Elementos de economía política: 30


Capítulo VII : Del capital, tercer instrumento de producción.

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    • I. De la naturaleza del capital.
    • II. De las diferentes especies de capitales.
    • III. Cómo se forman los capitales.
    • IV. De la posibilidad de evaluar el capital nacional.

§. III. Cómo se forman los capitales.

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224. Los capitales se forman por el ahorro de las ganancias y por la acumulación de los ahorros sucesivos, con el fin, no de atesorar, sino de hacer adelantos a la producción.
225. Se ahorra gastando dinero, lo mismo que amontonando pesos sobre pesos, con tal de que se gaste a título de adelanto y para un consumo que será reembolsado con productos. En una palabra, hay capital, cualquiera que sea la cosa en que resida el valor ahorrado; y si un interés, un sueldo, un jornal, un ahorro se conservan por algún tiempo en forma de moneda, es para esperar, bajo esta forma más cómoda, a que la suma, acrecida por varias acumulaciones sucesivas, sea bastante considerable para hallar colocación. De este modo hay en cada país muchas pequeñas porciones de capitales, cuyo empleo resulta retrasado, y cuya suma total, en un pueblo numeroso, activo y económico, forma un capital improductivo muy cuantioso.
226. Otra especie de ahorro es el que se hace adquiriendo ciertas aptitudes, criando un hijo, etc. Si esas aptitudes son lucrativas, representan un capital, cuyo valor reside en las ganancias que pueden proporcionar. Si lo que se adquiere es puras habilidades, o lo que vulgarmente se llama adornos, no por eso las ganancias son menos reales, pues que satisfacen un placer. El hombre, aun cuando no sea más que un pobre peón, es, como ya hemos dicho, un capital acumulado, obtenido por una serie de privaciones y de ahorros. Cuando para nada sirve es un capital improductivo [1].
227. Los terratenientes y los capitalistas, que reciben sus arriendos y el interés de sus capitales en uno o dos pagos cada año, suelen verse apurados para colocar sus ahorros. Por el contrario, los empresarios industriales tienen toda especie de facilidades al efecto, pues consistiendo su oficio en manejar capitales útilmente, el menor de sus ahorros puede emplearse desde luego en aumentar la materia sobre que se ejerce su industria. No sucede lo mismo con los productores en pequeña escala, o sean los operarios de todas clases, cuyas economías son muy reducidas, y a quienes, por lo mismo, han hecho un grandísimo servicio las cajas de ahorros, facilitándoles la reunión de los suyos de un modo inmediatamente productivo. Un jornalero que ahorra dos pesetas por semana no puede sacar partido de esta corta suma, y se ve precisado a acumularlas economías de muchas semanas y de muchos años; pero si existe una caja de ahorros que merezca su confianza, el jornalero lleva a ella sus dos pesetas; otros ciento hacen lo propio, de manera que la caja se encuentra con doscientas pesetas que colocar en un mismo día, y de esta suerte cada jornalero se aprovecha desde aquel mismo día del interés de sus dos pesetas.
228. Toda economía es difícil, y por consiguiente, el ahorro es una virtud, porque los productores no pueden ahorrar más que aquella porción de sus ganancias que excede a sus necesidades, y que no dedican a la satisfacción de sus placeres o de sus pasiones. Cuando un género de industria da grandes beneficios, la competencia que inmediatamente se establece los reduce por necesidad; los métodos secretos, las posiciones excepcionales son casos raros, y las acumulaciones de los pueblos se componen más bien de una multitud de pequeños ahorros, que de un corto número de ahorros grandes, los cuales son siempre obra de muchos años. Por lo que respecta a las acumulaciones hechas a favor de ganancias abusivas, a consecuencia de monopolios, de lo que vulgarmente se llama gangas, de una gran fortuna al juego, etc., se parecen a todas las riquezas que son fruto del despojo o de la rapiña, y ejercen una grande acción disolvente sobre la moral de las naciones: lo que los acumuladores añaden de este modo a sus capitales no es sus ganancias anuales, sino una parte de las ganancias de los productores legítimos.
229. Por el modo con que se forman los capitales es fácil ver que los ahorros no disminuyen los gastos, y que en una ciudad industrial en que se aborra mucho, se gasta todavía más que en una morada regia en que se disipa enormemente. Sin embargo, los gastos son distintos. Un pueblo económico (lo cual no quiere decir que sea avaro ni mezquino) y observador, gasta todas sus rentas en producir los objetos más pedidos; y como cabalmente estos objetos más pedidos son los que mejor se venden, vese a la producción dirigirse entonces hacia los productos aptos para el consumo reproductivo.
230. Si la inteligencia del hombre es la causa de su superioridad, esa inteligencia se revela por los métodos que emplea, sobre todo, para reunir los medios de producción, para crear de un producto mucho más de lo que de él podemos consumir, y para cambiar el excedente por aquello que nos hace falta. Las tribus salvajes, que no conocen estos medios, dice J. B. Say, se asemejan a los brutos, y tienden a desaparecer de la haz de la tierra si la civilización no acude en su auxilio.

  1. Véase lo que queda dicho en el cap. III, §. VII, acerca de la clasificación de las industrias.