El viejo y la voz
-«Partes de mi propio cuerpo,
»formas un tiempo lozanas,
»¿cómo así os desmoronáis?-
-triste un viejo preguntaba.-
»Encaneció mi cabeza;
»púsose corva la espalda;
»la tez perdió su tersura
»y hasta las fuerzas me faltan.
»¿De qué arcilla deleznable,
»de qué polvo estáis formadas,
»que, en la escala de la vida,
»el subir os anonada?»-
-«¿Es que la materia muere»-
Clamó una voz sobrehumana.
-«Facultades del espíritu,
»que, buscando mejor patria,
»pugnáis siempre por romper
»la prisión que os avasalla;
»¿cómo tan altas crecéis?»-
-El mismo viejo exclamaba.-
-«Ahora mi entendimiento
»sus horizontes ensancha;
»y es mi voluntad más firme,
»y es mi memoria más clara.
»Nobilísimas potencias,
»¿de qué esencia estáis formadas,
»que en la aridez del invierno
»florecéis con tantas galas?»-
Y la voz dijo: -«El Eterno
»las forjó en excelsa fragua.
»Ellas proclaman a coro
»la inmortalidad del alma.»-