Escena II

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ELECTRA, MÁXIMO; MARIANO, GIL: el primero vestido de operario, con blusa; el segundo con traje usual, manguitos y la pluma en la oreja.


GIL.- (Mostrándole un cálculo.) Éste es el valor obtenido.


MÁXIMO.- (Lee rápidamente la cifra.) 0, 158, 073... Está equivocado. (Seguro de lo que dice y con cierta severidad.) No es posible que para un diámetro de cable menor de cuatro milímetros obtengamos un circuito mayor, según tu cálculo. La verdadera distancia debe ser inferior a doscientos kilómetros.


GIL.- Pues no sé... Señor, Yo... (Confuso.)


MÁXIMO.- Está mal. Sin duda te has distraído.


ELECTRA.- No ponéis la atención debida... una atención serena...


MÁXIMO.- Es que mientras hacéis los cálculos, estás pensando en las musarañas...


ELECTRA.- (Riñéndole.) Y hablando de toros, de teatros, de mil tonterías. Así sale ello.


GIL.- Rectificaré las operaciones.


MÁXIMO.- Mucho tino, Gil.


ELECTRA.- Y sobre todo mucha paciencia, aplicando los cinco sentidos... De otro modo, no adelantamos nada.


GIL.- Voy...


ELECTRA.- Y pronto... No descuidarse... ¡Vaya! (Vase GIL.)


MÁXIMO.- (A MARIANO, entregándole los metales unidos.) Aquí tienes.


MARIANO.- Para fundir...


MÁXIMO.- ¿Habéis preparado el horno?


MARIANO.- Sí, señor.


MÁXIMO.- Ponlo inmediatamente, y en cuanto esté en punto de fusión, me avisas. Con esta aleación haremos un nuevo ensayo de conductibilidad... Espero llegar a doscientos kilómetros con pérdida escasísima.


MARIANO.- ¿Haremos el ensayo esta tarde?


MÁXIMO.- (Atormentado de una idea fija.) Sí... No abandono este problema. (A ELECTRA.) Es mi idea fija, que no me deja vivir.


ELECTRA.- Idea fija tengo yo también, y por ella vivo. ¡Adelante con ella!


MÁXIMO.- (A ELECTRA.) Adelante (A MARIANO.) Adelante siempre.


MARIANO.- ¿Manda usted otra cosa?


MÁXIMO.- Que actives la fusión.


ELECTRA.- Que active usted la fusión, Mariano... que queden los metales bien juntitos.


MARIANO.- Los dos en uno, señorita. (Vase MARIANO llevándose el metal.)


ELECTRA.- Dos en uno.


MÁXIMO.- (Como preparándole otra ocupación.) Ahora, mi graciosa discípula...


ELECTRA.- Perdone usted, señor mágico. Tengo que ver si han despertado los niños.


MÁXIMO.- Es verdad. ¿Cuánto hace que comieron?


ELECTRA.- Tres cuartos de hora. Deben dormir medía hora más. ¿Está bien dispuesto así?


MÁXIMO.- Sí, hija mía. Todo lo que tú determinas, está muy bien.


ELECTRA.- ¡Tú mira lo que dices...!


MÁXIMO.- Sé lo que digo.


ELECTRA.- Que está bien todo lo que yo determino.


MÁXIMO.- (Mirándola cariñoso.) Todo, todo...


ELECTRA.- Que conste... Ea, voy y vuelvo volando. (Con suma ligereza, cantando, se va por la puerta de la derecha, hacia el interior de la casa. A punto que ella sale entra el OPERARIO por el fondo.)