En los campos de Vergara
¿Qué inusitada aclamación festiva convierte el gozo de mi patria en duelo? ¿Por qué de mar a mar con raudo vuelo suena sin fin centuplicado el viva? La Paz, sí: ¿no la veis, de fresca oliva la sien ordena, descender del cielo, en su diestra agitar cándido velo, y ahuyentar la Discordia vengativa? ¡Oh momento feliz! Su horrible tea de la nación magnánima española maldita siempre y execrada sea; y anuncie el blanco lino que hoy tremola y en que la cifra de Isabel campea, un grito, un pensamiento, un alma sola.