Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El tesoro.

Un sacristán de Jadraque
Tenia en un solo altar
Doce apóstoles pintados,
Y púsole á cada cual
Una candelita, un dia
Que los quiso cortejar.
Pero á San Bartolomé,
Que tenia á Satanás
A los pies, le puso luego
Otra candelita mas.
Esperando bien del santo,
Del diablo temiendo el mal.

Fuese de noche á la cama
Y se durmió el sacristán,
Soñando que le decia
El maldito Satanás:
—Porque me has puesto candela
Te voy un tesoro á dar,
Ven conmigo, que escondido
Lo tengo en un arenal.
Soñó, pues, que lo llevaba,
Y le dijo: — Aquí hallarás
El tesoro, cava aquí.
— No tengo con qué cavar,
El sacristán respondió.
— Pues pon alguna señal
Para que mañana vuelvas.
— En todo el campo no habrá
Una piedra, replicó.
— Pues pon una rama. — No hay,
Dijo el sacristán: y el diablo
Como no hallaba señal.
Le dijo: — Pues haz aquello
Que no se puede escusar.
El sacristán con la gana
De hallarle, sin mas ni mas,
Por no perder el tesoro
Empujó con gana, y zas

Despertó por la mañana
Y en la cama al despertar.
Sin que nada le faltase
Halló el tesoro cabal.