El pato
Las gallinas y los pavos se burlaban del pato, porque no sabía correr; animal más lerdo, más pesado y menos elegante para caminar, aseguraban todos no haber visto jamás; y hasta de volar y quizá de nadar opinaban que se había vuelto incapaz, desde que se había acostumbrado a la buena vida del corral. El pato benévolamente se sonreía, sin decir nada en contra, y casi dejaba entender que la misma opinión tenía él de sus facultades locomotoras.
De repente cruzó un perro disparando por entre las aves y la fuga fue general; los pavos y las gallinas, corriendo y volando lo mejor que podían, se desparramaron, y cuando se acordaron de mirar lo que había sido del pato con asombro vieron que, de un vuelo poderoso, había ido a dar a una laguna bastante retirada y que la estaba atravesando a nado con gran rapidez, habiendo hecho por lo menos dos veces más camino que el más liviano de ellos.
Con el susto, no hay gente lerda, y el que no corre vuela.