El milano enfermo
de Félix María Samaniego


Un Milano, después de haber vivido 
Con la conciencia peor que un forajido, 
Enfermó gravemente.
Supuesto que el paciente
Ni a Galeno ni a Hipócrates leía, 
A bulto conoció que se moría. 
A los dioses desea ver propicios, 
Y ofrecerles entonces sacrificios 
Por medio de su madre, que, afligida, 
Rogaría sin duda por su vida.
Mas ésta le responde: «Desdichado, 
¿Cómo podré alcanzar para un malvado 
De los dioses clemencia,
Si en vez de darles culto y reverencia, 
Ni aun perdonaste a víctima sagrada, 
En las aras divinas inmolada?»


Así queremos irritando al cielo
Que en la tribulación nos dé consuelo.