El zorro y la vizcacha II
El zorro se aprovechó de que la vizcacha había ido a veranear con la familia en la costa de un cañadón, para apoderarse de su habitación en la loma.
Y cuando volvió la dueña, le declaró con toda desfachatez que, aunque conocía perfectamente que ella tenía para sí todo el derecho, se negaba a entregarle la cueva.
Protestó la vizcacha enérgicamente, y juró que haría valer su derecho.
-Para valer, el derecho necesita ayuda -le dijo el zorro-. Y agregó, riéndose: -¿Por qué no lo ve al perro?
La vizcacha rabió, pataleó; pero acabó por conformarse con hacer otra cueva, pues pronto se dio cuenta de que el zorro tenía razón: que el derecho, sin ayuda, poco vale, y que la ayuda, a veces, puede costar caro.