El recuerdo de la patria

Nota: Se respeta la ortografía original de la época

EL RECUERDO DE LA PATRIA.

(En Londres, año de 1811.)

Ví en el Támesis umbrío
Cien y cien naves cargadas
De riqueza;
Ví su inmenso poderío,
Sus artes tan celebradas,
Su grandeza:
Mas el ánima afligida
Mil suspiros exhalaba
Y ayes mil;
Y ver la orilla florida
Del manso Dauro anhelaba
Y del Geníl.
Ví de la soberbia corte
Las damas engalanadas,
Muy vistosas;
Ví las bellezas del norte,
De bianca nieve formadas
Y de rosas:
Sus ojos de azul del cielo;
De oro puro parecia
Su cabello;
Bajo trasnparente velo
Turgente el seno se via,
Blanco y vello.

¿Mas qué valen los brocados,
Las sedas y pedrería
De la ciudad?
¿Qué los rostros sonrosados,
La blancura y gallardía,
Ni la beldad?
Con mostrarse mi zagala,
De blanco lino vestida,
Fresca y pura,
Condenada la inútil gala,
Y se esconde confundida
La hermosura.
¿Dó hallar en climas helados
Sus negros ojos graciosos.
Que son fuego,
Ora me miren airados,
Ora roben cariñosos
Mi sosiego.
¿Dó la negra cabellera
Que al ébano se aventaja?
á Y el pié leve,
Que al triscar por la pradera,
Ni las tiernas ñores aja,
Ni aun las mueve?...
Doncellas las del Geníl,
Vuestra tez escurecida
No trocara
Por los rostros de marfil
Que Alb ion envanecida
Me mostrara.
Padre Dauro, manso rio
De las arenas doradas,
Dígnate oir
Los votos del pecho mió;
Y en tus márgenes sagradas
Logre morir!