El petimetre
Un sombrero con visos de nublado, ungirse con aroma el cutis bello, recortarse a la Titus el cabello y el cogote a manera de donado: un monte por patilla bien poblado, donde pueda ocultarse un gran camello, en mil varas de olán envuelto el cuello, y en la oreja un pendiente atumbagado. Un coturno por bota, inmenso sable, ajustarse el calzón desde el sobaco, costumbres sibaritas, rostro afable, con Venus, tedio a Marte, gloria a Baco; todo esto y mucho más no es comparable con la imagen novel de un currutaco.