En el centenario tradicionalista: A las juventudes de España

En el centenario tradicionalista

A LAS JUVENTUDES DE ESPAÑA



 Cien años de persistir en el mantenimiento una ideología clara y definida que en medio de la confusión creciente de las revoluciones modernas va ganando en nuestros días el alma atormentada de los pueblos cristianos; de rendir sacrificios, que rebasando los términos de la vida de los hombres y las generaciones, alcanzan categorías de epopeya de un pueblo irredento que pugna por levantarse; de permanecer fieles a soberanías proscritas, porque en el destierro seguían sirviendo al reino del ideal del espíritu nacional, proscrito también en España, son hechos de tan extraordinario relieve, que no pueden concebirse sin un fundamento de verdad indestructible, sin una fe heróica, sin un claro designio providencial que los sustente.

 Una vez más, España resistió victoriosamente a su destrucción como pueblo, perseguida por una especie de conjuración universal, que no podía olvidar que fué este el pueblo de la Contrarreforma y adivinaba en su actitud insobornable, que sería el ejemplar y la fuente de la contrarrevolución triunfante hoy en Europa.

 Al llegar esta fecha memorable, las Juventudes Tradicionalistas quieren celebrarla creando un nuevo impulso, que arrastrando a su empresa generosa a toda la juventud española, acelere aún a costa de los mayores sacrificios el día de la salvación de España.

 Aspiramos a lograr un arrollador movimiento nacional de juventudes, que sea como la vanguardia y la protección que abra paso y franquee el resurgir trabajoso de la Patria en todas sus actividades y manifestaciones de vida.

 Las religiosas, las agrarias, las industriales, las culturales. Que no se engañen estas: sus reivindicaciones serán letra muerta, mientras no triunfe una concepción política, que abra las puertas del Estado a sus genuinas representaciones orgánicas, desplazando del Poder a las sectas y partidos que lo detentan. Pero el Estado que estos han creado para su servicio, no se suicidará con sus propios medios, tendrá que desmontarlo el vigor de una juventud, que no se resigna a ver morir a España.

 La posibilidad de implantar con fruto y acierto nuestras doctrinas, atestiguadas por la gloria y la prosperidad de los mejores siglos de nuestra Historia, ha sido, no obstante, desconocida o impugnada por quienes para ello se amparaban en los imperativos de las circunstancias. Hoy nada de esto puede mantenerse. El ejemplo magnífico de los pueblos salvados con la implantación fácil de los sistemas contrarrevolucionarios, ha culminado para aliento nuestro, en el movimiento de Austria. También nosotros, debemos aspirar a una organización política propia, española, con inspiración nacional y no extraña.

 No ofrecemos a los jóvenes españoles una «carrera política»; eso, debe acabar para siempre. Les ofrecemos la auténtica gloria de abrir paso a un Imperio español que vuelve, y de ser en él las encarnaciones de su genio inmortal, en los campos de la Fe, en las Artes, en las Ciencias, en las conquistas económicas y del trabajo.

 Frente a los partidos, el Frente Nacional y Tradicional que los destierre. Frente a las sectas obscuras, la claridad Divina de nuestra Fe religiosa. Frente al marxismo opresor y al liberalismo estúpido que lo ha engendrado, la concepción integral y cristiana de la producción económica. Frente a la comodidad materialista el vivo espíritu de sacrificio: y frente al desaliento, la cobardía o el conformismo, el grito rebelde de una juventud impaciente, que por los arcos triunfales de la Roma eterna, se incorpora al movimiento libertador contrarrevolucionario, para acabar su jornada centenaria pictórica de espíritu propio e irrumpe en el mundo, llevando sobre su frente el pensamiento genial que organizó los mundos y encierra la fórmula única de las civilizaciones del porvenir.

 Esta será la conmemoración del Centenario Tradicionalista, desarrollada según las instrucciones que dicte la Comisión Organizadora del mismo, en la que han depositado su pleno voto de confianza las Delegaciones de las Juventudes de toda España. No simplemente un recuerdo, sino un punto de partida. Porque el mejor homenaje a los que cayeron es llevar al triunfo el ideal a que sacrificaron sus intereses y sus vidas.

 Las Juventudes de: Madrid, Cádiz, Córdoba, Granada, Jaén, Málaga, Sevilla, Ecija, Zaragoza, Oviedo, Gijón, Baleares, Fuencarral, Loeches, Alcalá de Henares, Toledo, Ciudad Real, Guadalajara, Santander, Burgos, Logroño, Segovia, Avila, Haro, Barcelona, Badalona, Tarrasa, Lérida, Gerona, Olot, Tarragona, Vall de Uxó, Tortosa, Santiago, Orense, Vigo, Salamanca, Astorga, Valladolid, Murcia, Castellón, Valencia, Sueca, Benicasim, Crevillente, Burriana, Villarreal, Alava, Guipúzcoa, Navarra, Vizcaya, Sigüenza, Mondragón, Tolosa, Durango y Munguía.


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