​El petimetre​ de Manuel de Zequeira y Arango


 Un sombrero con visos de nublado,   
 ungirse con aroma el cutis bello,   
 recortarse a la Titus el cabello   
 y el cogote a manera de donado:   
 

 un monte por patilla bien poblado,  
 donde pueda ocultarse un gran camello,    
 en mil varas de olán envuelto el cuello,   
 y en la oreja un pendiente atumbagado.   
 

 Un coturno por bota, inmenso sable,   
 ajustarse el calzón desde el sobaco,  
 costumbres sibaritas, rostro afable,   
 

 con Venus, tedio a Marte, gloria a Baco;   
 todo esto y mucho más no es comparable   
 con la imagen novel de un currutaco.