Elementos de economía política: 10


Capítulo III : Análisis de la producción.

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    • I. De lo que debemos entender por la producción de las riquezas.
    • II. De qué se componen los trabajos de la industria.
    • III. De los instrumentos generales de la industria: la tierra, el trabajo, el capital.
    • IV. Oficios respectivos de los tres instrumentos para producir.
    • V. Cómo se aprecian los gastos de producción y los progresos en industria.
    • VI. Si hay un trabajo improductivo. -Analogía de los productos inmateriales con todos los demás.
    • VII. Clasificación de las industrias.

I. De lo que debemos entender por la producción de las riquezas.

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52. Producir o crear valor o crear riqueza es dar utilidad a las cosas o bien aumentar la que ya tienen. No podemos sacar de la nada un solo átomo de materia, pero podemos crear cualidades que son causa de que materias sin valor le adquieran y se conviertan en riquezas. En esto consiste la producción en economía política; éste es el milagro de la industria humana [1]; y las cosas a que se ha dado valor se llaman productos o valores.
53. Como la industria no puede crear materia, su acción se limita a reparar, trasportar, combinar, transformar las moléculas de que se compone la materia. Las materias sobre las cuales se ejerce esta acción toman el nombre de materias primeras.
Un labrador toma semillas y abonos, los pone en una especie de crisol que llamamos campo, y a consecuencia de ciertas operaciones que la experiencia le ha enseñado, resulta que los principios contenidos en la tierra y en los abonos, unidos a los que les presta la atmósfera, se convierten en cereales, yerbas, etc. Luego, con ayuda de otro instrumento (un carnero), ese mismo labrador modifica las partículas que componen sus yerbas, y de ellas hace lana.
Un fabricante compra la lana de aquel labrador, la lava, la carda, la hila y hace con ella un tejido que, después de teñido, abatanado y dispuesto, forma nuestros vestidos.
Un comerciante hace experimentar a esa lana o a ese tejido, o bien al añil que debe darles color, la operación del trasporte, que pone estos objetos al alcance del fabricante, y proporciona así a este último la posibilidad de servirse de ellos.
54. Estas operaciones tienen analogías entre sí. Cuando un tintorero combina en sus cuencos agua, alumbra, añil y otras materias primeras, ¿no ejerce una industria análoga a la del labrador que, siguiendo los procedimientos de su arte, combina el agua, los abonos y los jugos que le suministran la tierra y el aire? El tintorero favorece sus combinaciones con ayuda del calor de un hornillo, el labrador se sirve del calor del sol; el tintorero confía su tejido a su caldera, como el labrador confía sus semillas a su heredad.
55. Después de estas consideraciones, que resumen muchas páginas de J. B. Say, penetremos todavía más con M. Rossi en el fenómeno de la producción.
La arrogante expresión de creación no debiera, en verdad, aplicarse más que a las producciones del ingenio. Hasta cierto punto Newton creó la teoría de la atracción, Corneille la tragedia del Cid; pero en la producción material no es lo mismo: el hombre no pone de su parte, en realidad de verdad, como dice Mill, más que el movimiento [2].
El que abre un surco determina un movimiento que rasga el seno de la tierra, con lo cual se hace más fecunda. En una fábrica, el más ignorante jornalero, como el mecánico más hábil, no producen más que movimientos que éste sabe calcular y aquel no. El químico, en fin, se limita a asociar o a separar los cuerpos: determina los fenómenos, pero no es la causa de ellos.
56. La producción es, pues, en último análisis, una aplicación de fuerzas que da por resultado un producto apto para satisfacer nuestras necesidades, y no, como han dicho algunos economistas, un producto apto para ser cambiado, porque esta definición haría creer que sólo el valor en cambio es riqueza, lo cual no es exacto, pues lo mismo comprende la riqueza al valor en uso que al valor en cambio.
57. M. Rossi admite en el fenómeno de la producción tres elementos:
Una fuerza, un modo de aplicación, un resultado; o en otros términos, la causa, el efecto y la transición de la causa al efecto.
Las fuerzas o causas son indispensables en la producción, y aun pueden obrar solas. Los otros elementos no son indispensables: ayudan a los primeros a producir, contribuyen a la producción, pero no la efectúan [3].

  1. «Producir no es crear, sino reunir útilmente sumas útiles.» (Gioia: lib. I, cap. IV.)
  2. Véase James Mill, Elementos de Economía política.
  3. Véase el párrafo sobre los instrumentos de la producción.