Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.

XLVIII.

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En torno ciñe el mar pequeña roca,
Mas de inmovible y bien fundado asiento;
Y aunque mas es profundó su cimiento,
Por nuestra culpa la su alteza es poca.

En medio en blanca ropa y blanca toca
Desnuda de qualquier otro ornamento
Está una Ninfa: y nunca el mar por viento
Fiero, la planta del pie tierno toca.

Tendidas por el agna van mil almas
A salvarse á la roca, mas en vano,
Que la Ninfa de mil, alza dos solas:

Dichoso tú, Iverino, que á dos palmas
Asido, y á su fiel segura mano
Vences el viento y las sobervias olas.