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Nacional, Partido (Montt-Varista)
Artículo de la Enciclopedia Chilena

Este artículo es parte de la Enciclopedia Chilena, un proyecto realizado por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile entre 1948 y 1971.
Código identificatorio: ECH-2840/14
Título: Nacional, Partido (Montt-Varista)
Categoría: Partidos políticos


PARTIDO NACIONAL
(Montt-Varista)


Historia.-

En las postrimerías de su primer período presidencial, el Presidente don Manuel Montt continuaba siendo fuertemente apoyado por el grupo o Partido Pelucón, que había asumido plenamente el gobierno desde la Batalla de Lircay.

Sin embargo, ya en esta época empezaron a tomar cuerpo divergencias dentro del poderoso Partido, las que incidían especialmente en materias de caracter religioso. Un grupo, de caracter religioso, quería imprimir al gobierno y al Partido una tendencia clerical; y el otro, de caracter laico, quería una separación total entre los asuntos de gobierno y los religiosos. Esta división se hizo presente en algunos incidentes, tales como el del Instituto Nacional y el de los jesuítas (Véase Partido Conservador).

Las discrepancias llegaron a un punto álgido en la llamada "Cuestión del Sacristán". En Enero de 1856 fué destituido en la Catedral el sacristán Pedro Santelices, que había faltado gravemente al respeto al Presbítero don Francisco Martínez Garfias. El sacristán reclamó ante el Cabildo eclesiástico y los Canónigos integrantes de él lo repusieron en su cargo. Se reclamó de este acuerdo ante el Vicario General don Vicente Tocornal, quien declaró que la medida tomada en contra del sacristán era legítima y que éste debía considerarse definitivamente expulsado. Los canónigos recurrieron entonces al Arzobispo, para que resolviera. El Vicario Aristegui, que gobernaba la Dicocesis, por ausencia del Arzobispo, ordenó a los Canónigos dar cumplimiento a lo acordado, conminándolos con suspensión "a divinis". Dos de los canónigos, don Juán Francisco Meneses y don Pascual Solís de Ovando, no aceptaron esta resolución y apelaron, siempre en trámite eclesiástico. Como la apelación les fué concedida sólo en el efecto devolutivo, o sea, sin suspender los efectos del fallo apelado, interpusieron recurso de fuerza ante la Corte Suprema.

El solo hecho de llevar ante un Tribunal civil un asunto que la autoridad eclesiástica consideraba exclusivamente espiritual, dio mayor gravedad a la situación. El Arzobispo hizo presente esta situación desde el primer momento, sosteniendo que la autoridad civil no podía inmiscuirse en asuntos enteramente espirituales, como era, en especial, la suspensión impuesta a los Canónigos. La Corte Suprema, sin embargo, después de una lenta tramitación, acogió el recurso de los Canónigos.

Como contestación a lo resuelto, el Arzobispo Valdivieso organizó la Sociedad de Santo Tomás de Canterbury, que en el fondo tenía por objeto luchar por la independencia de la Iglesia. Luego, procedió a desobedecer el fallo de la Corte, manteniendo vigentes los acuerdos y la suspensión de los Canónigos. Se produjo un cambio de notas entre el Gobierno y el Arzobispo, cortés en la forma; pero agrio en el fondo. La Corte, a su vez, conminó al Arzobispo a obedecer lo resuelto, bajo apercibimiento de destierro y ocupación de sus temporalidades.

A esta altura de los acontecimientos, se produjo una verdadera conmoción nacional, en la que participaron elementos políticos, el clero, sociedades religiosas, las señoras de Santiagos, etc. Se quiso ver un claro propósito de persecución religiosa y se formó el ánimo de defender a todo trance al Arzobispo. Por fin, cuando ya parecía inminente el destierro del Arzobispo, los Canónigos se desistieron del recurso y el problema fué en parte solucionado.

Este acontecimiento, en apariencias pequeño, habría de tener las más insospechadas consecuencias políticas. Un numeroso grupo de pelucones, partidario del Arzobispo y de sus puntos de vista, se alejó del Gobierno, para constituirse en grupo político con base religiosa y clerical. Así nació el Partido Conservador (Véase). En cambio, otro grupo de pelucones, permaneció fiel al Gobierno y a sus principios y dió origen a un nuevo Partido, que se llamó "Nacional".

Los pelucones que permanecieron fieles al Gobierno constituyeron, pues, el Partido Nacional, con caracter laico y opuesto a la supremacía eclesiástica sobre el poder civil. El Presidente Montt, según el testimonio de un cronista de la época, "siempre había acariciado el propósito de crear un Partido nuevo dando un poco de ensanche a los horizontes pelucones, creyó que la hora había llegado y se puso a la obra".

Con el amparo del propio Presidente Montt y dirigido especialmente por don Antonio Varas, se empezó la organización del nuevo Partido. Fué llamado "Partido Nacional", porque se le consideró defensor de los derechos nacionales, frente a la tendencia que se consideraba "romana" de los clericales. Más tarde, fué llamado también Partido Montt-Varista, en homenaje a sus principales sostenedores.

El 26 de Diciembre de 1857, se dirigió un Manifiesto al país, manifestándose el propósito de organizar este Partido y exponiéndose los puntos principales de su programa. Era firmado, entre otros, por los señores Diego José Benavente, Borja Huidobro y Domingo Matte.

El 31 del mismo mes, se verificó una amplia reunión y en ella te dio por formado el "Partido Nacional".

La base doctrinaria del nuevo Partido era, en esencia, las ideas que habían sustentado en el gobierno el Presidente Montt y el Jefe de su Gabinete durante todo el primer período, don Antonio Varas, o sea, el mantenimiento del orden público, el progreso material e intelectual y la independencia y supremacía del poder civil sobre el eclesiástico en materias de gobierno. Su lema fué "Libertad en el Orden".

Algunos de los principales puntos concretos del Programa, podemos resumirlos en la siguiente forma:

1.- El afianzamiento del orden es la base fundamental de la República y debe ser impuesto por el principio de autoridad y por el hábito de respetarlo.

2.- Un Gobierno fuerte es la única manera de afianzar el orden.

3.- Sólo cuando se consolide el principio de autoridad y el orden, puede pensarse en reformas políticas.

4.- Debe mejorarse al individuo, inculcándole hábitos de trabajo, moralidad, conciencia cívica, etc.

5.- En las relaciones con la Iglesia, debe ser mantenido el sistema de Patronato, como parte integrante de la soberanía nacional.

Puede apreciarse que el programa Nacional tenía muchos puntos de contacto con el de los antiguos pelucones. No fué raro, por eso, que panegiristas de la época dijeran que Montt era el continuador de Portales y que "el Partido Nacional fué el heredero de los pelucones surgidos el año 30 en Lircay".

El nuevo Partido apoyó invariablemente al Presidente Montt durante todo el resto de su Gobierno. En cambio, el grupo pelucón, que se había retirado de él a raiz de la cuestión del sacristán], se sumó a la oposición violenta que hacían los liberales; y a poco habría de surgir la "Fusión Liberal-Conservadora" (Véase). La oposición era agitada e intensiva y se llegó incluso a pensar en derrocar al Presidente Montt, estallando motines y revoluciones que causaron trastornos de importancia y conmoción pública.

En las postrimerías de su gobierno, el Presidente Montt trató, sin embargo, de reagrupar nuevamente a los elementos pelucones, iniciando gestiones secretas de reconciliación, después del triunfo de Cerro Grande obtenido en contra de los revolucionarios.

Los conservadores se manifestaron llanos a esta reconciliación, siempre que se hiciera sobre la base de un candidato presidencial salido de sus filas. Los señores Rafael Larrain Moxó y Fernando Lazcano, en representación de los conservadores, iniciaron conversaciones sobre el particular con el Presidente Montt y propusieron la candidatura del ex Presidente general Manuel Bulnes, que fué aceptada de inmediato por Montt, quien manifestó que también aceptaría la de don Manuel Antonio Tocornal. Sin embargo, elementos extremistas del Partido Conservador manifestaron su desaprobación por estas gestiones y desautorizaron a los señores Larrain y Lazcano, con lo cual las gestiones no tuvieron éxito.

Entre los nacionales surgió entonces la candidatura presidencial de don Antonio Varas, que se consideró como la manera más viable de continuar la tendencia política del gobierno de Montt y del propio Partido. Tal candidatura encontró amplia acogida en el país, por lo que se consideraba una posibilidad cierta de triunfo.

El Directorio del Partido Nacional se reunió en casa de don Matías Cousiño en Diciembre de 1860, con el objeto de adoptar un acuerdo oficial al respecto. Casi unanimemente, los asistentes se inclinaron por don Antonio Varas, quien quedó así oficialmente proclamado como candidato del Partido. Una comisión formada por los señores José Tomás Urmeneta, Silvestre Ochagavía, Domingo Matte, Francisco Javier Ovalle y Manuel José Cerda, fué encargada de comunicar este acuerdo al candidato y al Presidente Montt, a quien se consideraba como Jefe del Partido.

Montt se manifestó contrario a la candidatura de Antonio Varas, que a la sazón era nuevamente Ministro del Interior, manifestando que se necesitaba otra persona que apaciguara los ánimos. Antonio Varas, a su vez, se negó terminantemente a aceptar.

A todo esto, la candidatura de Antonio Varas había prendido vigorosamente en todo el país y nadie se conformaba con su negativa. Sus partidarios organizaron un gran banquete el 6 de Enero de 1861, en el que se insistió en su candidatura y se aclamó en forma delirante a su persona. Por los mismos días se formó un Comité para los trabajos electorales, que quedó formado por los señores Domingo Matte, Manuel José Balmaceda, José Manuel Guzmán y Manuel Alcalde. Don Antonio Varas insistió en su negativa y como se pretendiera elegirlo aun sin su consentimiento, expresó que en tal caso se expatriaría de Chile.

Hubo, pues, el Partido Nacional de resignarse a desistir de la candidatura Varas y desde ese momento empezó a estudiar otra solución.

En Marzo de 1861 se realizaron elecciones parlamentarias y en ellas el Partido Nacional obtuvo un resonante éxito y puede decirse que triunfaron sin lucha en todo el país, obteniendo la mayoría de ambas Cámaras.

El problema presidencial fué resuelto por el Partido Nacional con la candidatura de don José Joaquín Pérez. Fué propuesta por don Manuel Montt y por don Antonio Varas, por considerar que era la más apropiada para obtener el apaciguamiento que se buscaba. El Directorio del Partido Nacional, reunido can fecha 2 de Abril de 1861, en casa de don José Manuel Guzmán, aceptó esta proposición y proclamó la candidatura del señor Pérez.

Don José Joaquín Pérez fué elegido Presidente de la República, sin lucha y con el apoyo expreso de un connotado grupo de liberales opositores. Inició su Gobierno el día 18 de Setiembre de 1861.

Consecuente con las razones políticas que habían prohijado su candidatura, Pérez trató de producir armonía y su primer Gabinete, presidido por don Manuel Alcalde Velasco fué de conciliación y trató de representar a todas las tendencias. Dentro de los mismos propósitos, fué promulgada el 18 de Octubre una ley de amnistía.

Sin embargo, el Partido Nacional no se conformaba a que el poder escapara de sus manos; y a poco andar se manifestó en desacuerdo con el Gabinete. En especial, se produjeron dentro del Congreso, en el cual los Nacionales tenían abrumadora mayoría, dificultades con el Ministro de Hacienda don Manuel Rengifo Vial. Hubo también serias dificultades en la provisión de los empleos públicos, pues mientras liberales y conservadores querían también participar en ellos, los nacionales se sentían amagados cada vez que un cargo era ocupado por algún miembro de otro partido. Se produjo también un distanciamiento entre el Presidente Pérez y don Manuel Montt. Como consecuencia de la nueva situación política planteda, el Presidente Pérez se separó de los nacionales y organizó un nuevo gabinete de liberales y conservadores, unicamente, que asumió sus funciones el día 9 de Julio de 1862. Se iniciaba, así, el gobierno de la Fusión Liberal Conservadora (Véase), que habría de acompañar al Presidente Pérez durante toda su gestión presidencial. El Partido Nacional, al mismo tiempo, abandonaba el gobierno y habría de pasar a la oposición.

Una nueva etapa se inicia ahora para el Partido Nacional. Fuerte aun y contando con mayoría en el Congreso, habría de hacer pesar su acción durante mucho tiempo. Don Manuel Montt, aunque algo alejado del campo de acción directo, continuó siendo la cabeza del Partido durante largo tiempo.

Sin embargo, la situación política del Partido Nacional empezó a decrecer, aun cuando en la oposición, y según el decir de un contemporáneo, "siguió la corriente de los tiempos: se liberalizó". Su oposición, fue, sin embargo, mesurada. De acuerdo con sus principios de respeto al orden y a la autoridad no fueron obstruccionistas indiscriminados, sino que prestaron, a veces, su apoyo al gobierno en lo que consideraban de interés público; y lo atacaron en lo que consideraban contrario a dicho interés.

En las elecciones parlamentarias de 1864, como era de presumirlo, la mayoría correspondió a la Fusión Liberal Conservadora que apoyaba al Gobierno. El Partido Nacional perdió su situación supremacía y quedó en franca minoría. Sin embargo, lograron ser elegidos los principales personeros Nacionales, entre ellos los señores Manuel Montt, Antonio Varas, Jerónimo Urmeneta, José Eugenio Vergara, Miguel Cruchaga Montt, Waldo Silva, Jovino Novoa, Manuel José Balmaceda, etc.

En 1866, al expirar el primer período presidencial de Pérez, no obstante la costumbre de la época de reelegir al Presidente en ejercicio, el Partido Nacional, influenciado por don Manuel Montt, trató de hacer prender la candidatura del general don Manuel Bulnes, que era bien mirada por los conservadores y que logró atraer a algunos grupes de ellos. Sin embargo, el hábito político de la época y la mala salud de Bulnes (que falleció poco después), fueron factores decisivos y resultó elegido Presidente nuevamente don José Joaquín Pérez.

Mientras tanto, se había producido un acercamiento entre el Partido Nacional y el Partido Radical, de reciente formación, ya que ambos se encontraban en la oposición. En las elecciones parlamentarias de 1867, los partidos de oposición, o sea, nacionales y radicales, que se encontraban muy debilitados, decidieron presentar candidatos y dar batalla electoral unicamente en determinadas localidades, en las cuales su situación era francamente favorable. El gobierno pudo obtener así una abrumadora mayoría, resultando los elegidos casi en su totalidad liberales o conservadores. Unicamente resultaron elegidos los opositores señores Varas, Gallo, Claro Cruz, Matta, Arteaga Alemparte y Saavedra.

En 1868 fué presentada a la Cámara una acusación en contra de la Corte Suprema, que era presidida por don Manuel Montt y que se consideraba como el último reducto de los montt-varistas. La acusación se fundaba en "notable abandono de sus deberes"; pero estaba indudablemente animada de propósitos políticos contrarios al Partido Nacional y al ex Presidente Montt. Se desarrolló en la Cámara un debate agitado violento, en el cual, más que la acusación misma, se discutieron los actos de gobierno de don Manuel Montt y sus principios políticos. La acusación fué mantenida principalmente por el diputado Vicente Sanfuentes y la objetó Antonio Varas. En medio de un tenso ambiente nacional, la acusación fué acogida por la Cámara de Diputados; pero posteriormente, el Senado la desechó.

En las elecciones parlamentarias de 1870, la oposición luchó con gran empuje; y no obstante el peso de la influencia oficial, obtuvo halagadores resultados. En efecto, la composición de la Cámara fué la siguiente: 20 conservadores; 37 liberales partidarios del gobierno; 2 radicales; 21 liberales opositores; 11 nacionales; y 8 radicales de oposición.

Al expirar el gobierno de don José Joaquín Pérez, se produjo un acuerdo tácito entre los partidos opositores para que el el candidato presidencial no fuera Nacional ni Radical, sino un Liberal que contara con las simpatías de ambos. El 11 de Setiembre de 1870 se verificó una reunión con delegados de los partidos opositores, a la cual asistieron en representación del Partido Nacional los señores Jovino Novoa, Silvestre Ochagavía y Manuel José Balmaceda. Se acordó celebrar una Convención el 1° de Enero de 1871 para designar el candidato.

En la Convención acorada, resultó elegido candidato don José Tomás Urmeneta.

La campaña electoral se desarrolló con gran intensidad y agitación. En ella los opositores, el Partido Nacional incluso, presentaron un progra ma de carácter reformista, cuyos principales puntos eran la libertad religiosa, las garantías individuales, prescindencia de las autoridades en las elecciones, reforma de la Constitución y restricción de las atribuciones del Presidente de la República.

Como era de esperarlo, triunfó el candidato de gobierno, apoyado por la Fusión Liberal Conservadora, don Federico Errázuriz.

Un contemporáneo, criticando la actitud del Partido Nacional en esta ocasión, decía: "Con ocasión del intento de candidatura de Bulnes en 1866, volvió a ser Pelucón; el 71, sosteniendo la de Urmeneta, se hizo Radical".

Durante el Gobierno de Federico Errázuriz Zañartu, que se apoyó primero en la Fusión Liberal Conservadora, luego en el Partido Liberal exclusivamente, y por último en liberales y radicales, el Partido Nacional tuvo poca actuación; y aún se advirtió en él una especie de debilitamiento y de desorientación. Su adhesión a los principios reformistas, desde la candidatura Urmeneta, le había quitado mucho de su sentido histórico primitivo y provocó el alejamiento o enfriamiento de los antiguos nacionales. Don Manuel Montt dejó de actuar en política, concretándose a sus labores de Magistrado; y don Antonio Varas actuó solo circunstancialmente. Sin embargo, el Partido subsistió, animado por el valor intelectual de muchos de sus componentes, y habría de tener con posterioridad resurgimientos de importancia.

En las elecciones parlamentarias de 1876, el Partido Nacional obtuvo 26 diputados y 13 Senadores. Don Manuel Montt resultó elegido Senador por Chiloé.

En las elecciones presidenciales para suceder a Federico Errázuriz, se diseñaron dos candidatos: Anibal Pinto, apoyado por los partidos de gobierno; y Benjamín Vicuña Mackenna, apoyado por el Partido Liberal Democrático (Véase), de reciente creación, y por los conservadores. El Partido Nacional acordó primero la libertad de acción; pero con posterioridad se plegó a la candidatura de Anibal Pinto. Este acuerdo provoco serias dificultades en el seno del Partido; y hubo algunos militantes, como Silvestre Ochagavía, que se retiraron de él. Otros, como los senadores José Eugenio Vergara y Lorenzo Claro y los diputados bcnbio:José_Nicolás_Hurtado_de_Mendoza_y_Jaraquemada, Jovino Novoa, Luis Urzúa, Evaristo del Campo, Carlos Besa, Pedro Montt y Luis Montt, fueron desde un principio contrarios a este apoyo; pero en gran parte terminaron acatándolo. Don Manuel Montt se abstuvo de inter venir en la lucha política.

Durante el gobierno de don Aníbal Pinto, el Partido Nacional tuvo destacada actuación y participó reiteradamente en los Ministerios. Ya en el primer Gabinete, fué designado en representación del Partido don Rafael Sotomayor, como Ministro de Hacienda. Posteriormente, en Octubre de 1877 se organizó un nuevo Ministerio que fué encabezado por un Nacional como Ministro del Interior: don Vicente Reyes. El Partido, a su vez, apoyó permanentemente al gobierno con sus parlamentarios.

Don Antonio Varas se transformó en un personaje influyente y fué un inteligente consejero del Presidente de la República. En Abril de 1879, enfrentado ya el país a la Guerra con Perú y Bolivia, el Presidente Pinto pidió a don Antonio Varas que encabezara el Gabinete como Ministro del Interior. Se resitió en el primer momento; pero, influenciado por don Manuel Montt y por otros de los antiguos Nacionales, terminó por aceptar. Su designación produjo un sentimiento de satisfacción y de confianza en el país, aunque en los círculos políticos, que creían ver resucitar el Montt—Varismo, se la recibió con reticencias. Su desempeño fué brillante y prestó valiosos servicios en los primeros tiempos de la guerra. Sin embargo, como la resistencia política continuara por lo que alguien ha llamado "el cuco del Montt-Varismo", optó por renunciar.

Terminando el período de Aníbal Pinto, el Partido Nacional se plegó a la candidatura presidencial de don Domingo Santa María, apoyada también por liberales y radicales, mientras los conservadores proclamaban al general don Manuel Baquedano. En el gobierno de Santa María tuvo también el Partido actuación destacada y ya que el primer Gabinete tuvo como representante a uno de sus miembros: don José Eugenio Vergara, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública.

En las elecciones presidenciales de 1886, para reemplazar a Santa María, los liberales y radicales de gobierno proclamaron la candidatura de don José Manuel Balmaceda. En cambio, el Partido Nacional, los liberales sueltos y los radicales opositores proclamaron la candidatura de don José Francisco Vergara; pero como no contó con el apoyo del Partido Conservador, esta candidatura fué retirada. Desde este momento, el Partido Nacional se plegó a la candidatura de don José Manuel Balmaceda.

En el primer Gabinete organizado por el Presidente Balmaceda, el Partido Nacional tuvo una participación importante. Ocuparon en él carteras ministeriales don Pedro Montt, como Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, y don Agustín Edwards, como Ministro de Hacienda. Eran dos de los más destacados personeros del Partido y talvez, los que mejor encarnaban en ese momento sus principios. En gabinetes posteriores fueron Ministros pertenecientes al Partido Nacional los señores Adolfo Valderrama (Justicia e Instrucción) y Pedro Montt (Hacienda).

En general, puede observarse que la participación del Partido decreció considerablemente, ya que, sin contar el primer Ministerio en el cual tuvo dos Ministros, en los tiempos posteriores solo accidentalmente formó parte de los Gabinetes.

Hubo también en esta época un grupo liberal que siguió la línea política de los nacionales, actuando de consuno con ellos. Fué el grupo llamado "Mocetón", o "Nacionalizado", que encabezaba Isidoro Errázuriz.

En 1889, el Partido Nacional integró una combinación política con radicales, liberales doctrinarios y liberales nacionalizados, que se llamó "Cuadrilatero" (Véase) y que llegó al Gobierno el 23 de Octubre, con un Ministerio encabezado por don Ramón Donoso Vergara, y en el cual era Ministro de Hacienda don Pedro Montt.

Mientras tanto, en las elecciones parlamentarias de 1888, el Partido Nacional había obtenido un halagador éxito, eligiendo 18 diputados y 7 Senadores.

La Revolución de 1891 que derrocó al Presidente Balmaceda contó con las simpatías del Partido Nacional y muchos de sus más destacados personeros participaron en ella.

Triunfante la Revolución se instauró en Chile el régimen parlamentario, en el cual todo gobierno para poder desenvolverse y organizar Ministerios, necesita contar con mayoría parlamentaria. Como la gran cantidad de partidos que ya existían en Chile, hacía imposible que uno solo formara esta mayoría, nacieron las combinaciones llamadas "Alianza Liberal" y "Coalición" (Veanse). El Partido Nacional, dentro de las prácticas parlamentarias participó en una o en otra de estas combinaciones.

Durante este período, en sus primeros tiempos, aparecían como Jefes del Partido Nacional, a igual que lo habían sido durante el gobierno de Balmaceda, don José Besa, que investía el caracter de Presidente, y don Pedro Montt En el primer Gabinete del Presidente don Jorge Montt, que fué elegido después del triunfo de la Revolución, figuró como Ministro de Obras Públicas don Agustín Edwards; y en el Gabinete siguiente fué Ministro del Interior don Pedro Montt. Ambos eran destacados miembros del Partido Nacional y habían participado activamente en la Revolución.

En las elecciones parlamentarias de 1891, los nacionales obtuvieron solamente 9 diputados; y en las de 1894, su número bajó a 5.

Mientras tanto, desde fines de 1891, se había producido una fusión entre liberales y nacionales, aun cuando tenía más caracterese formales que reales, pues las diferenciaciones continuaron existiendo. Esta fusión se concretó en la Convención realizada en Setiembre de 1892, y en ella se eligió Presidente del Partido a don José Besa, que era a la sazón Presidente del Partido Nacional.

Sin embargo, ya en las elecciones presidenciales de 1896, la división se produjo nuevamente, pues mientras los nacionales integraron la Coalición con conservadores y un grupo liberal, apoyando la candidatura de don Federico Errázuriz Echaurren, el otro grupo liberal, junto a radicales, demócratas y balmacedistas integró la Alianza Liberal y apoyó la candidatura de don Vicente Reyes.

Durante el Gobierno de don Federico Errázuriz, que resultó triunfante, el Partido Nacional, siempre dentro de las normas del régimen parlamentario, formó parte en varios Gabinetes.

En las elecciones presidenciales de 1901, formó otra vez parte de la Coalición, con el Partido Conservador. El candidato fué en esta ocasión don Pedro Montt, personero que encarnaba los principios Montt-Varistas. Resultó derrotado por el candidato de la Alianza Liberal don Germán Riesco, quien asumió la Presidencia de la República el 18 de Setiembre de 1901. Presidente del Partido era don Elías Fernández Albano, en esa época.

En 1906, integró la Alianza Liberal con radicales y un grupo liberal. Su candidato fué otra vez don Pedro Montt, quien resultó ahora elegido y asumió la Presidencia de la República el 18 de Setiembre de 1906.

En 1910 participó en la elección de don Ramón Barros Luco, que fué elegido sin lucha Presidente de la República. Aquel mismo año el Partido Nacional, siendo su Presidente don Arturo Besa Navarro y secretario general don Jorge Andrés Guerra, celebró una importante Convención, en la cual se discutió su Programa y su organización interna. En el programa aprobado, se insistió en los mismos principios doctrinarios que habían animado al Partido desde su origen, matizándolo ahora con la idea del parlamentarismo. Don Alberto Edwards, gran admirador de Portales y de don Manuel Montt, pronunció en esta Convención un discurso en el cual sostuvo que el Partido Nacional era el más apto para la vida parlamentaria. "El absolutismo, dijo, es una necesidad, y prácticamente no puede discutírsele. El régimen parlamentario lo ha sabido conciliar por el gobierno del pueblo por el pueblo". En estas palabras, más que en cualquier texto del programa, está condensada la naturaleza doctrinaria del Partido Nacional en esta época.

En las elecciones presidenciales de 1915, el Partido Nacional, integrando la Coalición con Liberales Democráticos y Conservadores, apoyó la candidatura presidencial de don Juan Luis Sanfuentes, que resultó elegido Presidente de la República.

Durante el gobierno de Sanfuentes, participó el Partido en diversos Gabinetes. Ministros de sus filas fueron, entre otros, los señores: Cornelio Saavedra, en Guerra y Marina; Alberto Romero, en Justicia; Justiniano Sotomayor, en Obras Públicas; Arturo Prat, en Hacienda; Arturo Besa, en Relaciones Exteriores; Manuel Hederra, en Hacienda; Aníbal Rodriguez, en Guerra; Régulo Valenzuela, en Hacienda; y Antonio Viera, en Hacienda.

Mientras tanto, su representación parlamentaria venía disminuyendo ostensiblemente, señalando ya la etapa de disgregación del Partido. En el Senado de 1915, así, solo contaba con tres senadores: Arturo Besa, Presidente del Partido; Antonio Varas Herrera y Miguel Urrutia.

En 1920, en las elecciones presidenciales de ese año, el Partido Nacional oficialmente integró la combinación llamada "Unión Nacional" (Véase), que reemplazó a la Coalición, y apoyó la candidatura de don Luis Barros Borgoño. Sin embargo, un sector del Partido formó parte de la Alianza Liberal y apoyó la candidatura presidencial de don Arturo Alessandri Palma.

Durante el Gobierno de Alessandri integró también en varias ocasiones los Ministerio. Así, fueron Ministros de sus filas, entre otros: Ignacio Marchant, en Guerra (1922); Miguel Letelier, en Obras Públicas (1922); Anibal Rodriguez, en Hacienda (1923); y Jorge Andrés Guerra, en Guerra (1923).

En las elecciones parlamentarias del año 1924, obtuvo unicamente cinco diputados y un senador.

No volvió a participar en acontecimientos políticos posteriores y no tuvo representación en los Congresos siguientes.

Sin embargo, durante el Gobierno de don Carlos Ibañez tuvo una última figuración, aunque un tanto artificial. Para elegir el Congreso de 1932, se concertó un arbitraje electoral entre los Partidos a fin de evitar las elecciones, presentando un número de candidatos igual al de los puestos por llenar. Como los Partidos Políticos en aquellos momentos no se desenvolvían normalmente ni con las garantías debidas, se constituyeron en Santiago directorios centralistas. Las diversas fracciones liberales, los balmacedistas y los nacionales se unificaron para constituir el "Partido Liberal Unido". Concertado el arbitraje correspondieron a este Partido, en el cual se habían integrado los nacionales, 16 senadores y 31 diputados.

A la caída del Gobierno de Ibañez, este Partido Liberal Unido reapareció, presidido por don Pedro Opaso Letelier. Participó en las elecciones parlamentarias de 1932, obteniendo un senador y seis diputados.

Finalmente, en 1932, el Partido Liberal Unido se fusionó con las otras ramas del Liberalismo, constituyendo el Partido Liberal (Véase), que ha llegado hasta nosotros y del cual forman parte los antiguos nacionales.


Bibliografía editar

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