En Monte Carceña
En tus quebrados senos, oh Carceña,
retoña el roble que robusta quilla
dio a las cántabras naves, y en Sevilla
plantó, hace siglos, la cristiana enseña.
¡Oh, si de nuevo en tu cerrada breña
hallaren presa el hacha y la cuchilla,
aún lograran los mares de Castilla
lucir hazañas que la mente sueña!
Sóbrale jugo a la silvestre rama;
fáltales sangre a los mortales pechos
que a esfuerzos nuevos y a grandezas guíe;
sangre que el hielo trueque en viva llama,
ociosas quejas en fecundos hechos,
y a la loca fortuna desafíe.