El suelto que no se puede prender

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El suelto que no se puede prender.

Un caballero que habia ganado por la noche en el juego, se levantó por la mañana con muy buen humor, llamó á su criado, y cuando lo vio entrar se volvió de espaldas, y arrojando una gran pluma de la cola, dijo:

— Corre, Perico, que se va huyendo ese preso, agárralo vivo ó muerto, y tráelo aquí.

El criado, que no era tonto, principió á dar vueltas por la sala y por el recibimiento; corre de acá para allá, vuelve luego á la presencia de su amo, y soltando en sus barbas otra pluma de la cola, dijo:

— Lo he cogido, señor, aquí lo traigo vivo.