Enciclopedia Chilena/Historia/Aguirre Cerda, Pedro, Presidencia de

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Presidencia de Pedro Aguirre Cerda
Artículo de la Enciclopedia Chilena

Este artículo es parte de la Enciclopedia Chilena, un proyecto realizado por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile entre 1948 y 1971.
Código identificatorio: ECH-1990/2
Título: Presidencia de Pedro Aguirre Cerda
Categoría: Historia


PRESIDENCIA
DE
PEDRO AGUIRRE CERDA

5 de Octubre de 1938— 25 de Noviembre de 1941.

Condiciones sociales y económicas dominantes. La vieja economía chilena disociada de todo concepto científico y ajena a los moldes orgánicos de la planificación, adquirió en el curso del gobierno del Presidente Aguirre Cerda, una fisonomía nueva.

Como es de recordar, con anterioridad al derrumbe de la industria salitrera y hasta después de la Primera Guerra Mundial, Chile, carecía de ingresos que hubieran podido sustituir los que se desvanecieron junto con la prosperidad salitrera. A raíz del agotamiento de estas fuentes de la producción extractiva, el país se ve obligado a vivir de recursos financieros provenientes de empréstitos, de remates o arrendamientos de tierras fiscales, de Vales del Tesoro o emisiones de papel moneda, arbitrios que redujeron nuestro signo monetario, de los cuarenta y ocho peniques que representaba a mediados del siglo pasado, a la ínfima equivalencia de poco más o menos un penique, valor con que lo recibiera el Presidente Aguirre Cerda en 1938.

Una economía sustentada en bases tan precarias—no obstante los fabulosos ingresos del salitre—que no miran hacía la explotación de los recursos naturales del territorio, tenía que ostentar en los prolegómenos de la elección presidencial una población carente de condiciones normales de vida. La bajísima productividad general y agrícola, particularmente y luego, las limitadas disponibilidades de suelo en uso, si eran suficientes a fines del siglo pasado y comienzos del presente para alimentar una población de 2.500.000 de habitantes, no lo eran, ya, en 1938 cuando la población se había doblado y sumaba 5.000.000 (superficie territorial arable: 20.000.000 Has.; cultivada 1.300.000 Has.).

En el período comprendido entre el término de la primera Guerra Mundial y el comienzo de la Segunda no existe, propiamente en Chile, una industria mafacturera; el trabajo campesino es rudimentario; el nivel de vida del obrero, en general, es bajísimo, carece de habitación higiénica y viste de andrajos una porción considerable de la población. Frente a este estado de cosas, Don Pedro Aguirre Cerda hace de la síntesis elemental de "pan, techo y abrigo" el lema de su gobierno.

Don Pedro Aguirre Cerda, había palpado en sus trágicos contornos la realidad de los índices demográficos y su relación con la baja producción y productividad del país y sus efectos en la escasez de alimentos y vestuario que afectaba al 50% de la población. Había confrontado sus experiencias personales con los testimonios de los expertos de la Liga de las Naciones Señores Burnet y Dragoni, corroborados por Waldo Frank, Jack law o Mac Bride, quienes al recorrer el país en 1934-1937, exponen sus observaciones en páginas que acusan una grave responsabilidad en las clases dirigentes y estimula a los gobernantes a severas rectificaciones. Don Pedro Aguirre Cerda, había robustecido sus convicciones, además, con el aporte de los estudios que con los mismos objetivos de remediar esas condiciones, había efectuado en la Alta Cámara, el Senador Doctor Florencio Duran, Presidente de esa Corporación.

No existía, por lo demás, en las clases influyentes un criterio de lo que había que hacer para modificar ese estado de cosas. Por eso, muchos tradujeron ese lema como una promesa de distribuir, gratuitamente, el alimento, la vivienda y el vestuario. No se quiso comprender su significado, que no podía ser otro que el de incorporar a la masa de la población de Chile a la faena de transformar las materias primas que produce el territorio, ensanchar la economía, diversificarla conforme a un plan. Chile, dotado con los mayores yacimientos de carbón conocidos, sentado sobre un litoral de cuatro mil millas, compraba carbón en el extranjero para su marina mercante y de guerra; con yacimientos de fierro que ocupan un lugar destacado en el mundo compraba acero y fierro en el extranjero para sus construcciones y su industria metalúrgica; con fuentes de energía inexplotadas, no había elaborado el plan que hacía falta y que en marcha iba a permitir configurar las bases de una nación moderna. En la hora actual la energía del petróleo abastece en su mayor parte las necesidades del país; la red de distribución hidroeléctrica lleva la energía civilizadora a todos los rincones del territorio; los minerales de hierro alimentan la planta siderúrgica de Huachipato, que es el esfuerzo humano, tecnológico y material de mayores proporciones realizado en los últimos cincuenta años.

El Plan que iba a llenar esas necesidades es elaborado por la Corporación de Fomento de la Producción, impulsado por el Presidente de la República, cuatro meses después de llegar al gobierno.

Don Pedro Aguirre Cerda, no era un demagogo que iba a ofrecer al pueblo mercedes imposibles y, por añadidura ineficaces; ni era un apóstol de la caridad que predicara a los ricos que se desprendieran de sus sobras para socorrer a los pobres; ni era un caudillo de montoneras, dispuesto a encabezar el saqueo y el asalto, para que los desposeidos tomaran por la fuerza lo que no se les había otorgado voluntariamente. Por el contrario, era un estadista. Quiso, y lo obtuvo, de incorporar a la masa de la población, a la faena de transformar las materias primas y las fuentes de energía yacentes, para ensanchar la economía, diversificarla de acuerdo con el plan que había concebido en sus estudios respecto de las tres principales fuentes de la producción chilenas: la agricultura, la industria y la minería.

Estudios precursores. A. la caída de la Dictadura del Señor Ibañez el 26 de Julio de 1931, Don Pedro Aguirre Cerda—moderno Arístides—tras breve exilio, es designado Presidente del Partido Radical. ¿Cual fué una de las primeras iniciativas que adoptó, aprovechando el ascendiente que le daba ese cargo? Se asesoró de técnicos competentes de Santiago y provincias, con ellos organizó los Congresos Minero, Industrial y Agrícola, celebrados en Copiapo, Santiago y Temuco. Todos los problemas de la industria extractiva, de la industria manufacturera y del agro, fueron elucidados, brillando la luz de los conocimientos atesorados y recogidos en sus viajes por su inspirador y organizador.

En ellos se puso de manifiesto el concepto de riqueza nacional. La importancia documental expuesta en esos Congresos, constituye un verdadero Atlas de nuestra riqueza potencial. El análisis de estas fundamentales materias, es el molde en que se vacia más tarde, la Corporación de Fomento de la Producción—Ley N° 6.334 de 29 de Abril de 1939, cuyo texto refundido es la Ley N° 6.640 de 10 de Enero de 1940—.

Esos estudios, son entregados al conocimiento de la ciudadanía y de los Poderes Públicos de la época y constituyen, por anticipado, un ejemplo del político por antonomasia, que se propone o propone que se realice, en el Poder, lo que se madura en la oposición.

De la nueva economía que iba a fundamentarse en la explotación adecuada de las riquezas nacionales iba a surgir el milagro de "pan, techo y abrigo", que, bien comprendido importa una rectificación de la democracia, que no es valedera, allí donde hay un pueblo semi desnudo, desnutrido o erradicado.

La nueva generación, apenas advertirá que el mayor acontecimiento de la Historia de Chile en este siglo, es la obra del pueblo que en 1938, inicia Don Pedro Aguirre Cerda, quien logró integrar al goce de la masa ciudadana, los beneficios de esa empresa hecha de acero y electricidad, sin los cuales no se concibe hoy, el progreso de las naciones. El acero y la electricidad, se ha dicho, son los más importantes auxiliares del hombre que se haya conocido.

Características personales de Aguirre Cerda. Desde los primeros años de su gobierno, Don Pedro Aguirre Cerda pone en ejercicio sus facultades de observador y de estudioso. Había nacido en cuna modestas; en uno de esos hogares sacrificados, donde el conquistador hispano desafortunado pero hidalgo, dejó la semilla de admirables virtudes, cultivadas y acrecentadas por sus descendientes. Nacido el 6 de Febrero de 1879; son sus padres: Juan Bautista Aguirre y Clarisa Cerda, que suscitaron en su alma el anhelo de superación, el espíritu de sacrificio para elevarse, el amor al estudio, la dignidad y el honor.

Pocuro, lugar en que vé la luz el que, andando el tiempo, sería Presidente de Chile, es un pueblecito perdido en las vecindades de la Cordillera de los Andes. Allí transcurrieron los primeros años del niño. Para asistir a la escuela, debía recorrer una larga distancia a pié. Esa dificultad no lo arredraba, tampoco se detenía por el frío o por el calor. Cuentan sus biógrafos que los progenitores de Don Pedro Aguirre a costa de quien sabe que sacrificios le compraron un par de zapatos para que se presentara decorosamente en las aulas, y él, para no estropearlos, para que le duraran más y para corresponder al esfuerzo de sus padres, se los quitaba al salir de casa, recorría descalzo el camino que lo llevaba a la escuela y se los ponía poco antes de llegar a su clase.

Su esposa es Doña Juana Aguirre Luco, hija del Doctor José Joaquín Aguirre ex Rector de la Universidad de Chile. El matrimonio Aguirre Cerda, no deja descendencia.

Don Pedro Aguirre Cerda, ejerce el magisterio y forma varias generaciones de alumnos, la enseñanza es el fundamento de su acción espiritual. Añade a su título de profesor, el de abogado. No se anquilosaba en un profesionalismo rutinario, había asimilado los conceptos de sus maestros y de una nutrida lectura de libros escogidos. De acuerdo con ellos, buscaba las fuentes en las que podía, beber, de continuo, conocimientos, acercándose más y más, a los diversos planos de la cultura. Paralelamente a sus investigaciones culturales, iba asimilando las lecciones de la experiencia y, como a toda inteligencia superior, sus estudios y sus lecturas le ayudaban a conocer y a interpretar mejor la vida.

Sus enemigos presentaban como defecto, justamente aquellos rasgos, que para la historia constituirán lo más valioso y admirable en la personalidad del Señor Aguirre Cerda; los factores negativos que dominó para merecer las más altas investiduras. Escarnecían a Don Pedro Aguirre porque lo encontraban feo—y lo era—enteco de cuerpo, por su tez morena y esmirrada figura. De vestir modesto, de ademanes gratos y revestido de una simpatía humana sobresaliente, que el pueblo, al cual pertenecía, justipreció con anchura. "Hombre del pueblo"—lo llamaban—que había arrebatado en una lucha eleccionaria de atmósfera recargada de odiosidades de "clase" la Presidencia de la República a la otra "clase". "Hombre del pueblo", que poseía dos títulos universitarios; había sido alumno de la Sorbona y que, aún antes de ser elevado a la Primera Magistratura, mantenía correspondencia personal con notables figuras de la política y pensamiento europeos. "Hombre del pueblo", que había dirigido por más de dos veces, con tino e intelegencia al Partido Radical, integrado, en su mayoría, por profesionales y en el que se agrupaba, a la sazón, lo más conspicuo del elemento universitario de Chile; y ocupado las más elevadas funciones ministeriales, en los gobiernos de Don Juan Luis Sanfuentes y Don Arturo Alessandri Palma, y miembro en ambas ramas del Poder Legislativo; ocupó sitio destacado en la Orden Masónica; desempeñó cargos en organismos de la docencia secundaria y universitaria; primer Décano de la Facultad de Economía y Comercio de la Universidad de Chile; en organismos gremiales del profesorado, Sociedad nacional de Profesores; autor de iniciativas de ley, como la de Instrucción Primaria Obligatoria, el Código del Trabajo y el Estatuto Administrativo y de la mayor parte de la Legislación chilena con anterioridad a su ascensión al Poder en 1938.

El Señor Aguirre Cerda era, además, por temperamento y por convicciones, la acción. Lo dominaba una fiebre de actividad que no siempre se reflejaba en su exterioridad reposada y tranquila.

Actividad física y actividad intelectual. De niño, estudia; de joven, estudia, lee, investiga. Acumula títulos profesionales. La necesidad de saber no se colma al trasponer los umbrales de la Universidad. Permanece viva en todos los instantes, en todas las circunstancias. No era un orador ni un tribuno. Era, más bien, un razonador frío y meditado; en sus exposiciones en el Congreso o en la Tribuna callejera, era brillante, sin alardes ni demagogias. Era un expositor castizo.

Durante la época en que Don Pedro Aguirre se aproxima a la madurez, viaja para aprender, para observar y comparar. No pierde jamás el rastro de los acontecimientos humanos, políticos y sociales que tienen lugar en el Viejo Mundo y atesora, incansablemente, las enseñanzas que ellos ofrecen. Como funcionario público, como Diputado, como Senador, como Ministro, Don Pedro Aguirre es un motor en continua efervescencia. No se abandona a la rutina. Los altos cargos, las dignidades oficiales, las representaciones populares, no constituyen para él un fin sino un medio de encauzar sus iniciativas, de crear, de construir, de abrir rutas al progreso, de incorporar lo nuevo a la sustantividad de la patria.

El Señor Aguirre Cerda era un gran lector, y era, todavía, más que eso; era un lector cultísimo de obras antiguas y modernas. Había contraído el hábito de recorrer, periódicamente, las librerías y contaba con sincero regocijo, el deleite que en sus viajes por Europa procuraba Paris a los buscadores de libros, ofreciendo la sorpresa de lo que parecía inencontrable.

Enemigo de la violencia. Era un idealista pero su sentido del equilibrio, lo protegía de convertirse en un iluso. Por ningún resquicio de su voluntad, se filtró la utopía. Y, justamente, tal condición de su carácter, era la virtud más necesaria para un gobernante en las circunstancias en que a él le correspondió dirigir el país, a la cabeza de un conglomerado de agrupaciones que llegaban, por primera vez, al gobierno.

Resuelto y ponderado, valeroso pero ecuanime, enemigo de toda violencia. Habría podido asegurársele que, mediante un acto brutal, se iba a solucionar, en un solo día, los problemas de Chile. El habría preferido no solucionar los problemas de Chile en un solo día, antes que consentir en un acto brutal. Excluía de sus métodos de gobernante, los remedios apresurados, aunque llevaran la apariencia de ser eficaces. Al mismo paso que era enemigo de toda postergación morosa, era, invariablemente, adicto al estudio previo de todo asunto, a su examen detenido y acucioso, a su planificación racional. Nada era más contrario a su temperamento que el sentido retardatario o la inactividad cuando un problema estaba quemando la conciencia del país. No obstante, se colocaba a igual distancia de toda actitud demagógica, que, al juicio de una popularidad esporádica, indujera a las multitudes al error de suponer que la solución de ciertos problemas era de índole fácil o que podría llevarse a cabo con medios que resultan halagadores para la masa, pero que no obtienen resultados concretos y definitivos. No se dejaba influenciar por la vehemencia de los apasionados ni por la ceguera de los fanáticos. Elegía el camino que le señalaban su conciencia y el buen sentido, despreocupándose tanto de la diatriba como del elogio cuando estaba seguro de haber hecho lo que debía.

Nunca debió esforzarse para hacer valer su autoridad, ya fuera la autoridad de sus conocimientos, la autoridad de sus opiniones o la autoridad oficial que le había confiado el pueblo. De esta manera, su autoridad, tomó ni siquiera la apariencia del personalismo.

En el campo político propiamente tal actúa en la posición de término medio, sin claudicaciones de pensamiento y de doctrina, que convirtió en regla de su vida.

Por una de esas ironías de la historia política criolla, Don Pedro Aguirre Cerda, surgió poco menos que como cabecilla de un movimiento revolucionario. Nada más opuesto, sin embargo, a su temperamento, a su formación intelectual, a sus principios democráticos. Era hombre reposado, que tenía fé en la acción ordenada y en el método. Sabía por otra parte, que la acción del gobernante requiere concordía y buen entendimiento con todos los sectores de la nación, incluso con los que no compartían sus ideales. Por eso el Señor Aguirre Cerda rechaza, desde el primer momento, el proyecto de reunir en un Frente Popular a los Partidos de Izquierda, los que respecto de la Derecha, estaban separados en bandos irreconciliables y respecto del gobierno de Don Arturo Alessandri, en una violenta oposición. La obstinación del gobierno, por lo demas, solo conseguía atizar el clima de guerra, que había cifrado sus ansias de dominio en la persona de Don Gustavo Ross Santa María, emblema de la plutocracia, personalista e inconmovible, pero dotado de ricos matices de gobernante, de multiples recursos como financista.

Convencido Don Pedro Aguirre de la improcedencia de incorporarse a un movimiento de esa índole, como plataforma de su candidatura presidencial inminente, buscó la colaboración y la influencia de sus mejores amigos para impedirlo. Las circunstancias fueron contrarias a los deseos del Señor Aguirre.

La aceptación final del Señor Aguirre Cerda, trasigiendo en ir a la contienda presidencial como candidato del Frente Popular que el había impugnado, se explica por las siguientes razones: el Frente Popular equivalía a un pacto celebrado por un partido, al que él, fuera o no Presidente de la República, no habría podido sustraerse como figura destacada del radicalismo. La disciplina lo instaba a someterse. La experiencia prueba, además, que las divergencias ideológicas se hacen menos patentes entre los grupos políticos que se encuentran en la oposición, especialmente si esa oposición se hace contra un régimen que, tan encarnizadamente, persigue a todos sus opositores, sean del color que fueren, como lo hacía el gobierno del Señor Alessandri Palma en ese momento. Prevalecía la necesidad de defensa y esta se afianzaba con la unión más estrecha y unánime. Mientras el Partido Comunista daba el tono a la oposición en los comicios, Don Gustavo Ross lo daba en las resoluciones gubernativas, en lo referente a la provisión de funcionarios de la Administración Pública y en lo político, eliminándose del gabinete al Partido Radical, que lo integraba en la primera parte de la Administración del Presidente Alessandri Palma. Desde este instante, la guerra entre los dos bandos no tiene tregua.

Triunfo del Frente Popular. Con todo, el triunfo debía pertenecer al candidato del Frente Popular. Los medios de persuación eran su contacto directo con el pueblo y la simpatía espontánea que despertaba en el corazón de los humildes. No se vió otra jornada en la que el pueblo, lo más genuino de la gleba, participara con tanto afecto y con tan fundada esperanza. No obstante, para el gobierno y los Partidos de Derecha, el triunfo del Señor Aguirre Cerda, fué, primero increible y, luego, inaceptable. Se insinuó por algunos que se desconociera el resultado de la votación. La mayoría era escasa y con argucias bien manejadas, podía ser puesta en litigio. Otros, más ofuscados, estimaban que la asunción del Señor Aguirre Cerda, debía impedirse por la fuerza y que, de ninguna manera, el Señor Alessandri debía hacer entrega del Mando. Nadie sabe que pensamientos cruzaban por la mente del Señor Alessandri en aquellas horas. Su temperamento aunque arbitrario en ocasiones, era fundamentalmente democrático y ello permite presumir que, en principio, no debió inclinarse a ninguna medida anticonstitucional. Era demasiado perspicaz, por lo demás, para no darse cuenta, en un momento en que su razón no estuviera obnubilada por el apasionamiento, de las consecuencias desastrosas que le acarrearían a él y el país, actitudes contrarias a la decisión de un pueblo que, como nunca, se sentía dueño de un legítimo triunfo.

Austeridad republicana. El Ministro del Interior Don Luis Salas Romo, al conocer los resultados generales de la elección cerca de las diez de la noche, entrega un comunicado que contiene las cifras oficiales que testimonian la mayoría obtenida por el Señor Aguirre. Por su parte el Ministro de Relaciones Exteriores Don Luis Arteaga al día siguiente del plesbicito comunica el mismo resultado a las Embajadas y Legaciones de Chile en el exterior, medidas que le confieren al triunfo una validez nacional e internacional que no era posible destruir. Los gestos de ejemplar austeridad de ambos ministros, fueron decisivas respecto a la consistencia legal del acto eleccionario del 25 de Octubre de 1938.

A las pocas horas, el nuevo gobierno es reconocido por todas las naciones del Continente y de Europa, las que envían delegaciones y embajadas para el acto de la transmisión del Mando, que alcanza gran solemnidad.

Maniobras Derechistas. De esta manera se pone termino a las tentativas de la Derecha vencida a que el Señor Alessandri no hiciera entrega del Mando al Presidente Electo o para que, en último caso, en señal de protesta, el Señor Alessandri delegara en otra persona el encargo de cumplir con el rito democrático y constitucional de la transmisión de los símbolos tradicionales.

La Derecha, acordó no concurrir a la ceremonia de la entrega del Mando en el Congreso Nacional, la que se verificó en medio de las bancas vacias de los Parlamentarios liberales y conservadores.

Alegría popular. El pueblo, confuso, ingenuo, no atinaba a comprender el sentido exacto de su triunfo. Se dejaba guiar por su instinto, ignorando los resultados que tendría esa obediencia impulsiva, pero no equivocada. La muchedumbre invadió el Palacio de la Moneda. Los niños del pueblo, se zambullían en las piletas de los parques y posaban con el puño en alto, cuando los reporteros venían a fotografiarlos. Don Pedro, paternalmente, los dejaba hacer. Quería que la gente humilde comprendiera, aún a través de esas experiencias simples, que un cicio de servidumbre terminaba para ella. Lo verdaderamente importante, lo apreciarían más tarde.

La ascensión al Poder había tenido lugar el 24 de Diciembre. La esposa del Presidente, desde ese instante Primera Dama de la República, fiel intérprete de los sentimientos de su marido, guiada, también, por su reconocida bondad, hizo construir una alegoría del Nacimiento del Niño Dios en la Plaza de la Constitución e inauguró la Pascua de los Niños Pobres, repartiéndoles ropa, juguetes, golosinas. Era una manera nueva de acercarse al pueblo y de compartir con él sus ilusiones y alegrías.

Acción del Gobernante. A poco de iniciarse el gobierno del Presidente Aguirre Cerda, el 24 de Enero de 1939 se produjo el terremoto que redujo a escombros las provincias sureñas y originando gravísimos trastornos económicos y la perdida de 30.000 vidas. Ninguna oportunidad pudo tener el país parra aquilatar mejor el temple humano del nuevo gobernante. El Señor Aguirre y su esposa se trasladaron horas después de la catástrofe a los lugares mismos de la desgracia. Con su presencia levantaba la moral deprimida de las poblaciones afectadas, prodigando palabras de aliento y de consuelo, a la par que permitían al Mandatario medir la magnitud del suceso. El Presidente se impuso en el terreno mismo, de las proporciones del siniestro. Las ciudades de Concepción y de Chillán, desmoronadas. Se paralizaron sus faenas de producción y de abastecimiento. Los pequeños pueblos, las aldeas, desaparecieron. Varias decenas de miles de personas, sin techo ni alimentos, lloraban a sus deudos desaparecidos por la inclemencia. El Señor Aguirre Cerda proveyó todo lo necesario para un auxilio inmediato a los damnificados, todo lo que aliviara momentaneamente la crueldad de la situación. Siguiendo el noble ejemplo de su Presidente, el país entero exteriorizó su solidaridad con las víctimas.

Una vez que regresó a Santiago el Primer Mandatario aceleró la presentación al Congreso de dos leyes destinadas a cauterizar los efectos del terremoto: una de acción temporal, la que crea la Corporación de Reconstrucción y Auxilio y la otra de acción permanente, la que da vida a la Corporación de Fomento de la Producción.

A pesar de la hora crítica que vivía Chile, fue difícil obtener el despacho de las leyes propuestas al Parlamento. El carácter de urgencia que se un puso a su despacho obligó a deliberaciones continuadas. Era tal la pasión demostrada por los adversarios al nuevo gobierno, que se temió por momentos que se viera malograda o debilitada la vertebración del plan de reforma económica que involucraba la iniciativa.

Veleidades y resquemores del régimen de casta, prevalecían en nuestro ambiente político. Por fortuna, después de votaciones reñidas, jalonadas de incidentes, las leyes salieron conforme al ideal de su autor. El Ministro de Hacienda, Don Roberto Wascholtz Araya defendió la iniciativa del gobierno en el Parlamento.

Se trataba de las leyes que crean la Corporación de Fomento de la Producción y la de Reconstrucción y Auxilio de las provincias devastadas por el terremoto. La primera, queda encargada con los recursos de empréstitos internos y externos de prospeccionar la riqueza potencial del territorio y planificar la explotación de las fuentes de energía para movilizar las tres ramas de la producción: minera, industrial y agrícola; la segunda, reconstruir materialmente las ciudades arrasadas por el cataclismo.

Interrogante dramática. Chile, a poco de poner en marcha el plan concebido por la Corporación de Fomento de la Producción abandona la cereta de una prosperidad ficticia. Para ello se partió de una consideración simple ¿cuantos habitantes hay en el país y con que recursos se cuenta para sustentarlos?. La respuesta es tremendamente complicada hasta el límite de lo dramático. Existía una desproporción entre el número de pobladores y los recursos disponibles para mantenerlos, conservarlos sanos, para capacitarlos en el trabajo, para convertirlos en ciudadanos activos, para hacerlos participar en el progreso nacional e identificarlos en la conquista de un destino común. Era necesario, después de aquel interrogante multiplicar los recursos, o sea—en términos de política nacional—incrementar la producción para abastecer las necesidades del consumo. El Señor Aguirre Cerda, economista, entendido en la ciencia de la producción de riqueza, con finalidad social, inició su gobierno, colocando los cimientos que reclamaba aquella respuesta dramática, cimientos que fueron calculados para una estructura sólida y permanente, de los que no podrá prescindir ningún gobierno.

Es la tarea que va a desarrollar la Corporación de Fomento de la Producción.

Medidas de emergencia. En 1940, innumerables eran las dificultades que debió encarar el gobierno a causa de la 2º Guerra Mundial. Particularmente, graves fueron las consecuencias del conflicto sobre nuestro comercio de importación y exportación. Para salvar, en parte, las perturbaciones ocasionadas por la escasez de transporte, el gobierno declaró de utilidad pública, cinco barcos de bandera danesa anclados en puertos chilenos. Los barcos adoptaron lo siguientes nombres: "Tolten", "Choapa", "Elqui", "Maule" y "Rapel". La incautación, corresponde a la aplicación del llamado Derecho de Angaria, práctica del Derecho Internacional, que sirvió, posteriormente, a las potencias beligerantes, para cubrir las necesidades del flete marítimo, angustiadas por la guerra submarina.

Producto de la circunstancia bélica fué también la creación del Ministerio de Comercio y Abastecimiento, que tiende a asegurar, con medios eficaces, el comercio de importación y exportación, y en doctrina, que esta actividad se encuentre en manos de chilenos. La creación de dicho ministerio, de la Facultad de Comercio y Economía Industrial en la Universidad de Chile que con anterioridad se había establecido y de la "CORFO", son los tres pilares del edificio económico que se deben al esfuerzo del ciudadano y del Presidente Aguirre Cerda.

Cooperativas de Pequeños Agricultores. El 9 de Agosto de 1939 se dicta la Ley N° 6.382 sobre "Cooperativas de Pequeños Agricultores", al estilo de las que existen en Dinamarca. Este sistema rige la actividad de las cooperativas de producción lechera en diversos puntos del país, favoreciendo la industrialización en gran escala de la leche y productos derivados.

Huertos Familiares. Con la finalidad de fomentar la habitación, crear el hábito de trabajo e incentivos de progreso en las clases modestas, se dicta el 4 de Marzo de 1941 la Ley N° 6.815 sobre Huertos Obreros y Familiares.

Camino Longitudinal. En esta época se da desarrollo a la construcción de la obra más importante de vialidad que tiene el país: el camino longitudinal.

EL Presidente Aguirre, concibió la idea de aprovechar esta vía para establecer fincas familiares adyacentes para el pueblo, dando una aplicación práctica y económica a la Ley N° 6.815. La muerte del Mandatario, impidió dar cumplimiento a sus propósitos.

Antártica Chilena. El 6 de Noviembre de 1940, el Presidente Aguirre firma el Decreto N° 1.747 que precisó los limites del Territorio Antártico, acto solo comparable al adoptado en el siglo pasado para asegurar la posesión del Estrecho de Magallanes. Al afirmar la Soberanía sobre el casquete helado, Chile se anticipa a conferir a ese territorio la importancia que más tarde le conceden todos los gobiernos del mundo: el valor de una ruta entre Hemisferios.

Por su importancia se reproduce.

Decreto: "Forman la Antártica Chilena o Territorio Antártico todas las tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares (pack-ice) y demás conocidos y por conocerse y el mar territorial respectivo, existente dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53, longitud Oeste de Greenwich y 90 longitud Oeste de Greenwich".

El Presidente Aguirre, se anticipó tres lustros a la movilización internacional en pos de la soberanía sobre alguna de las parcelas antárticas, a todos los gobiernos de la tierra, a lo que se ha dado por llamar la "carrera al Polo Sur".

Sub Secretarlos Regionales. Se dictaron algunas medidas administrativas tendientes a descentralizar la Administración del país, designándose Sub Secretarios de Estado Regionales para cuatro zonas con sus capitales respectivas, propósitos que se vieron entorpecidos por carecer la iniciativa de una base legal en el primer momento.

Labor Educacional. La obra cultural desarrollada por el Presidente Aguirre, se traduce en otro de los lemas del gobernante: "gobernar es educar".

De 10.000 chilenos 2.219 son adultos analfabetos; solo 61 llega al sexto año primario. No más de 47 inician estudios medios, unicamente 9 los terminan. Tres, en 10.000, ingresan a la Universidad y uno solo, de entre ellos, obtiene el título profesional. Tal es el esquema de la educación que se exhibe en 1938 al advenimiento del nuevo gobierno. Ese año faltan 3.000 escuelas y 7.000 plazas de maestros. A los pocos meses de gobierno se habilitan mil establecimientos y se proveen 3.000 plazas de maestros. Mientras la población ha crecido en un 22,8% las escuelas solo han aumentado en un 12%. Esto significa que el 40% de la población del país está en vías de sumarse a los rebaños del analfabetismo. Se advierte, de inmediato, la ausencia de planteles técnicos para formar trabajadores aptos. Se asigna a la enseñanza técnica el lugar que le corresponde en la industrialización que ya había iniciado su marcha con la creación de la Corporación de Fomento de la Producción que requiere capacidades vocacionales.

Estímulo a la Cultura. El Presidente Aguirre propuso la Ley del Premio Nacional de Literatura, sancionado por el gobierno del Presidente Ríos. El primer ganador fué el novelista Augusto D'Halmar. A este galardón se sumaron más tarde los que obtienen el Premio Nacional de Arte, que se entrega alternativamente a un pintor, a un escultor, o a un músico. La misma intención del Presidente Aguirre inspiró más tarde el Premio Nacional de Periodismo, que se reparte entre un articulista, un informador y un reporter. Todas estas recompensas acordadas a los que hayan consagrado su vida a la literatura, al arte o las tareas de la prensa, fueron promulgadas bajo la vigencia de los Gobiernos Radicales, para aquilatar los valores de nuestra cultura.

Muchas páginas merecería la conducta del Señor Aguirre Cerda respecto de Gabriela Mistral, considerada como el acontecimiento más importante de nuestro desenvolvimiento literario. El Señor Aguirre, desde mucho antes "adivinó" en Lucila Godoy Alcayaga la presencia del genio y le otorgó, siendo Ministro de Educación del Presidente Juan Luis Sanfuentes las prerrogativas a que tenía derecho. Posteriormente siendo Ministro de Don Arturo Alessandri Palma, concede a Gabriela Mistral el título de profesora secundaria y es nombrada Directora de un Liceo del Estado; y luego al ser Presidente de Chile, la nombra Consul de Elección, con carácter vitalicio. La intuición infalible del Presidente Aguirre lo induce a comprometerse en otra batalla en favor de la poetisa y del renombre de nuestra patria; la presentación de la candidatura de la Mistral, al Premio Nobel de Literatura. Logra interesar su gobierno a personalidades del mundo cultural en todos los países; influir sobre organizaciones literarias. Es además, necesario traducir sus poemas al sueco, idioma en que deberán leerlos los Jurados del Tribunal Literario de Estocolmo. Es necesario, todavía, lanzar una edición francesa de la obra de Gabriela prologada por algún autor mundialmente consagrado que demuestre el aprecio literario de sus poemas en el primer centro literario del Mundo: Paris. Lo que resta, lo daba Gabriela: contar con los méritos que la hagan digna del beneplácito de los severos y experimentados miembros de la Academia sueca. Gabriela Mistral debió recibir el Premio Nobel en 1941, en vida del malogrado Presidente Aguirre, pero la Guerra Mundial paralizó las actividades de la Fundación Nobel. La resolución fue adoptada en 1945. El primer premio literario discernido por el Jurado Nobel después del conflicto, el primer Premio Nobel de Literatura que se hacía recaer sobre un escritor latinoamericano, fué el que recibió Gabriela Mistral en ese año, cuando ejercía la función de Consul Vitalicio en Petrópolis. Era Presidente de Chile Don Juan A. Ríos. El Presidente Aguirre Cerda hizo justicia al mérito de Gabriela Mistral. Su acción justiciera, si recae sobre una persona, su repercusión se propaga a todo el orden social.

La Tradición. Seguro del valor que tiene el culto de la tradición en la formación de la nacionalidad, el Presidente Aguirre, elige a la persona de Don Bernardo O'Higgins y destaca sus virtudes como guía permanente de sus compatriotas. Por Decreto de Agosto de 1940, se señala el día 20 de ese mismo mes, aniversario del natalicio del Prócer para honrar su memoria como ciudadano, como soldado, como gobernante, como desterrado en Montalban, dando pruebas de amor a la República, a sus instituciones que él mismo ha contribuido a cimentar. Organiza una entidad bajo el nombre de "Comisión de Homenaje a O'Higgins" integrada por hombres de todos los sectores políticos y de altos funcionarios, la que acuerda sostener la obra denominada "Talleres Nacionales", creada por Decreto de 9 de Octubre de 1940, que presta amparo a la madre, al niño y a los lisiados que no cuentan con ningún socorro propio.

El Presidente Aguirre y la Iglesia. La propaganda y la pasión política decía que el Señor Aguirre Cerda era enemigo de la Iglesia, que el "Frente Popular" era entidad atea; que llegado estos al gobierno, confiscaría los bienes de la Iglesia; que no habría libertad religiosa; disolvería las congregaciones, anularía la enseñanza particular; que los creyentes serían perseguidos, despojados de sus posesiones y de sus medios de trabajo, afirmaciones que se vieron muy pronto desvirtuadas.

Los elementos adversos, que propagaban esos temores, aludiendo a lo acontecido en la Guerra Civil española, no se tomaban el trabajo de examinar la cultura espiritual, la solidez moral, la cultura de pensamiento del Señor Aguirre Cerda y de quienes lo acompañaban o de analizar el fenómeno de España para distinguirlo del que se presentaba en Chile. Sobre bases muy diferentes a las previstas, iban a plantearse las relaciones entre el Gobierno de Frente Popular y la Iglesia chilena. Las circunstancias determinaron la remoción del Arzobispo de Santiago. El Vaticano, designó en reemplazo de Monseñor Horacio Campillo, al Obispo de La Serena Monseñor José María Caro Rodríguez. El gobierno hace valer discretamente sus deseos en ese sentido.

De esta manera, el Gobierno del Señor Aguirre Cerda y el gobierno eclesiástico del nuevo Arzobispo, se inician casi simultáneamente, sobre la base de las más cordiales relaciones, cordialidad que era símbolo de la que iba a reinar entre el poder político de la Nación y de la Iglesia. La hermandad de ideales borraba toda diferencia entre ellos.

El Presidente Aguirre Cerda, tuvo, además, interés en que la Iglesia chilena contara con un Cardenal y que este fuera Monseñor Caro. La Bula Pontificia llegó, años más tarde, durante la Presidencia de Don Juan A. Ríos.

Congreso Eucarístico. El año 1941 se realizó en Santiago el VIII Congreso Eucarístico Nacional. El Presidente y sus Ministros asisten a todas las festividades a las que la Iglesia quiso darle carácter oficial. Los Prelados extranjeros en unión del Arzobispo de Santiago, Monseñor Caro, expresaron al Supremo Gobierno los agradecimientos de la Iglesia por el apoyo y las garantías de toda índole de que habían gozado para la celebración del Congreso. La lección de moral, impartida por el Presidente Aguirre Cerda fue recogida y aprovechada. Su efecto sobre los espíritus no se hizo esperar. Ya no se volvió a hablar, ni en el seno de la Derecha ni de la Izquierda, de pugnas religiosas ni de otros anacronismos.

La enseñanza particular. Dirigida en su mayor parte por congregaciones religiosas o por sacerdotes seculares contó con amplio apoyo de parte del Presidente Aguirre; contó con su gratitud, porque él reconoció que esos maestros agrupados en nombre de las creencias religiosas que profesaban, prestaban un servicio indiscutible al país y contribuían al cumplimiento de la misión del Estado referente a la educación.

Las Administraciones de los Presidentes Radicales, ofrecen con hechos palpables una demostración de respeto a la libertad de conciencia de la ciudadanía, como no los ha ofrecido nunca un gobierno presidido por Partidos Católicos: los 130 años de tradición republicana acelerada por el Partido Radical, eran garantía de orden y de respeto a las instituciones espirituales.

Plan de Acción inmediata. Al finalizar el año 1940, que es fecundo de iniciativas presidenciales, el Presidente Aguirre, para remediar las urgencias que reclama el país elabora un Plan de Acción Inmediata, en el que pone en ejecución medidas que comprenden los principales rubros de la economía. Simultáneamente, acomete la elaboración de un proyecto de reforma de la ley N° 4.054 destinado a transformar las condiciones sanitarias y biológicas del trabajador y su familia. la reforma, trata de incorporar a sus beneficios el 80% de la población del país. El régimen de reparto reemplazará al de capitalización, que rige desde su implantación, como seguro de enfermedad, invalidez y vejez. El propósito de la enmienda legal, es el de implantar un seguro social amplio. En vez del sistema de acumular capitales que desvaloriza la inflación, se establece el método presupuestario en que los egresos que demanda la Seguridad Social, corresponden al monto de los ingresos efectivos representados por la cotización tripartita de les aportes patronales, de los trabajadores y el Estado. El proyecto es archivado por la oposición al gobierno y solo, en 1952 estas ideas se incorporan a la Ley N° 10.383 denominada de Servicio Nacional de Salud. Sus efectos alcanzan, hoy, a una masa de 4.500.000 beneficiarios.

El Campesinado. Preocupado del problema social del campesinado y para cohonestar la intranquilidad que se advierte en las actividades de la agricultura, el Presidente, designó una comisión de representantes patronales, de los trabajadores y del gobierno, para que estudiara la materia. La Comisión presidida por el propio Jefe del Estado, se reune en numerosas ocasiones y establece puntos fundamentales en relación con el salario, las condiciones de trabajo, la vida social, etc.

Subitamente comenzaron a surgir divergencias entre las diversas partes de la Comisión. La Sociedad Nacional de Agricultura formaba entonces un baluarte que no perdía oportunidad para poner tropiezos al gobierno. La Comisión deja de reunirse. La actualización del asunto surge en el gobierno de González Yidela. Se llegó a la promulgación de una Ley sobre Sindicatos Campesinos, que asimila erróneamente a las labores agrícolas el mismísimo régimen de sindicalización que rige en la industria.

Acción Sociológica. Una acción sociológica educativa persigue el Presidente, cuando por decreto del Ministerio del Interior crea la institución denominada "Defensa de la Raza y Aprovechamiento de las Horas libres". Las finalidades eran orientar a la ciudadanía en el concepto de respeto a las leyes, velar por el desarrollo y perfeccionamiento de las virtudes de la raza, fomentar los sentimientos de convivencia y de solidaridad nacional, cultivar la conciencia del orgullo patrio, extender la cultura cívica, estimular los sentimientos de dignidad y de superación del individuo en la vida ciudadana y del hogar, aprovechando las horas que el trabajo deja libres, dedicándolas a entretenimientos, deportes y actividades educativas. Persigue el culto de la nacionalidad, al margen del énfasis agresivo del nazismo y del culto a la persona, que caracteriza a los régimenes totalitarios.

En los países azotados por la guerra, el funcionamiento de centros semejantes, ha promovido la confraternidad entre los que fueron enemigos y tenían manchadas las manos de sangre. El Presidente Aguirre, como sociólogo, pretendía algo más fácil; que las juventudes, los hombres maduros y sus familias, pertenecientes a los distintos sectores, se identificaran en los mismos ideales de progreso social, en nombre de los símbolos superiores de la patria y de la raza, rectamente considerados. Sabía que las malquerencias, entre individuos o entre colectividades, se desvanecen cuando se producen contactos personales y se unifican los esfuerzos en pos de una tarea común. Quería también proporcionar oportunidades de acción a los que han carecido de ellas, a fin de que demostraran su capacidad individual y la hicieran fructificar. Para esto, el Presidente, le confirió a la organización un sello típicamente chileno, adaptado a la idiosincracia nacional. La idea no está desintegrada de los ideales que inspiraron la "CORFO". El Presidente Aguirre debió constatar, luego que la educación de los estratos populares, se encuentra condicionada a otra labor: la reeducación de los estratos burgueses y oligárquicos, con cuya colaboración ha de ejecutarse la obra en favor del pueblo, aunque esta colaboración solo se traduzca en no poner obstáculos a la actividad social que está desarrollándose. La muerte del Mandatario malogró la obra que estaba destinada a desarrollar el organismo de "Defensa de la Raza y Aprovechamiento de las Horas Libres". Los sucesores del Señor Aguirre, optan por diferir la reanudación de esta obra, hasta el momento en que el clima de cooperación social en Chile sea más adecuado para llevarla adelante

Tropiezos de su Obra. Desde que la República consolida sus instituciones, sobre bases de organización y estabilidad, no actuó nunca en la vida política de Chile, otro bloque de oposición al gobierno, más encarnizado ni más irreductible que la Alianza Liberal-Conservadora frente al gobierno del Presidente Aguirre Cerda, con excepción de aquellos que combatieron a O'Higgins y luego a Balmaceda, de contornos que lindan con la abdicación y la guerra civil.

Años mas tarde, la oposición rectificó sus procedimientos, cuando los partidos derechistas tuvieron participación directa en la Administración de Don Juan A. Ríos y Don Gabriel González, incluso, en las mas incongruentes combinaciones de partidos, como en la Presidencia de este último. Por el contrario, entre 1938-1941, era como si la Derecha hubiera abdicado de toda actitud mesurada, incluso de toda consideración patriótica.

El control del Parlamento y de la Prensa estaban en manos de la Derecha. Las publicaciones de esta tendencia, presentaban a un régimen avasallado por el predominio marxista; a un país convulsionado por la agitación social; a un gobierno inestable, debilitado por la anarquía y la incompetencia de sus colaboradores.

A raíz de tales publicaciones el gobierno encontró serios impedimentos para contratar los empréstitos extranjeros, requeridos para dar cumplimiento a la Ley de la Corporación de Fomento de la Producción, que determinaron al Ministro del Interior de la época Don Pedro Enrique Alfonso, a limitar la cuota de papel asignada a la empresa periodística "El Mercurio" implicada en aquella campaña. Esta sanción, la única que estaba en manos del gobierno en aquellas circunstancias, coincidió con una rectificación de conceptos en el tono de los comentarlos de ese rotativo, que hizo suponer en el Ministro que el mencionado periódico, mejor informado, modificaba su posición, derogándose de inmediato la restricción de la materia prima.

Acusación contra Ministros. Otra expresión de los desbordes fiscalizadores de la Derecha, es la acusación presentada en contra del Ministro del Interior Don Guillermo Labarca a raíz de las elecciones complementarias de Senador de las Provincias de Valparaíso y Aconcagua. La jornada cívica alcanza relieves de inusitada violencia. La caldera de hostilidades, alimentada, cotidianamente, por el fuego de una oposición sin tregua, atizaba los ímpetus de la corriente adversaria del gobierno y suscitaba, una reaeción defensiva en la corriente solidaria con el gobierno. Con mayoría en el Congreso y gozando de amplia libertad, la Derecha se consideraba víctima del gobierno. La elección de marras, era una válvula de escape para las posiciones de uno y otro bando. Un fenómeno tan natural no era analizado en sus exactas proporciones por la Derecha.

La Derecha perdió esa elección complementaria, como un año más tarde—1941—perdió la de Parlamentarios en ambas ramas del Congreso.

Triunfo la acusación contra el Ministro y éste renunció a su cargo el 13 de Noviembre de 1940. La Derecha adoptó la decisión de abstenerse de participar en las elecciones generales para renovar el Parlamento. Esa decisión encerraba gravedad extrema. Desertaba voluntariamente de la contienda. El gobierno, pudo dejar que los acontecimientos siguieran su curso y haber logrado un Parlamento unilateral.

El Presidente Aguirre, llamó a su nuevo Ministro del Interior,Don Arturo Olavarria; analizaron fríamente la situación, respondiendo a la proposición desatentada de la Derecha con la idea de una reforma de la Ley de Elecciones, según la cual, las elecciones quedaban garantizadas por el control de las Fuerzas Armadas, a las que entregaba el resguardo del orden público y la misión de impedir toda suerte de desmanes y de intervencionismo. La reforma fue aprobada y contó con el concurso de todos los partidos políticos con representación en el Congreso. El estatuto de la Ley N° 6.825 de 11 de Febrero de 1940 rigió el pronunciamiento cívico de 1941 y ha seguido rigiendo con satisfactorios resultados hasta la reforma que implantó la Cédula Única Oficial y la supresión de las secretarias de partidos, a las que se acusaba de promover el cohecho.

Una segunda acusación incohó la Derecha en el Parlamento, contra el Ministro de Relaciones Exteriores Don Abraham Ortega, dando el carácter de gravísimo "affaire" a las irregularidades surgidas por la incorporación a nuestra nacionalidad de elementos raciales provenientes de Europa. No obstante, es el propio gobierno el que ordena una investigación.

La acusación, en definitiva, fue rechazada por el Congreso Nacional; pero, habiéndose puesto en tela de juicio la probidad funcionaria del Ministro, éste dignamente presentó la renuncia.

Alzamiento Militar. En Agosto de 1939 el gobierno anuncia el estallido y el fracaso simultáneo, de un conato sedicioso, capitaneado por el General de División y ex Jefe de la Plaza, Señor Ariosto Herrera Ramírez, que en connivencia con algunos políticos de la oposición, querían hacer presente una pretendida inconformidad de las Fuerzas Armadas con el gobierno del Presidente Aguirre Cerda, al que tildan de comunista. Un tácito acuerdo mueve, cual resorte mágico al pueblo de Santiago. Es de tal manera imponente la manifestación popular que, ni la policía ni las Fuerzas Armadas—que, aparte de la pequeña fracción sublevada por el General Herrera son leales al gobierno—tienen necesidad de intervenir. El conato de subversión, que el historial de la época señala como el "Ariostazo", se desploma solo y sus responsables, son juzgados y sancionados por la justicia ordinaria.

El General Herrera, era un militar sinceramente patriota, transido de nacionalismo, pero exagerado. Es seducido por el adulo interesado de-algunos políticos de la oposición, haciéndole creer que el gobierno estaba dominado por el Comunismo Internacional, que la agitación de las masas equivalía a una revolución marxista en ciernes. El General Herrera, simplemente cayó en la trampa. Una ofuscación le hizo mirar equivocadamente el panorama de la patria ese 25 de Agosto de 1959, después de una vida jalonada de merecimientos.

Medidas contra Funcionarios. Dos altos funcionarios públicos, señalados como enemigos del nuevo gobierno, por sus actuaciones; el Director del Registro Electoral y el del Registro Civil Señores Ramón Zañartu Eguiguren y Fernando Jaramillo Valderrama, que para su remoción requerían, por ser Jefes de Oficina, el acuerdo del Senado, son llamados a retiro, petición que no acatan.

Convencido el gobierno, de que no contaría con la aprobación del Senado para alejarlos de sus cargos, se ve obligado, como recurso de propia defensa, a ordenar su relegación, al primero, a trasladar en comisión de servicio, al segundo. Este último presenta una acusación constitucional al Senado contra los Ministros de Estado, que han intervenido en la medida en su contra.

La Alta Cámara acoge la demanda y el acusador usa el recurso legal de continuar el trámite en los Tribunales de Justicia, obteniendo que los miembros del gabinete lo indemnizaran por los supuestos perjuicios que se le habían inferido. Los jueces acogen la querella del funcionario Se trata de un recurso judicial, que el régimen constitucional de Chile, mantiene vigente en más de 130 años.

Se trataba de los resquemores de una contienda; era la convicción en la conciencia del bando vencido de que el paso del régimen liberal, al régimen de una Izquierda en el Poder, no podía efectuarse sin causar una conmoción.

Lección de Cordura. En 1938 un abismo se abría entre uno y otro frente. Tanto el bando derechista como el bando popular, habían marchado, a través de un siglo, por caminos enteramente diversos.

En la Derecha y aún en muchos tranquilos burgueses prevalecía la impresión de que no era posible sustituir un régimen por otro sin dar lugar a tremendas requebrajaduras. Pues bien, el acontecimiento político de más amplia resonancia en el Continente, la transformación del régimen de una casta en uno de ramificaciones nacionales, se produjo pacificamente, sin derramar una sola gota de sangre, sin invadir la propiedad de nadie, sin vulnerar derecho alguno. Este fenómeno, que solo se aprecia remontándose a su época y analizándolo con serenidad, se debe al Frente Popular, como entidad que conquistó el Poder; se debe, particularmente al Partido Radical, a sus dirigentes, se debe, también, sin duda, a la cordura, al buen sentido y al patriotismo de algunos personeros de la Derecha, que actuaron ocasionalmente, como amortiguadores; pero se debe, principalmente al conductor del movimiento, al responsable de sus consecuencias, se debe a Don Pedro Aguirre Cerda, a sus convicciones, a la concreción de su voluntad que, al moderar los ímpetus de sus propios partidarios, consiguió conjurar la fobia de sus enemigos, aún de aquellos más inconscientes.

Demagogía y Caudillismo. Otros dos cauterios aplicó Don Pedro Aguirre sobre otras dos llagas que amenazan a desgarrar a Chile, fueron los cauterios aplicados sobre la llaga de la demagogia y sobre la llaga de las dictaduras. La una, agitada por la propaganda de la Izquierda marxista y de la Derecha, la otra, por la entronización caudillista y despótica, cuya amenaza se hacía presente a intervalos, con anterioridad a 1938.

Muerte del Mandatario. Sería necesario decir que la actividad sin tregua, su incansable batallar, el poner, de continuo, su pecho frente a los dardos de la oposición, fueron los factores que minaron su salud y lo llevaron a la tumba.

Aquejado por la enfermedad, no interrumpe sus afanes; le preocupa la marcha de todos los asuntos del Estado; ningún decaimiento, ninguna tortura física le sirven de escusa para eximirse de las altísimas responsabilidades que había asumido. Unicamente, al verse vencido por la dolencia, instado al reposo por los facultativos que lo atienden, decide acogerse a un descanso que él suponía transitorio y delega el bando en manos de Don Jerónimo Méndez Arancibia, a la sazón dirigente del Partido Radical.

La ceremonia de rigor se realiza en un acto sencillo, con asistencia de algunos Ministros de Estado y de los funcionarios a que les corresponde intervenir, sin publicidad, en las últimas horas de una tarde de Octubre de 1941.

La implacable realidad pone, de manifiesto, que la dolencia del Presidente Aguirre Cerda es de carácter fatal. El fallecimiento del Presidente de la República se produce el 23 de Noviembre del mismo año.

El sentimiento nacional cayó en la cuenta de que Chile sufría una perdida irreparable. Esta sensación inequívoca embargó el alma de la nacionalidad.