Algo en prosa y en verso/En la muerte de Carolina

Nota: Se respeta la ortografía original de la época


EN LA MUERTE DE CAROLINA.

–––

(Imitación de Fr. Luís de León.)


Alt=A

lma celeste y pura     

Que en el empíreo cobras nueva vida:
¡Cuánto en fiera amargura
Con tu cruel partida
Dejas ¡ay! á la mía sumergida!

¿Para qué te miraron
Los ojos? Los oídos cariñosos,
¿Para qué te escucharon?
¡Momentos venturosos,
Que cual fugaz relámpago volaron!

Si en el oscuro suelo
No había para ti digna morada,
¿Por qué dejaste el cielo?
¿Por qué nos fué acordada
Tu luz, para después sernos robada?

Aguarda, tente, espera;
No abandones el cuerpo vuelto hielo;
No dejes ¡ay! la esfera;
No remontes el vuelo;
No te disfrute aún el alto cielo.

¡Cruel! ¿No das oídos
Al deseo del alma que te adora?
¿No escuchas los gemidos
Del que tu ausencia llora,
Del que espera tu voz encantadora?

¿Dó estás, bella sirena,
Que el corazón llenabas de alegría?
¿Dó tu canto resuena,
Aquel que sonó un día
En lo más interior del alma mía?

¿Qué los amantes ojos,
Las gracias de tu boca, qué se hicieron?
En míseros despojos
De muerte se volvieron,
Aquellos que otra vez tanto lucieron.

¡Oh! Vuelve, vuelve, hermosa;
Vuelve á mostrar tus gracias cual solías;
Vuelve á ser cariñosa,
Y de mis tristes días
Á disipar las fieras agonías.

Mas ¡mísero!.... ¿qué digo?
¡Dichoso aquel que el alto firmamento
Ocupara contigo,
Y el mundanal tormento
Viera tranquilo, del sublime asiento!

¡Felice tú, señora,
Que en el celeste puerto apetecido
Miras nacer tu aurora!
Yo, solo, sin sentido,
En la noche del mundo estoy perdido.


1824.