El ruiseñor y el mochuelo
Una noche de Mayo, Dentro de un bosque espeso, Donde, según reinaba La triste oscuridad con el silencio, Parece que tenía Su habitación Morfeo; Cuando todo viviente Disfrutaba de dulce y blando sueño, Pendiente de una rama Un Ruiseñor parlero Empezó con sus ayes A publicar sus dolorosos celos. Después de mil querellas, Que llegaron al cielo, A cantar empezaba La antigua historia del infiel Tereo Cuando, sin saber cómo, Un cazador mochuelo Al músico arrebata Entre las corvas uñas prisionero. Jamás Pan con la flauta Igualó sus gorjeos, Ni resonó tan grata La dulce lira del divino Orfeo; No obstante, cuando daba Sus últimos lamentos, Los vecinos del bosque Aplaudían su muerte; yo lo creo. Si con sus serenatas El mismo Farinelo Viniese a despertarme Mientras que yo dormía en blando lecho, En lugar de los bravos Diría: «Caballero, ¡Que no viniese ahora Para tal ruiseñor algún mochuelo!» Clori tiene mil gracias ¿Y gué logra con eso? Hacerse fastidiosa Por no querer usarlas a su tiempo.