El pesimista corregido: 07
Locura es esperar que el Principio supremo descarte el dolor, al cual la vida está ajustada como la corriente al cauce; absurdo es asimismo exigir de su infinita previsión que lance de pronto en las tinieblas de vuestro saber la última verdad incomprensible hasta para el superhombre. Si por estupenda complacencia consintiera el Incognoscible rasgar de una vez ante vuestras retinas de topo el sublime velo de Isis, mis palabras te serían tan extrañas cual podrían serlo para una mosca la audición de la Crítica de la razón pura, de Kant, o El sistema del mundo, de Laplace. La verdad más general, soltada de repente, no destruiría el Universo, según declara un espiritual y paradójico pensador; sería sencillamente como si nada hubiese sido revelado. El Cosmos es un jeroglífico del cual cada edad alcanzará a descifrar trabajosamente algunas frases, las correspondientes a la fase evolutiva de la humana especie, porque el progreso positivo consiste en inspirar al genio solamente aquella parte de la verdad total susceptible de ser asimilada sin grave daño de la vida misma. ¡El orgullo y la impaciencia! He aquí los dos funestos impulsos que debéis desterrar de vuestro corazón si aspiráis a remontar sin lágrimas el calvario de la existencia. La profunda piedad que tus desgracias me inspiran muévenme a recordarte algunas verdades sencillísimas, patentes a cuantos pensadores, exentos de prejuicios y de ridículos endiosamientos, estudian el mecanismo del Cosmos y la historia de la Naturaleza. Sabe, hijo mío, que el estudio de la humanidad no es el molde vital más perfecto y complejo que el protoplasma animal guardó en potencia, sino el mejor posible dentro de las actuales condiciones ofrecidas por lo que vosotros llamáis, con pueriles y antropomórficas expresiones, la fuerza y la materia. Sois mucho, porque, así como el microbio es la semilla del hombre, vosotros representáis el germen del superhombre. Sois poco, porque vuestra inteligencia y voluntad están rigurosamente acomodadas a las condiciones cósmicas presentes, extraordinariamente hostiles a las manifestaciones más sublimes de la inteligencia y a los deliquios de la sensibilidad. El egoísmo te traiciona. Lo que desde el punto de vista de tu interés miras como injusticia y parcialidad representa en el fondo la suprema equidad y la suma justicia. Del propio modo que el principio vital, o dígase sistema nervioso, sacrifica la felicidad y libertad de cada célula asociada a la seguridad y permanencia de la colmena viviente, así el gran Impulsor de la evolución resolvió la contradicción de apetencias entre el todo y las partes, sacrificando los individuos a las especies y las formas ínfimas y rudimentarias a los organismos de superior jerarquía vital. Para la poderosa retina de Dios no hay distancias ni rigen las leyes de la perspectiva, pues en ella se pintan con igual claridad y relieve el mar y las olas, los átomos y los astros. En su visión luminosa, sintética y analítica a la par, se le ofrecen las vidas individuales cual moléculas perpetuamente renovadas de un piélago de protoplasma, en cuyas espumas y oleajes columbra ya las formas puras y aladas del porvenir, única humanidad digna de él, porque habrá sabido descorrer en parte la tupida cortina de Maya y podrá asomarse sin vértigos al insondable abismo de las realidades eternas.