En el muladar
de Pedro Antonio de Alarcón


 Mendigo: tu blasfemia me estremece...
 Deja que olvide a Dios el venturoso;
 pero tu labio hambriento y asqueroso
 con renovada fe bendiga y rece:
 

 Todo, menos su Dios, le pertenece
 al opulento, sano y poderoso,
 y el pobre, enfermo, triste y haraposo,
 de todo, excepto de su Dios, carece
 

 Dios es al cabo el único enemigo
 del vano, del audaz, del sibarita,
 y la sola esperanza, el solo amigo
 

 del que llora, padece y necesita...
 ¡Sin Dios, el universo se anonada!
 ¡Sin Dios, el rico es Dios, y el pobre nada!