El tachonado y puro firmamento
El tachonado y puro firmamento con todas sus lumbreras inmortales, esa luz que nos vierte sus raudales, más sutil, más veloz que el pensamiento. El misterioso y grave movimiento de sus revoluciones desiguales, ¡qué de goces intensos, celestiales, no dan al atrevido entendimiento! ¡Y está serena el alma, y no palpita rápido el corazón! ¡Ni estalla el labio, cediendo al entusiasmo que lo agita! Hombre, suelta el compás y el astrolabio; mentido es tu saber, siente y medita: quien más medita y siente es el más sabio.