Nuevas fábulas
El saltimbanquis​
 de Felipe Jacinto Sala



A trompetazos un saltimbanquis
la gente llama,
y en torno suyo, formando corro,
todos se paran.
-«¡Ea, señores, que ya comienza
»la alegre danza.»-
Y varios pavos al punto arroja
sobre una plancha.
En cuanto ponen los pies en ella,
las aves saltan;
y gesticulan; y dan chillidos;
baten las alas.
A carcajadas se ríe el vulgo,
y hay quien exclama:
-«Bien se comprende que de sus pechos
»el gozo estalla;
»¿quién dudar puede que son dichosos
»cuando así bailan?»-
-«Mal los juzgasteis. Sus espavientos,
-otra voz clama-
»son los martirios del vivo fuego
»que les abrasa;
»los pobres tienen un hierro ardiente
»bajo su pata.»-





Más de un artista, bufón forzado
sobre las tablas,
lleva en su pecho candente el hierro
de la desgracia,
y en sus adentros sufre dolores
y vierte lágrimas.