaje[2], habia juntado cuatro mil pesos en piedras preciosas y perlas y tres mil en pesos, se volvia á su patria con pretexto de acudir á los católicos; pero en la navegacion su fragata fué apresada de un mulato que llamaban Dieguillo, que mandaba una division de la escuadra del célebre corsario holandés Pié de Palo. Despojado de la mayor parte de sus haberes, volvió á la costa, de donde fué á la Habana, de aquí á la España, y despues á Inglaterra. Este, pues, religioso apóstata, con el gran conocimiento que habia adquirido de las pocas fuerzas que los españoles tenian en aquellos tiempos, así en las islas como en la tierra firme, y acaso tambien llevado del odio que muestra á una nacion á quien tantos favores debia, luego que llegó á Londres representó á Cromwell que con una fuerte escuadra y pocas tropas de tierra era muy fácil desposeer á los españoles de las islas de la América, y que ocupadas éstas, debia rendirse el continente ó parte septentrional, pues los navíos que de España iban en socorro de aquellas colonias, debian hacer el viaje por en medio de las islas. Para hacer mas plausible su proyecto, no dudo que llevaria el plano de las fortificaciones que habia y que á punto fijo llevaria anotado tambien cuánta era la guarnicion de Cuba y de la Habana, donde acababa de estar. El Protector lo oyó con gusto, y se aprovechó de sus informes, no solo por la razon comun de que las demas naciones y mucho mas los ingleses en aquellos tiempos se comian de envidia de ver que los españoles casi solos disfrutaban las riquezas de la América, sino mucho mas porque habia gastado en perseguir á los católicos las rentas del erario, temia pedir al parlamento nuevos subsidios. Así que esta ocasion la abrazó no de otra manera que si con los des pojos de los españoles hubiera de afianzar su tiranía. Para el logro de esto, mandó aprestar, sin que nadie entendiera su destino, una fuerte escuadra de treinta naves de guerra al comando del almirante Penn, en la cual se embarcaron cuatro mil soldados escogidos, con golpe de aventureros, cargo del coronel Venables, que debia dirigir las operaciones de tierra.”

Orizaba, que entonces, como ahora, recibia sus aumentos del comercio, permaneció estacionaria, y en mas de medio siglo, es decir, de 1655 á 1709, nada fué bastante para que lograra mayores ventajas, y antes bien sufrió pérdidas muy sensibles. En la expedicion de que hablamos, que dirigió el gobierno inglés contra las posesiones españolas, y que dieron por resultado la toma de Jamaica, por los ingleses, el gobierno de México mandó un auxilio de tropas á las Islas. Para esto dió Orizaba su contingente: la expedicion tuvo mal éxito, y no pocas familias orizabeñas vistieron luto, por la pérdida de algun deudo, muerto en el desastre que sufrieron las armas españolas.

En 1696, 26 de Agosto, un horroroso terremoto, que se sintió en todo México, vino á aumentar las aflicciones de la poblacion.—Los edificios de Orizaba sufrieron graves deterioros en su mayoría; pero los que mas los sintieron, hasta venirse á tierra por completo, fueron la Iglesia y el Hospital de San Juan de Dios. Este incidente lamentable consternó á la poblacion, que al punto procuró reedificar aquellos edificios.

Ese año mismo se comenzó la construccion de la actual Iglesia de San Juan de Dios y el Hospital que conocemos, arruinados hoy casi del todo. El temor de que ocurriera otro terremoto semejante, inspiró á los interesados, la idea de hacer el Hospital de solo un piso; y no será extraño que á esa misma causa se deba el que en lo antiguo aquí no se edificaran casas de dos ó mas pisos.

La obra se concluyó hasta 1763, gracias á los empeños del ilustrado cura D. Francisco Antonio de Illueca, que logró entusiasmar al vecindario á tal punto que bien luego se proporcionaron recursos para concluirla. Con los que se comenzó la obra fueron: 300 pesos que importó la venta de un esclavo del Hospital; las limosnas de los vecinos; las multas que el Alcalde mayor D. Juan Tomás Trujillo, imponia “á los incontinentes y á otros de igual naturaleza. Contribuyeron muy eficazmente D. Diego Francisco Mazuelos, D. Luis de Tápia y D. Diego Montes Argüelles, hasta su fin y remate.[3] En todo ese tiempo no ocurrió en Orizaba otra cosa que sea digna de referirse: en las alarmas que con harta frecuencia esperimentaba el puerto de Veracruz, á causa de las expediciones de los piratas que infestaban las aguas del Seno Mexicano, su vecindario ponia á disposicion del gobierno algun recurso pecuniario, cuando no alguna compañía de soldados nativos de estos lugares.—Todo, pues, ese período fué estéril en beneficios, como pródigo en contratiempos.

En 1709 “algunos indios de este varrio que ellos llaman de Omiquila consiguieron licencia del Ilustrísimo señor D. Pedro Nogales, digníssimo obispo que fué de este Obispado, para hacer una capilla de Nuestra Señora de Guadalupe en que se les dixese missa los dias festivos, porque la distancia hasta la Parrochia no les embarasase el cumplimiento del precepto, porque lo cenagoso de este sitio, y los pantanos que mediaban hasta la Parrochia particularmente en tiempo de aguas, les hacia dificil ir á ella á oir missa.”[4]

Estas fueron las razones que alegaron los indios de Omiquila, congregados allí desde 1661, para fundar su iglesia.

Humildísimo fué el templo que levantaron, y la curiosa relacion antigua que tenemos á la vista nos la describe de esta manera.

“Era la Capilla tan pobre que su fàbrica fué de barro y cuilotes sobre unos Orcones, cubierta de teja vana, sin mas sachristia ni torre que un arbol que estaba á la puerta de dicha Capilla en donde colgaron una campanita para llamar á misa: el adorno era un lienzo de pintura de Nuestra Señora de Guadalupe sobre un mostrador que servia de altar con un frontal de pintura, unos manteles de Ruan, quatro candeleros de palo, una Ara tan pequeña que escasamente cabia el caliz y patenas (cuio defecto costó la vida á un sacerdote por aversele derramado el sanguis, celebrando missa en ella) una palia de lienzo, dos casullas viejas que les dieron de limosna, etc, etc.”

Un indio ciego, llamado Domingo de Ramos, cedió el solar en que se estableció la capilla, y se encargó de cuidarla, manteniéndose con las limosnas que recogia de los vecinos para el sostenimiento del culto.

Doce reales pagaban los dias festivos los vecinos del barrio por la misa que iba á celebrar en la capilla, un sacerdote de Orizaba, como decian, pues en esta época desde la Parroquia hasta la Concordia, estaba completamente despoblada toda esa parte te de la ciudad.

Por espacio de tres años los indios, que formaban la mayoría del barrio, asistieron fervorosamente á la capilla: mas sea por lo insalubre del temperamento ú otra causa cualquiera, es lo cierto que se fueron á establecer (en 1712) cerca de Santa Gertrudis, en el punto en que está hoy Barrio-Nuevo, nombre que lleva desde entonces esa reducida aldea.

La capilla, apesar de los esfuerzos de algunos vecinos de razon que vivian en el barrio de Omiquila, fué de mal en peor: “esperimentó tal deterioro—dice un manuscrito—que caidas las puertas se tapaban de noche los huecos con unos pedazos de tarima para que no entrasen los animales.”[5]

Aunque en Omiquila se habian establecido algunos vecinos de razon, la ausencia de los indígenas fué mas que suficiente pa ra que todo ese rumbo quedara casi despoblado.—Creemos que esta emigracion, se debió en gran parte á lo insalubre de toda esa parte de la ciudad, en que abundan tanto los terrenos cenagosos; pero es tambien indudable que los indios se alejaron de allí, porque la poblacion española se iba acercando, queriendo mezclarse á la suya, lo que siempre trataron de evitar aquellos, con su nunca desmentida constancia y terquedad. Para nosotros, fué esta la causa verdadera y oculta, y lo que dejamos apuntado primero, el pretesto que alegaron para dar visos de legitimidad á su nueva desercion




  1. Lorenzillo se apoderó de Veracruz en 1683.
  2. Tomás Gage, de orígen inglés, nació á fines del siglo XVI. Vino de fraile domínico á las Américas, y escribió la relacion de sus Viajes, cuya publicacion causó en Inglaterra y el resto de Europa mucho efecto. Sus Viages, que acabo de leer al escribir esta Nota, contiene observaciones bastante juiciosas; pero al mismo tiempo abunda en inexactitudes, y mas, al tratarse de las comunidades religiosas, á quienes trató de presentar odiosamente. Sus desahogos están justificados, con la abjuracion publica y solemne que hizo del catolicismo, al regresar á Inglaterra. Por lo demás su obra, fuera de los reniegos del apóstata, puede servir en mucho al que la lea fria é imparcialmente, por sus observaciones, que, como he dicho, son bastante juiciosas cuando no se refiere á las órdenes monásticas.
  3. Su costo, segun un informe antiguo que poseemos MS., se calcula en $ 55.000.
  4. Fundacion de la Concordai. M S.
  5. Fundacion de la Concordia, por el Br. Gambino.