En nombre de España a la majestad de la reina
Deje el mar inquieto el navegante,
de congojas la cárcel y el archivo,
los temores del viento fugitivo,
el mirar a poniente y a levante;
que al pobre, al rico, al sabio, al ignorante
que hay ya en mí, nuevas Indias apercibo;
que del nácar de Austria las recibo,
do el sol Felipe me crió un diamante.
Vos, Margarita, habéis mi Arabia sido,
pues cambiáis en riqueza mi pobreza,
vos sois la oliva que mi paz promete
con el Fénix de España que ha nacido:
que espero en su valor y su grandeza
que no habrá libertad que no sujete.