Elogio de la seguidilla

Prosas profanas (1917)
de Rubén Darío
ilustración de Enrique Ochoa
Elogio de la seguidilla





ELOGIO DE LA SEGUIDILLA

METRO mágico y rico que al alma expresas
Llameantes alegrías, penas arcanas,
Desde en los suaves labios de las princesas
Hasta en las bocas rojas de las gitanas.

Las almas harmoniosas buscan tu encanto,
Sonora rosa métrica que ardes y brillas,
Y España ve en tu ritmo, siente en tu canto
Sus hembras, sus claveles, sus manzanillas.

Vibras al aire alegre como una cinta,
El músico te adula, te ama el poeta;
Rueda en ti sus fogosos paisajes pinta
Con la audaz policromia de su paleta.

En ti el hábil orfebre cincela el marco
En que la idea-perla su oriente acusa,
O en tu cordaje harmónico formas el arco
Con que lanza sus flechas la airada musa.

A él tu voz en baile crujen las faldas,
Los piececitos hacen brotar las rosas
E hilan hebras de amores las Esmeraldas
En ruecas invisibles y misteriosas.

La anudaluza hechicera, paloma arisca,
Por ti irradia, se agita, vibra y se quiebra,
Con el lánguido gesto de la odalisca
O las fascinaciones de la culebra.

Pequeña ánfora lírica de vino llena
Compuesto por la dulce musa Alegría
Con uvas andaluzas, sal macarena,
Flor y canela frescas de Andalucía.

Subes, creces y vistes de pompas fieras;
Retumbas en el ruio de las metrallas,
Ondulas con el ala de las banderas,
Suenas con los clarines de las batallas.

Tienes toda la lira: tienes las manos
Que acompasan las danzas y las canciones;
Tus órganos, tus prosas, tus cantos llanos
Y tus llantos que parten los corazones.

Ramillete de dulces trinos verbales,
Javalina de Diana la Cazadora,
Ritmo que tiene el filo de cien puñales,
Que muerde y acaricia, mata y enflora.

Las Tirsis campesinas de ti están llenas
Y aman, radiosa abeja, tus bordoneos;
Así riegas tus chispas las nochebuenas
Como adornas la lira de los Orfeos.

Que bajo el sol dorado de Manzanilla
Que esta alzulada concha del cielo baña,
Polítona y triunfante, la seguidilla
Es la flor del sonoro Pindo de España.

Madrid, 1892.