En la traslación de los restos de D. Pedro Calderón
Gloria y delicia de los patrios lares, ¡buen Calderón!, de tu fecunda vena el copioso raudal el orbe llena venciendo espacios y cruzando mares. Difunden hoy tus dramas a millares las prensas de Leipsick, los oye Viena, y hasta en las playas bálticas resuena el cisne del modesto Manzanares. ¡Oh hispana juventud! Si al arduo empeño de hollar del Pindo la sublime altura no te alentare porvenir risueño, esa pompa. ese mármol te asegura con muda voz que, si la vida es sueño, siglos de siglos el renombre dura.