El mejor alcalde, el ReyEl mejor alcalde, el ReyFélix Lope de Vega y CarpioActo III
Acto III
Sale[n] el REY y el CONDE
y DON ENRIQUE.
REY
El Cielo sabe, conde, cuánto estimo
las amistades de mi madre.
CONDE
Estimo
esas razones, gran señor; que en todo
muestras valor divino y soberano.
REY
Mi madre gravemente me ha ofendido;
mas considero que mi madre ha sido.
Salen SANCHO y PELAYO.
PELAYO
Digo que puedes llegar.
SANCHO
Ya, Pelayo, viendo estoy
a quien toda el alma doy,
que no tengo más que dar:
aquel castellano sol,
aquel piadoso Trajano,
aquel Alcides cristiano
y aquel César español.
PELAYO
Yo, que no entiendo de historia[s]
de kiries, son de marranos,
estó mirando en sus manos,
mas que tien rayas, vitorias.
Llega y a sus pies te humilla,
besa aquella huerte mano.
SANCHO
Emperador soberano,
invicto rey de Castilla,
déjame besar el suelo
de tus pies, que por almohada
han de tener a Granada
presto, con favor del cielo,
y por alfombra a Sevilla,
sirviéndoles de colores
las naves y varias flores
de su siempre hermosa orilla.
¿Conócesme?
REY
Pienso que eres
un gallego labrador
que aquí me pidió favor.
SANCHO
Yo soy, señor.
REY
No te alteres.
SANCHO
Señor, mucho me ha pesado
de volver tan atrevido
a darte enojos; no ha sido
posible haberlo excusado.
Pero, si yo soy villano
en la porfía, señor,
tú serás emperador,
tú serás César romano,
para perdonar a quien
pide a tu clemencia real
justicia.
REY
Dime tu mal,
y advierte que te oigo bien;
porque el pobre para mí,
tiene cartas de favor.
SANCHO
La tuya, invicto señor
a Tello en Galicia di,
para que, como era justo,
me diese mi prenda amada.
Leída y no respetada,
causóle mortal disgusto,
y no sólo no volvió,
señor, la prenda que digo,
pero con nuevo castigo
el porte della me dio;
que a mí y a este labrador
nos trataron de tal suerte,
que fue escapar de la muerte
dicha y milagro, señor.
Hice algunas diligencias,
por no volver a cansarte,
pero ninguna fue parte
a mover sus resistencias.
Hablóle el cura, que allí
tiene mucha autoridad,
y un santo y bendito abad
que tuvo piedad de mí,
y en San Pelayo de Samos
reside. Pero mover
su pecho no pudo ser,
ni todos juntos bastamos.
No me dejó que la viera,
que aún eso me consolara;
y así, vine a ver tu cara,
y a que justicia me hiciera
la imagen de Dios, que en ella
resplandece, pues la imita.
REY
Carta de mi mano escrita...
¿Mas que debió de rompella?
SANCHO
Aunque por moverte a ira
dijera de sí algún sabio,
no quiera Dios que mi agravio
te indigne con la mentira.
Leyóla y no la rompió.
Mas, miento, que fue rompella
leella y no hacer por ella
lo que su rey le mandó.
En una tabla su ley
escribió Dios: ¿no es quebrar
la tabla el no la guardar?
Así el mandado de rey,
porque para que se crea
que es infiel, se entiende así:
que lo que se rompe allí,
basta que el respeto sea.
REY
No es posible que no tengas
buena sangre, aunque te afligen
trabajos, y que de origen
de nobles personas vengas,
como muestra tu buen modo
de hablar y de proceder.
Ahora bien, yo he de poner
de una vez remedio en todo
Conde...
CONDE
Gran señor...
REY
Enrique...
DON ENRIQUE
Señor...
REY
Yo he de ir a Galicia,
que me importa hacer justicia.
Y aquesto no se publique.
CONDE
Señor...
REY
¿Qué me replicáis?
Poned del parque a las puertas
las postas.
CONDE
Pienso que abiertas
al vulgo se las dejáis.
REY
Pues, ¿cómo lo han de saber,
si enfermo dicen que estoy
los de mi cámara?
DON ENRIQUE
Soy
de contrario parecer.
REY
Ésta es ya resolución.
No me repliquéis.
CONDE
Pues sea
de aquí a dos días, y vea
Castilla la prevención
de vuestra melancolía.
REY
Labradores...
SANCHO
Gran señor...
REY
Ofendido del rigor,
de la violencia y porfía
de don Tello, yo en persona
le tengo de castigar.
SANCHO
¡Vos, señor! Sería humillar
al suelo vuestra corona.
REY
Id delante, y prevenid
de vuestro suegro la casa,
sin decirle lo que pasa,
ni a hombre humano, y advertid
que esto es pena de la vida.
SANCHO
Pues ¿quién ha de hablar, señor?
REY
Escuchad vos, labrador.
Aunque todo el mundo os pida
que digáis quién soy, decid
que un hidalgo castellano,
puesta en la boca la mano
desta manera... advertid,
porque no habéis de quitar
de los labios los dos dedos.
PELAYO
Señor, los tendré tan quedos,
que no osaré bostezar.
Pero, su merced, mirando
con piedad mi suficiencia,
me ha de dar una licencia
de comer de cuando en cuando.
REY
No se entiende que has de estar
siempre la mano en la boca.
SANCHO
Señor, mirad que no os toca
tanto mi bajeza honrar.
Enviad, que es justa ley,
para que haga justicia,
algún alcalde a Galicia.
REY
El mejor alcalde, el rey.
Vanse todos y sale[n] NUÑO y CELIO.
NUÑO
En fin, ¿que podré verla?
CELIO
Podréis verla;
don Tello, mi señor, licencia ha dado.
NUÑO
¿Qué importa, cuando soy tan desdichado?
CELIO
No tenéis qué temer, que ella resiste
con gallardo valor y valentía
de mujer, que es mayor cuando porfía.
NUÑO
Y ¿podré ya creer que honor mantiene
mujer que en su poder un hombre tiene?
CELIO
Pues es tanta verdad, que si quisiera
Elvira que su esposo Celio fuera,
tan seguro con ella me casara
como si en vuestra casa la tuviera.
NUÑO
¿Cuál decís que es la reja?
CELIO
Hacia esta parte
de la torre se mira una ventana,
donde se ha de poner, como me ha dicho.
NUÑO
Pare[ce] que allí veo un blanco bulto,
si bien ya con la edad lo dificulto.
CELIO
Llegad; que yo me voy, porque si os viere,
no me vean a mí, que lo he trazado,
de vuestro justo amor importunado.
(Vase CELIO y sale ELVIRA.)
NUÑO
¿Eres tú, mi desdichada
hija?
ELVIRA
¿Quién, sino yo, fuera?
NUÑO
Ya no pensé que te viera,
no por presa y encerrada,
sino porque deshonrada
te juzgué siempre en mi idea;
y es cosa tan torpe y fea
la deshonra en el honrado,
que aun a mí, que el ser te he dado,
me obliga a que no te vea.
¡Bien el honor heredado
de tus pasados guardaste,
pues que tan presto quebraste
su cristal tan estimado!
Quien tan mala cuenta ha dado
de sí, padre no me llame;
porque hija tan infame
-y no es mucho que esto diga-
solamente a un padre obliga
a que su sangre derrame.
ELVIRA
Padre, si en desdichas tales
y en tan continuos desvelos,
los que han de dar los consuelos
vienen a aumentar los males,
los míos serán iguales
a la desdicha en que estoy;
porque si tu hija soy
y el ser que tengo me has dado,
es fuerza haber heredado
la nobleza que te doy.
Verdad es que este tirano
ha procurado vencerme;
yo he sabido defenderme
con un valor más que humano;
y puedes estar ufano
de que he de perder la vida
primero que este homicida
llegue a triunfar de mi honor,
aunque con tanto rigor
aquí me tiene escondida.
NUÑO
Ya del extremo celoso,
hija, el corazón ensancho.
ELVIRA
¿Qué se ha hecho el pobre Sancho,
que solía ser mi esposo?
NUÑO
Volvió a ver a aquel famoso
Alfonso, rey de Castilla.
ELVIRA
Luego, ¿no ha estado en la villa?
NUÑO
Hoy esperándole estoy.
ELVIRA
Y yo que le maten hoy.
NUÑO
Tal crueldad me maravilla.
ELVIRA
Jura de hacerle pedazos.
NUÑO
Sancho se sabrá guardar.
ELVIRA
¡Oh, quién se pudiera echar
de aquesta torre a tus brazos!
NUÑO
Desde aquí con mil abrazos
te quisiera recibir.
ELVIRA
Padre, yo me quiero ir;
que me buscan. Padre, adiós.
NUÑO
No nos veremos los dos;
que yo me voy a morir.
Vase ELVIRA
y sale DON TELLO.
DON TELLO
¿Qué es esto? ¿Con quién habláis?
NUÑO
Señor, a estas piedras digo
mi dolor, y ellas conmigo
sienten cuál mal me tratáis;
que, aunque vos las imitáis
en dureza, mi desvelo
huye siempre del consuelo
que anda a buscar mi tristeza;
y aunque es tanta su dureza,
piedad les ha dado el cielo.
DON TELLO
Aunque más forméis, villanos,
quejas, llantos e invenciones,
la causa de mis pasiones
no ha de salir de mis manos.
Vosotros sois los tiranos,
que no la queréis rogar
que dé a mi intento lugar;
que yo, que la adoro y quiero,
¿cómo puede ser, si muero,
que pueda a Elvira matar?
¿Qué señora presumís
que es Elvira? ¿Es más agora
de una pobre labradora?
Todos del campo vivís;
mas pienso que bien decís,
mirando la sujeción
del humano corazón;
que no hay mayor señorío
que pocos años y brío,
hermosura y discreción.
NUÑO
Señor, vos decís muy bien.
El Cielo os guarde.
DON TELLO
Sí hará,
y a vosotros os dará
el justo pago también.
NUÑO
¡Que sufra el mundo que estén
sus leyes en tal lugar
que el pobre al rico ha de dar
su honor, y decir que es justo!
Mas tiene por ley su gusto
y poder para matar.
Vase.
DON TELLO
Celio...
(Sale CELIO.)
CELIO
Señor...
DON TELLO
Lleva luego
donde te he mandado a Elvira.
CELIO
Señor, lo que intentas mira.
DON TELLO
No mira quien está ciego.
CELIO
Que repares bien te ruego,
que forzalla es crueldad.
DON TELLO
Tuviera de mí piedad,
Celio, y yo no la forzara.
CELIO
Estimo por cosa rara
su defensa y castidad.
DON TELLO
No repliques a mi gusto.
¡Pesar de mi sufrimiento!;
que ya es bajo pensamiento
el sufrir tanto disgusto.
Tarquino tuvo por gusto
no esperar tan sola un hora,
y cuando vino la aurora
ya cesaban sus porfías;
pues, ¿es bien que tantos días
espere a una labradora?
CELIO
Y, ¿esperarás tú también
que te den castigo igual?
Tomar ejemplo del mal
no es justo, sino del bien.
DON TELLO
Mal o bien, hoy su desdén,
Celio, ha de quedar vencido.
Ya es tema, si amor ha sido;
que aunque Elvira no es Tamar,
a ella le ha de pesar,
y a mí vengarme su olvido.
Vanse
y salen SANCHO, PELAYO y JUANA.
JUANA
Los dos seáis bien venidos.
SANCHO
No sé cómo lo seremos,
pero bien sucederá,
Juana, si lo quiere el Cielo.
PELAYO
Si lo quiere el Cielo, Juana,
sucederá por lo menos...
que hab[r]emos llegado a casa.
Y pues que tienen sus piensos
los rocines, no es razón
que envidia tengamos dellos.
JUANA
¿Ya nos vienes a matar?
SANCHO
¿Dónde está señor?
JUANA
Yo creo
que es ido a hablar con Elvira.
SANCHO
Pues, ¿déjala hablar don Tello?
JUANA
Allá por una ventana
de una torre, dijo Celio.
SANCHO
¿En torre está todavía?
PELAYO
No importa, que vendrá presto
quien le haga...
SANCHO
Advierte Pelayo...
PELAYO
Olvidéme de los dedos.
JUANA
Nuño viene.
Sale NUÑO.
SANCHO
¡Señor mío...!
NUÑO
Hijo, ¿cómo vienes?
SANCHO
Vengo
más contento a tu servicio.
NUÑO
¿De qué vienes más contento?
SANCHO
Traigo un gran pesquisidor.
PELAYO
Un pesquisidor traemos,
que tiene...
SANCHO
Advierte Pelayo...
PELAYO
Olvidéme de los dedos.
NUÑO
¿Viene gran gente con él?
SANCHO
Dos hombres.
NUÑO
Pues yo te ruego,
hijo, que no intentes nada,
que será vano tu intento;
que un poderoso en su tierra,
con armas, gente y dinero,
o ha de torcer la justicia,
o alguna noche, durmiendo,
matarnos en nuestra casa.
PELAYO
¿Matar? ¡Oh qué bueno es eso!
¿Nunca habéis jugado al triunfo?
Haced cuenta que don Tello
ha metido la malilla,
pues la espadilla traemos.
SANCHO
Pelayo, ¿tenéis jüicio?
PELAYO
Olvidéme de los dedos.
SANCHO
Lo que habéis de hacer, señor,
es prevenir aposento,
porque es hombre muy honrado.
PELAYO
Y tan honrado que puedo
decir...
SANCHO
¡Vive Dios, villano!
PELAYO
Olvidéme de los dedos;
que no habraré más palabra.
NUÑO
Hijo, descansa; que pienso
que te ha de costar la vida
tu amoroso pensamiento.
SANCHO
Antes voy a ver la torre
donde mi Elvira se ha puesto;
que, como el sol deja sombra,
podrá ser que de su cuerpo
haya quedado en la reja;
y si, como el sol traspuesto,
no la ha dejado, yo sé
que podrá formarla luego
mi propia imaginación.
(Vanse.)
NUÑO
¡Qué extraño amor!
JUANA
Yo no creo
que se haya visto en el mundo.
NUÑO
Ven acá. Pelayo.
PELAYO
Tengo
qué decir a la cocina.
NUÑO
Ven acá pues.
PELAYO
Luego vuelvo.
NUÑO
Ven acá.
PELAYO
¿Qué es lo que quiere?
NUÑO
¿Quién es este caballero
pesquisidor que trae Sancho?
PELAYO
El pescador que traemos,
es un... [Aparte.]
(¡Dios me tenga en buenas!)
es un hombre de buen seso,
descolorido, encendido,
alto, pequeño de cuerpo,
la boca por donde come,
barbirrubio y barbinegro,
y si no lo miré mal,
es médico o quiere serlo,
porque, en mandando que sangren,
aunque sea del pescuezo...
NUÑO
¿Hay bestia como éste, Juana?
Sale BRITO.
BRITO
Señor Nuño, corre presto;
porque a la puerta de casa
se apean tres caballeros
de tres hermosos caballos,
con lindos vestidos nuevos,
botas, espuelas y plumas.
NUÑO
¡Válgame Dios, si son ellos!
Mas, ¡pesquisidor con plumas!
PELAYO
Señor, vendrán más ligeros,
porque la recta justicia,
cuando no atiende a cohechos,
tan presto al concejo vuelve,
como sale del concejo.
NUÑO
¿Quién le ha enseñado a la bestia
esas malicias?
PELAYO
¿No vengo
de la corte? ¿Qué se espanta?
Vanse BRITO y JUANA,
y salen el REY
y [DON ENRIQUE y el CONDE],
los caballeros, de camino y SANCHO.
SANCHO
Puesto que os vi desde lejos,
os conocí.
REY
Cuenta, Sancho,
que aquí no han de conocernos.
NUÑO
Seáis, señor, bien venido.
REY
¿Quién sois?
SANCHO
Es Nuño, mi suegro.
REY
Estéis en buen hora, Nuño.
NUÑO
Mil veces los pies os beso.
REY
Avisad los labradores
que no digan a don Tello
que viene pesquisidor.
NUÑO
Cerrados pienso tenerlos
para que ninguno salga.
Pero, señor, tengo miedo
que traigáis dos hombres solos;
que no hay en todo este reino
más poderoso señor,
más rico ni más soberbio.
REY
Nuño, la vara del rey
hace el oficio del trueno,
que avisa que viene el rayo;
sólo, como veis, pretendo
hacer por el rey justicia.
NUÑO
En vuestra presencia veo
tan magnánimo valor,
que siendo agraviado, tiemblo.
REY
La información quiero hacer.
NUÑO
Descansad, señor, primero,
que tiempo os sobra de hacella.
REY
Nunca a mí me sobra tiempo.
¿Llegastes bueno, Pelayo?
PELAYO
Sí, señor, llegué muy bueno.
Sepa vuesa señoría...
REY
¿Qué os dije?
PELAYO
Póngome el freno.
¿Viene bueno su merced?
REY
Gracias a Dios, bueno vengo.
PELAYO
A fe, que he de presentalle,
si salimos con el pleito,
un puerco de su tamaño.
SANCHO
¡Calla, bestia!
PELAYO
Pues sea puerco
como yo, que soy chiquito.
REY
Llamad esa gente presto.
Sale BRITO, FILENO, JUANA y LEONOR.
BRITO
¿Qué es, señor, lo que mandáis?
NUÑO
Si de los valles y cerros
han de venir los zagales,
esperaréis mucho tiempo.
REY
Éstos bastan que hay aquí.
¿Quién sois vos?
BRITO
Yo, señor bueno,
só Brito, un zagal del campo.
PELAYO
De casado le cogieron
el principio, y ya es cabrito.
REY
¿Qué sabéis vos de don Tello
y del suceso de Elvira?
BRITO
La noche del casamiento
la llevaron unos hombres
que aquestas puertas rompieron.
REY
Y vos, ¿quién sois?
JUANA
Señor, Juana,
su criada, que sirviendo
estaba a Elvira, a quien ya
sin honra y sin vida veo.
REY
Y ¿quién es aquel buen hombre?
PELAYO
Señor, Fileno el gaitero:
toca de noche a las brujas
que andan por esos barbechos,
y una noche le llevaron,
de donde trujo el asiento
como ruedas de salmón.
REY
Diga lo que sabe desto.
FILENO
Señor, yo vine a tañer,
y vi que mandó don Tello
que no entrara el señor cura.
El matrimonio deshecho,
se llevó a su casa a Elvira,
donde sus padres y sus deudos
la han visto.
REY
¿Y vos, labradora?
PELAYO
Ésta es Leonora de Cueto,
hija de Pero Miguel
de Cueto, de quien fue agüelo
Nuño de Cueto, y su tío
Martín Cueto, morganero
del lugar, gente muy nobre;
tuvo dos tías que fueron
brujas, pero ha muchos años,
y tuvo un sobrino tuerto,
el primero que sembró
nabos en Galicia.
REY
Bueno
está aquesto por agora.
Caballeros, descansemos,
para que a la tarde vamos
a visitar a don Tello.
CONDE
Con menos información
pudieras tener por cierto
que no te ha engañado Sancho,
porque la inocencia destos,
es la prueba más bastante.
REY
Haced traer de secreto
un clérigo y un verdugo.
(Va[n]se el REY y los caballeros.)
NUÑO
Sancho...
SANCHO
Señor...
NUÑO
Yo no entiendo
este modo de jüez:
sin cabeza de proceso
pide clérigo y verdugo.
SANCHO
Nuño, yo no sé su intento.
NUÑO
Con un escuadrón armado
aun no pudiera prendello,
cuánto más con dos personas.
SANCHO
Démosle a comer: que luego
se sabrá si puede o no.
NUÑO
¿Comerán juntos?
SANCHO
Yo creo
que el jüez comerá solo,
y después comerán ellos.
NUÑO
Escribano y alguacil
deben de ser.
SANCHO
Eso pienso.
(Vase.)
NUÑO
Juana...
JUANA
Señor...
NUÑO
Adereza
ropa limpia, y al momento
matarás cuatro gallinas
y asarás un buen torrezno;
y pues estaba pelado,
pon aquel pavillo nuevo
a que se ase también,
mientras que baja Fileno
a la bodega por vino.
PELAYO
¡Voto al sol, Nuño, que tengo
de comer hoy con el juez!
NUÑO
Éste ya no tiene seso.
(Vase.)
PELAYO
Sólo es desdicha en los reyes
comer solos, y por eso
tienen siempre alrededor
los bufones y los perros.
Vase.
Sale ELVIRA, huyendo de DON TELLO,
y FELICIANA, deteniéndole;
sale por una parte y entra por otra.
ELVIRA
¡Favor, cielo soberano,
pues en la tierra no espero
remedio!
(Vase.)
DON TELLO
¡Matarla quiero!
FELICIANA
¡Detén la furiosa mano!
DON TELLO
¡Mira que te he de perder
el respeto, Feliciana!
FELICIANA
Merezca, por ser tu hermana,
lo que no por ser mujer.
DON TELLO
¡Pese a la loca villana!
¡Que por un villano amor
no respete a su señor,
de puro soberbia y vana!
Pues no se canse en pensar
que se podrá resistir;
que la tengo de rendir
o la tengo de matar.
Vase
y sale CELIO.
CELIO
No sé si es vano temor,
señora, el que me ha engañado;
a Nuño he visto en cuidado
de huéspedes de valor.
Sancho ha venido a la villa.
Todos andan con recato;
con algún fingido trato
le han despachado en Castilla.
No los he visto jamás
andar con tanto secreto.
FELICIANA
No fuiste, Celio, discreto,
si en esa sospecha estás;
que ocasión no te faltará
para entrar y ver lo que es.
CELIO
Temí que Nuño después
de verme entrar se enojara;
que a todos nos quiere mal.
FELICIANA
Quiero avisar a mi hermano
porque tiene este villano
bravo ingenio y natural.
Tú, Celio, quédate aquí
para ver si alguno viene.
[Vase FELICIANA.]
CELIO
Siempre la conciencia tiene
este temor contra sí;
demás que tanta crueldad
al cielo pide castigo.
Salen el REY;
caballeros [DON ENRIQUE y el CONDE],
y SANCHO.
REY
Entrad y haced lo que digo.
CELIO
¿Qué gente es ésta?
REY
Llamad.
SANCHO
Este, señor, es criado
de don Tello.
REY
¡Ah, hidalgo! Oíd.
CELIO
¿Qué me queréis?
REY
Advertid
a don Tello que he llegado
de Castilla y quiero hablalle.
CELIO
Y ¿quién diré que sois?
REY
Yo.
CELIO
¿No tenéis más nombre?
REY
No.
CELIO
¡«Yo» no más, y con buen talle!
Puesto me habéis en cuidado.
Yo voy a decir que «yo»
está a la puerta.
(Vase.)
DON ENRIQUE
Ya entró.
CONDE
Temo que responda airado,
y era mejor declararte.
REY
No era, porque su miedo
le dirá que sólo puedo
llamarme «Yo» en esta parte.
Sale CELIO.
CELIO
A don Tello, mi señor,
dije cómo «yo» os llamáis,
y me dice que os volváis,
que él sólo es «yo» por rigor;
que quien dijo «yo», por ley
justa del cielo y del suelo,
es sólo Dios en el cielo,
y en el suelo sólo el rey.
REY
Pues un alcalde decid
de su casa y corte.
([CELIO] túrbase.)
CELIO
Iré,
y ese nombre le diré.
REY
En lo que os digo advertid.
[Vase.]
CONDE
Parece que el escudero
se ha turbado.
DON ENRIQUE
El nombre ha sido
la causa.
SANCHO
Nuño ha venido.
Licencia, señor, espero
para que llegue, si es gusto
vuestro.
REY
Llegue, porque sea
en todo lo que desea
parte, de lo que es tan justo,
como del pesar lo ha sido.
SANCHO
Llegad, Nuño, y desde afuera
mirad.
Sale[n] NUÑO y todos los villanos.
NUÑO
Sólo ver me altera
la casa deste atrevido.
Estad todos con silencio.
JUANA
Habla Pelayo, que es loco.
PELAYO
Vosotros veréis cuán poco
de un mármol me diferencio.
NUÑO
¡Que con dos hombres no más
viniese! ¡Estraño valor!
Sale[n] FELICIANA,
deteniendo a DON TELLO,
y los criados.
FELICIANA
Mira lo que haces, señor.
Tente, hermano, ¿dónde vas?
DON TELLO
¿Sois por dicha, hidalgo, vos
el alcalde de Castilla
que me busca?
REY
¿Es maravilla?
DON TELLO
Y no pequeña, por Dios,
si sabéis quién soy aquí.
REY
Pues, ¿qué diferencia tiene
del rey quien en nombre viene
suyo?
DON TELLO
Mucha contra mí.
Y vos, ¿adónde traéis
la vara?
REY
En la vaina está,
de donde presto saldrá,
y lo que pasa veréis.
DON TELLO
¿Vara en la vaina? ¡Oh, qué bien!
No debéis de conocerme.
Si el rey no viene a prenderme,
no hay en todo el mundo quién.
REY
¡Pues yo soy el rey, villano!
PELAYO
¡Santo Domingo de Silos!
DON TELLO
Pues, señor, ¿tales estilos
tiene el poder castellano?
¡Vos mismo! ¡Vos en persona!
Que me perdonéis os ruego.
REY
Quitadle las armas luego.
¡Villano, por mi corona,
que os he de hacer respetar
las cartas de rey!
FELICIANA
Señor,
que cese tanto rigor
os ruego.
REY
No hay que rogar.
Venga luego la mujer
deste pobre labrador.
DON TELLO
No fue su mujer, señor.
REY
Basta que lo quiso ser.
Y ¿no está su padre aquí,
que ante mí se ha querellado?
DON TELLO
Mi justa muerte ha llegado.
A Dios y al Rey ofendí.
Sale ELVIRA, sueltos los cabellos.
ELVIRA
Luego que tu nombre
oyeron mis quejas,
castellano Alfonso,
que a España gobiernas,
salí de la cárcel
donde estaba presa,
a pedir justicia
a tu real clemencia.
Hija soy de Nuño
de Aibar, cuyas prendas
son bien conocidas
por toda esta tierra.
Amor me tenía
Sancho de Roelas;
súpolo mi padre,
casarnos intenta.
Sancho, que servía
a Tello de Neira,
para hacer la boda
le pidió licencia.
Vino con su hermana,
los padrinos eran;
vióme y codicióme,
la traición concierta.
Difiere la boda,
y viene a mi puerta
con hombres armados
y máscaras negras.
Llevóme a su casa,
donde con promesas
derribar pretende
mi casta firmeza.
ELVIRA
Y desde su casa
a un bosque me lleva,
cerca de una quinta,
un cuarto de legua.
Allí, donde sólo
la arboleda espesa,
que al sol no dejaba
que testigo fuera,
escuchar podía
mis tristes endechas.
Digan mis cabellos,
pues saben las yerbas
que dejé en sus hojas
infinitas hebras,
qué defensas hice
contra sus ofensas;
y mis ojos digan
qué lágrimas tiernas,
que a un duro peñasco
ablandar pudieran.
Viviré llorando,
pues no es bien que tenga
contento ni gusto
quien sin honra queda.
Sólo soy dichosa
en que pedir pueda
al mejor alcalde
que gobierna y reina,
justicia y piedad
de maldad tan fiera.
Ésta pido, Alfonso,
a tus pies, que besan
mis humildes labios,
ansí libres vean
descendientes tuyos
las partes sujetas
de los fieros moros
con felice guerra;
que si no te alaba
mi turbada lengua,
famas hay y historias
que la harán eterna.
REY
Pésame de llegar tarde;
llegar a tiempo quisiera,
que pudiera remediar
de Sancho y Nuño las quejas;
pero puedo hacer justicia
cortándole la cabeza
a Tello. Venga el verdugo.
FELICIANA
Señor, tu real clemencia
tenga piedad de mi hermano.
REY
Cuando esta causa no hubiera,
el desprecio de mi carta,
mi firma, mi propia letra,
¿no era bastante delito?
Hoy veré yo tu soberbia,
don Tello, puesta a mis pies.
DON TELLO
Cuando hubiera mayor pena,
invictísimo señor,
que la muerte que me espera,
confieso que la merezco.
DON ENRIQUE
Si puedo en presencia vuestra...
CONDE
Señor, muévaos a piedad
que os crié en aquesta tierra.
FELICIANA
Señor, el conde don Pedro
de vos por merced merezca
la vida de Tello.
REY
El conde
merece que yo le tenga
por padre, pero también
es justo que el conde advierta
que ha de estar a mi justicia
obligado, de manera
que no me ha de replicar.
CONDE
Pues la piedad, ¿es bajeza?
REY
Cuando pierde de su punto
la justicia, no se acierta
en admitir la piedad.
Divinas y humanas letras
dan ejemplos: es traidor
todo hombre que no respeta
a su rey, y que habla mal
de su persona en ausencia.
Da, Tello, a Elvira la mano
para que pagues la ofensa
con ser su esposo, y después
que te corten la cabeza,
podrá casarse con Sancho,
con la mitad de tu hacienda
en dote. Y vos, Feliciana,
seréis dama de la reina,
en tanto que os doy marido
conforme a vuestra nobleza.
NUÑO
Temblando estoy.
PELAYO
¡Bravo rey!
SANCHO
Y aquí acaba la comedia
del Mejor Alcalde, historia
que afirma por verdadera
la Corónica de España:
la cuarta parte la cuenta.