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Labores manuales
Artículo de la Enciclopedia Chilena

Este artículo es parte de la Enciclopedia Chilena, un proyecto realizado por la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile entre 1948 y 1971.
Código identificatorio: ECH-3009/8
Título: Labores manuales
Categoría: Folclore


Labores manuales.

Muy repartida entre las artes decorativas y algunos rutinarios oficios - llamados por los unos trabajos carcelarios y por los otros "artes menores" - desborda una gran rama de la artesanía, rebalsando hacia toda suerte de proligidades y aficiones patentizadas en los más diversos materiales. Distinguese estas manifestaciones como poco individualistas o como las que menos acusan el sello del artífice; y, su odioso utilitarismo las aleja, muchas veces, del campo folklórico.

La nómina de estas "manualidades" asciende a las altas artesanías del cristal, del vidrio y de la orfebrería; pasando por los primores del marfil y las piedras preciosas; ahondando en la forja del hierro, la talla de la madera y la cantería de la piedra, para descender hasta la obra empeñada en el cuerno, en los frutos, el hueso, el cuero, las conchas, el papel, el cartón y hasta las pastas sintéticas, con una desaprensión y una frivola complacencia que más bien reclaman paciente esfuerzo que afinada sensibilidad.

Buena parte de estas ocupaciones eran protegidas oficialmente - estaban a cargo de artífices hispánicos - durante la dominación española en Chile: pero las guerras de la Independencia interrumpieron ese ejercicio profesional y la expulsión de los expertos precipitó la decadencia de diversas obras. Los catálogos de la exposiciones organizadas en Santiago, hace un siglo, por el Presidente Bulnes ponen en evidencia la penuria, si no la extinción de esta línea de actividades, penosamente renovadas, mucho más tarde, en condiciones de inferioridad.

Las naciones del extremo austral de Suramérica no alcanzaron a heredar las capacidades de una artesanía que fomentaban los poderes virreinales. En los dominios mexicanos y peruanos se perpetuaron casi todas estas bellas labores; y, solamente para el Perú bastaría mencionar, en nuestros días, la perseverancia de las filigranas de plata de Arequipa y Tacna, los tejidos de Paracas y Acamayo, las cerámicas de Cuzco y Pucará y los esculpidos mates de Huamanga para señalar tradicionales jerarquías artesanas que ni los talleres del Uruguay, el Paraguay, Bolivia, Brasil, Argentina y Chile aspiren a igualar y superar.

Un márgen especial requieran estas labores artesanas que hicieron época en los subsiguientes días republicanos, sin llegar a persistir. Relacionándose en algo a la industria de las pintadas cartulinas se dieron en la confección de las barajas caseras algunas muestras singulares. Con cierta analogía, en lo que atañe a la ilustración misma, figuraron otrora los ensayos de xilografía por los tiempos de la Guerra con Perú y Bolivia (1879-1883) y de cuyos eventos y glorias la prensa santiaguina publicó arrobadoras estampas de grabados en madera. El estilo peculiar de estos trozos se hizo extensiva a la ilustración de folletos, panfletos, versos callejeros y almanaques; calificados esta especialidad como una fugaz y preciosa, adquisición de la artesanía nacional.

Eran los propios tiempos en que también dominaba el espectáculo de los títeres y del laboreo y exorno de esas muñecas quedan aún primores en nuestros desvanes campesinos.

Aunque consideremos tan apreciadas labores con efecto retrospectivo no nos será posible situar en Chile, y como individuales capacidades, indicios de "vitreas sopladuras" o propósitos de fundir cristales, como los que heredaron los mexicanos de la Madre Patria; debiendo relegar íntegra tales facultades a la industria. Poco podemos apuntar, asimismo, en el ramo de la platería y los trabajos en nobles metales y piedras finas, exceptuando la gloriosa promoción de los trabajos jesuitas (artículos de culto) en Calera de Tango. Por lo que hace al hierro, la piedra y la madera, en su más alta concepción, nos vemos también forzados a referirnos a los tiempos coloniales en la obra patente que exhiben los edificios históricos y los museos.

Referencia especial reclaman ciertas manías, sin extravagancia, en las cuales la raza afirma su propensión de plasmar objetos de uso dilecto. Señalando una coincidencia de gustos, ya entronizada en todo el extremo meridional de América, los "facones" de allende la Cordillera y los "puñales" de aquende gozan todavía de la mayor dedicación y codiciosa solicitud, al llevar su temple, decoración y laboreo a fanáticas proporciones; con similar privanza a la que a ambos lados de los Andes se prodiga aún a las vasijas de asta ya sea los "chambaos", o simples vasos de cacho, o los "chifles" que aprovechan el cuerno completo, lo pulen, lo ensortijan y lo estilizan para el brindis o para el adorno mural. Son numerosas las manualidades chilenas circunscritas a esta materia. Llay Llay sobresale con sus vasos de asta; y, muy diseminada queda la afición por lo buquecitos a vela, pájaros, tinteros, vasos plegables, etc.

Con los materiales que se indican han llegado a destacarse entre las aficiones aisladas las siguientes: abundan en la comarca frutera de Coquimbo y Elqui las figuras y los cuadros elaborados con pastas de frutas y los anillos y prendas en corazón de durazno. Con conchas y valvas no dejan confeccionarse, en Puerto Montt, Caldera, Coquimbo y Concón, objetos de adorno y especialmente cajuelas, alcancías y marcos. En algunos puertos, y de preferencia en los presidios, se ejecutan aquellas obras de paciencia que implican los frascos con tierras de colores y los buques y casas armadas en el interior de botellas. En las poblaciones del litoral se emplean las escamas de peces aplicadas a los objetos de adorno. Las plumas de aves son utili­zadas, preferentemente en las grandes ciudades para la confección de sobrecamas, sopladores, abanicos, marcos y sombrillas. Especialidades de leñas vetadas se ejecutan en Colina conformando peines de naranjo y en Coquimbo de guayacán. Con recortes de espejos, vidrios cortados, trozos de hojalata o de plomo se preparan, también en las urbes muchas curiosidades. Chillán ha impuesto sus modelos de zuecos en hule y madera. De Valparaíso provienen los dientes grabados (de cachalote); y, como artículos cabe mencionar las maletas tejidas a telar de El Palqui (Coquimbo), las flores de caray de La Serena, los juguetes (de género) de Coquimbo, las botellas pisqueras rellenas de caliches (de diversos tonos) en Antofagasta, etc., etc.

Con afán de clasificación genérica serla menester referirse a proporciones de mayor alcurnia, coronadas, naturalmente, por las labores de cuero y del metal que tienen relación tanto con los arreos de montar como con la vestimenta del guaso. Los trabajos del cuero cuentan con los mejores artífices en el Valle Central y como una florescencia artesana de las labores industriales implantadas por los vascos en las curtidurías ("curtiembres"). La cartera, el monedero o portamonedas (estuche o bolsa) y la típica "billetera" de Chile abren una serie amplísima que abarca hasta el odre y las petacas, pasando por las "guayacas" (monederos de cuero de quique), las bolsas de chivito y muchas otras menudencias. Han sido desechadas algunas aplicaciones prácticas, como las petacas esféricas para la grasa, las petacas rígidas y cuadrangulares que sirven de arca y las alforjas, derivadas del cuévano español bien representado por las árgenas chilenas.

Aún más amplia perspectiva ofrece la manufactura de los juguetes (madera, género, paja, metal) cor los simples modelos de rigor, burdamente pintados. Con mayor curiosidad se hacen, en madera u hojalata, los pequeños mueblajes, cunites, casitas, barquitos y las sempiternas carretas y guitarras. Es le "muñequería" la más varia afición de los artesanos, prodigándose en toda suerte de materiales y no desdeñando las máscaras y recios sombreros.

En el papel y el cartón poco se ha discurrido, fuera de los útiles y envases, exceptuando la encuadernación de lujo o con aplicaciones, propiamente manuales, en ejemplares de la más suntuosa calidad y acabado. Abundan, también, los amuletos, o más bien, los recuerdos de festividades o ceremonias y las tarjetas ilustradas de saludo y parabien (Pascua y Año Nuevo). Optimamente representadas estén estas en la afición nacional de los "encintados", o sea aquellas cartulinas y papeles impresas en oro o dibujadas con flores adheridas o entrelazados cor cintas y medallitas (Bautismos y Primera Comunión). La propia "manualidad" de las flores artificiales, otrora prepotente ya fuera en palo, cera, escamas, papel, cartón, pasta, etc., logra defenderse de la competencia industrial, pero sin llegar a proporcionarse diversas aplicaciones.

Los trabajos en calabazas no pueden igualarse con los del país del norte, pero los ejemplares de los mates labrados de Calama (reviviscencia de las tribus atacameñas) y de Renca como aporte criollo, acusan una cierta habilidad. Usase también este fruto para palas, cucharones, "porongos"; y, en la figura de la característica vasija para preparar la yerba paraguaya, adquiere todas las formas.

Solamente se pueden citar entre las aplicaciones en el metal -bien variadas en la época colonial- los pasadores, pestillos, aldabas, picaportes, goznes, llaves, cerrojos, regatones, manillas, perillas, guarniciones, insignias, veletas de hierro y especialmente los llamadores o "golpeadores" de manito y para el cobre y bronce los "braseros", las palmatorias y los candeleros.

Someramente también hay que referirse a las grandes labores de la madera, citando las carretas, carretillas, yugos, arados, rastras, enjalmas y los primorosos estribos; como también las jaulas, trampas, útiles del telar, herramientas, bastones, peines, "asentadores", balanzas, cucharas, paltos, morteros, palanganas e instrumentos de música.

En materias varias se debe aludir a los tejidos de hoja de palma, las joyas y aderezos de coco, los cinturones de crin, las flores de miga de pan; y, otras menudencias en escamas, espinas, plumas, pastas, conchas, semillas, polvo y palos.

Entre los trabajos propiamente carcelarios quedan por clasificar aquellos de alambre, alpaca, hilo, hojalata, lienza, etc.; y, las especialidades de zapatería, mueblería, jabonería, herrería, etc.; con muestras interesantes presentadas en exposiciones especializadas.

Pasan a aplicarse a otros ramos las aficiones de la cantería, la forja, el tallado, la peletería, la escultura en yeso y pastas y metales, la lencería, la filatura, el vestuarios, etc.



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