El mejor alcalde, el Rey/Acto I

​El mejor alcalde, el Rey​ de Félix Lope de Vega y Carpio
Acto I
Acto II

Acto I

Sale SANCHO.
SANCHO

  Nobles campos de Galicia,
que, a sombras destas montañas
que el Sil entre verdes cañas
[besar] la falda codicia,
dais sustento a la milicia
de flores de mil colores;
aves que cantáis amores,
fieras que andáis sin gobierno,
¿habéis visto amor más tierno
en aves, fieras y flores?
  Mas como no podéis ver
otra cosa, en cuanto mira
el sol, más bella que Elvira,
ni otra cosa puede haber;
porque, habiendo de nacer
de su hermosura, en rigor,
mi amor, que de su favor
tan alta gloria procura,
no habiendo más hermosura,
no puede haber más amor.
  ¡Ojalá, dulce señora,
que tu hermosura pudiera
crecer, porque en mí creciera
el amor que tengo agora!

SANCHO

Pero, hermosa labradora,
si en ti no puede crecer
la hermosura, ni el querer
en mí, cuanto eres hermosa
te quiero, porque no hay cosa
que más pueda encarecer.
  Ayer las blancas arenas
deste arroyuelo volviste
perlas, cuando en él pusiste
tus pies, tus dos azucenas;
y porque verlos apenas
pude, porque nunca para,
le dije al sol de tu cara,
con que tanta luz le das,
que mirase el agua más,
porque se viese más clara.
  Lavaste, Elvira, unos paños,
que nunca blancos volvías;
que las manos que ponías
causaban estos engaños.
Yo, detrás destos castaños,
te miraba con temor,
y vi que amor, por favor,
te daba a lavar su venda:
el cielo el mundo defienda,
que anda sin venda el amor.
  ¡Ay Dios!, ¿cuándo será el día
-que me tengo de morir-
que te pueda yo decir?:
«¡Elvira, toda eres mía!»
¡Qué regalos te daría!
Porque yo no soy tan necio
que no te tuviese en precio,
siempre con más afición;
que en tan rica posesión
no puede caber desprecio.


Sale ELVIRA.
ELVIRA

  Por aquí Sancho bajaba,
o me ha burlado el deseo.
A la fe que allí le veo;
que el alma me le mostraba.
El arroyuelo miraba
adonde ayer me miró;
¿si piensa que allí quedó
alguna sombra de mí?;
que me enojé cuando vi
que entre las aguas me vio.
  ¿Qué buscas por los cristales
destos libres arroyuelos,
Sancho, que guarden los cielos,
cada vez que al campo sales?
¿Has hallado unos corales
que en esta margen perdí?

SANCHO

Hallarme quisiera a mí,
que me perdí desde ayer;
pero ya me vengo a ver,
pues me vengo a hallar en ti.

ELVIRA

  Pienso que [a] ayudarme vienes
a ver si los puedo hallar.

SANCHO

¡Bueno es venir a buscar
lo que en las mejillas tienes!
¿Son achaques o desdenes?
¡Albricias, ya los hallé!

ELVIRA

¿Dónde?

SANCHO

En tu boca, a la he,
y con estremos de plata.

ELVIRA

Desvíate.

SANCHO

¡Siempre ingrata
a la lealtad de mi fe!

ELVIRA

  Sancho, estás muy atrevido.
Dime tú: ¿qué más hicieras
si por ventura estuvieras
en vísperas de marido?

SANCHO

Eso, ¿cúya culpa ha sido?

ELVIRA

Tuya, a la fe.

SANCHO

¿Mía? No,
ya te lo dije, y te habló
el alma, y no respondiste.

ELVIRA

¿Qué más respuesta quisiste,
que no responderte yo?

SANCHO

  Los dos culpados estamos.

ELVIRA

Sancho, pues tan cuerdo eres,
advierte que las mujeres
hablamos cuando callamos,
concedemos si negamos;
por esto, y por lo que ves,
nunca crédito nos des,
ni crüeles ni amorosas,
porque todas nuestras cosas
se han de entender al revés.

SANCHO

  Según eso, das licencia
que a Nuño te pida aquí.
¿Callas? Luego dices sí.
Basta; ya entiendo la ciencia.

ELVIRA

Sí; pero ten advertencia
que no digas que yo quiero.

SANCHO

Él viene.

ELVIRA

El suceso espero
detrás de aquel olmo.

SANCHO

¡Ay, Dios,
si nos juntase a los dos,
porque si no, yo me muero!

Escóndese ELVIRA
y salen NUÑO y PELAYO.
NUÑO

  Tú sirves de tal manera,
que será mejor buscar,
Pelayo, quien sepa andar
más despierto en la ribera.
  ¿Tienes algún descontento
en mi casa?

PELAYO

Dios lo sabe.

NUÑO

Pues hoy tu servicio acabe;
que el servir no es casamiento.

PELAYO

  Antes lo debe de ser.

NUÑO

Los puercos traes perdidos.

PELAYO

Donde lo están los sentidos,
¿qué otra cosa puede haber?
  Escúchame: yo quijera
emparentarme...

NUÑO

Prosigue
de suerte que no me obligue
tu ignorancia...

PELAYO

Un poco espera;
  que no es fácil de decir.

NUÑO

De esa manera, de hacer
será difícil.

PELAYO

Ayer
me dijo Elvira al salir:
  «A fe, Pelayo, que están
gordos los puercos.»

NUÑO

Pues bien;
¿qué le respondiste?

PELAYO

Amén,
como dice el sacristán.

NUÑO

  Pues, ¿qué se saca de ahí?

PELAYO

¿No lo entiendes?

NUÑO

¿Cómo puedo?

PELAYO

Estó por perder el miedo.

SANCHO

[Aparte.]
(¡Oh, si se fuese [de] aquí!)

PELAYO

  ¿No ves que es resquiebro y muestra
querer casarse conmigo?

NUÑO

¡Vive Dios!

PELAYO

No te lo digo,
ya que fue ventura nuestra,
  para que tomes cóllera.

NUÑO

Sancho, ¿tú estabas aquí?

SANCHO

Y quisiera hablarte.

NUÑO

Di.
Pelayo, un instante espera.

SANCHO

  Nuño, mis padres fueron como sabes,
y supuesto que pobres labradores,
de honrado estilo y de costumbres graves.

PELAYO

  Sancho, vos que sabéis de amores,
decir una mujer hermosa y rica
a un hombre, que es galán como unas frores:
  «Gordos están los puercos», ¿no inifica
que se quiere casar con aquel hombre?

SANCHO

¡Bien el requiebro al casamiento aplica!

NUÑO

  ¡Bestia, vete de aquí!

SANCHO

Pues ya su nombre
supiste y su nobleza, no presumo
que tan honesto amor la tuya asombre:
  por Elvira me abraso y me consumo.

PELAYO

Hay hombre que el ganado trai tan fraco,
que parece tasajo puesto al humo.
  Yo cuando al campo los cochinos saco...

NUÑO

¿Aquí te estás, villano? ¡Vive el cielo!...

PELAYO

¿Habro de Elvira yo, son del varraco?

SANCHO

  Sabido, pues, señor, mi justo celo...

PELAYO

Sabido, pues, señor, que me resquiebra...

NUÑO

¿Tiene mayor salvaje el indio suelo?

SANCHO

  El matrimonio de los dos celebra.

PELAYO

Cochino traigo yo por esa orilla...

NUÑO

Ya la cabeza el bárbaro me quiebra.

PELAYO

  Que puede ser maeso de capilla,
si bien tiene la voz desentonada,
y más cuando entra y sale de la villa.

NUÑO

  ¿Quiérelo Elvira?

SANCHO

De mi amor pagada,
me dio licencia para hablarte ahora.

NUÑO

Ella será dichosamente honrada,
  pues sabe las virtudes que atesora,
Sancho, tu gran valor, y que pudiera
llegar a merecer cualquier señora.

PELAYO

  Con cuatro o seis cochinos que toviera,
que éstos parieran otros, en seis años
pudiera yo labrar una cochera.

NUÑO

  Tú sirves a don Tello en sus rebaños,
[Es] señor desta tierra, y poderoso
en Galicia y en reinos más estraños.
  Decirle tu intención será forzoso,
así porque eres, Sancho, su crïado,
como por ser tan rico y dadivoso.
  Daráte alguna parte del ganado;
porque es tan poco el dote de mi Elvira,
que has menester estar enamorado.
  Esa casilla mal labrada mira
en medio de esos campos, cuyos techos
el humo tiñe porque no respira.
  Están lejos de aquí cuatro barbechos,
[... -ada]
[...-echos]
  diez o doce castaños... Todo es nada,
si el señor desta tierra no te ayuda
con un vestido o con alguna espada.

SANCHO

  Pésame que mi amor pongas en duda.

PELAYO

¡Voto al sol, que se casa con Elvira!
Aquí la dejo yo; mi amor se muda.

SANCHO

  ¿Qué mayor interés que al que suspira
por su belleza darle su belleza,
milagro celestial que al mundo admira?
  No es tanta de mi ingenio la rudeza,
que más que la virtud me mueva el dote.

NUÑO

Hablar con tus señores no es bajeza,
  ni el pedirles que te honren te alborote;
que él y su hermana pueden fácilmente;
sin que esto, Sancho, a más que amor se note.

SANCHO

  Yo voy de mala gana; finalmente
iré, pues tú lo mandas.

NUÑO

[Dios con esto],
Sancho, tu vida y sucesión aumente.
  Ven, Pelayo, conmigo.

PELAYO

Pues, ¿tan presto
le diste a Elvira estando yo delante?

NUÑO

¿No es Sancho mozo noble y bien [dispuesto]?

PELAYO

  No le tiene el aldea semejante,
si va a decir verdad; pero, en efeto,
fuera en tu casa yo más importante
porque te diera cada mes un nieto.
(Vanse NUÑO y PELAYO.)

SANCHO

  Sal, hermosa prenda mía;
sal, Elvira de mis ojos.
(Sale ELVIRA.)

ELVIRA

¡Ay, Dios! ¡Con cuántos enojos
teme amor y desconfía!;
  que la esperanza prendada,
presa de un cabello está.

SANCHO

Tu padre dice que ya
tiene la palabra dada
  a un criado de don Tello.
¡Mira qué estrañas mudanzas!

ELVIRA

No en balde mis esperanzas
colgaba amor de un cabello.
  ¿Qué mi padre me ha casado,
Sancho, con hombre escudero?
Hoy pierdo la vida, hoy muero.
Vivid, mi dulce cuidado;
  que yo me daré la muerte.

SANCHO

Paso; que me burlo, Elvira.
El alma en los ojos mira,
dellos la verdad advierte;
  que, sin admitir espacio,
dijo mil veces que sí.

ELVIRA

Sancho, no lloro por ti,
sino por ir a palacio;
  que el criarme en la llaneza
desta humilde casería,
era cosa que podía
causarme mayor tristeza.
  Y que es causa justa advierte.

SANCHO

¡Qué necio amor me ha engañado!
Vivid, mi necio cuidado;
que yo me daré la muerte.
  Engaños fueron de Elvira,
en cuya nieve me abraso.

ELVIRA

Sancho, que me burlo; paso.
El alma en los ojos mira;
  que amor y sus esperanzas
me han dado aquesta lición:
su propia definición
es que amor todo es venganzas.

SANCHO

  Luego, ¿ya soy tu marido?

ELVIRA

¿No dices que está tratado?

SANCHO

Tu padre, Elvira, me ha dado
consejo, aunque no le pido,
  que a don Tello, mi señor,
y señor de aquesta tierra,
poderoso en paz y en guerra,
quiere que pida favor;
  y aunque yo contigo, Elvira,
tengo toda la riqueza
del mundo que en tu belleza
el sol las dos Indias mira,
  dice Nuño que es razón,
por ser mi dueño. En efeto,
es viejo y hombre discreto;
y que merece opinión
  por ser tu padre también.
Mis ojos, a hablarle voy.

ELVIRA

Y yo esperándote estoy.

SANCHO

¡Plega al cielo que me den
  él y su hermana mil cosas!

ELVIRA

Basta darle cuenta desto.

SANCHO

La vida y el alma he puesto
en esas manos hermosas.
  Dame siquiera la una.

ELVIRA

Tuya ha de ser; vesla aquí.

SANCHO

¿Qué puede hacer contra mí,
si la tengo, la fortuna?
  Tú verás mi sentimiento
después de tanto favor;
que me ha enseñado el amor
a tener entendimiento.
Vanse y sale[n] DON TELLO, de caza,
y CELIO y JULIO, criados.


DON TELLO

  Tomad el venablo allá.

CELIO

¡Qué bien te has entretenido!

JULIO

Famosa la caza ha sido.

DON TELLO

Tan alegre el campo está
  que sólo ver sus colores
es fiesta.

CELIO

¡Con qué desvelos
procuran los arroyuelos
besar los pies a las flores!

DON TELLO

  Da de comer a esos perros,
Celio, así te ayude Dios.

CELIO

Bien escalaron los dos
las puntas de aquellos cerros.

JULIO

  Son famosos.

CELIO

Florisel
es deste campo la flor.

DON TELLO

No lo hace mal [Canamor].

JULIO

Es un famoso lebrel.

CELIO

  Ya mi señora y tu hermana
te han sentido.

Sale FELICIANA.

DON TELLO

¡Qué cuidados
de amor, y qué bien pagados
de [mí son, oh] Feliciana,
  tantos desvelos por vos!

FELICIANA

Yo lo estoy de tal manera,
mi señor, cuando estáis fuera,
por vos, como sabe Dios.
  No hay cosa que no me enoje;
el sueño, el descanso dejo;
no hay liebre, no hay vil conejo
que fiera no se me antoje.

DON TELLO

  En los montes de Galicia,
hermana, no suele haber
fieras, puesto que el tener
poca edad fieras codicia.
  Salir suele un jabalí
de entre esos montes espesos,
cuyos dichosos sucesos
tal vez celebrar les vi.
  Fieras son que junto al anca
del caballo más valiente,
al sabueso con el diente
suelen abrir la carlanca.
  Y tan mal la furia aplacan
que, para decirlo en suma,
truecan la caliente espuma
en la sangre que le sacan.
  También [hay] oso que en pie
acomete al cazador
con tan estraño furor,
que muchas veces se ve
  dar con el hombre en el suelo.
Pero la caza ordinaria
es humilde cuánto varia,
para no tentar al cielo.
  Es digna de caballeros
y príncipes, porque encierra
los preceptos de la guerra,
y ejercita los aceros,
  y la persona habilita.

FELICIANA

Como yo os viera casado,
no me diera ese cuidado
que tanto sueños me quita.

DON TELLO

  El ser aquí poderoso
no me da tan cerca igual.

FELICIANA

No os estaba aquí tan mal
de algún señor generoso
  la hija.

DON TELLO

Pienso que quieres
reprender no haber pensado
en casarte; que es cuidado
que nace con las mujeres.

FELICIANA

  ¡Engáñaste, por tu vida!;
que sólo tu bien deseo.

Salen SANCHO y PELAYO.

PELAYO

Entra; que solos los veo;
no hay persona que lo impida.

SANCHO

  Bien dices; de casa son
los que con ellos están.

PELAYO

Tú verás lo que te dan.

SANCHO

Yo cumplo mi obligación.
  Noble, ilustrísimo Tello,
y tú, hermosa Feliciana,
señores de aquesta tierra,
que os ama por tantas causas,
dad vuestros pies generosos
a Sancho, Sancho el que guarda
vuestros ganados y huerta,
oficio humilde en tal casa.
Pero en Galicia, señores,
es la gente tan hidalga,
que sólo en servir al rico
el que es pobre no le iguala.
Pobre soy, y en este oficio
que os he dicho, cosa es clara
que no me conoceréis,
porque los crïados pasan
de ciento y treinta personas,
que vuestra ración aguardan
y vuestro salario esperan;
pero tal vez en la caza
presumo que me habréis visto.

DON TELLO

Sí he visto, y siempre me agrada
vuestra persona, y os quiero
bien.

SANCHO

Aquí por merced tanta
os beso los pies mil veces.

DON TELLO

¿Qué [queréis]?

SANCHO

Gran señor, pasan
los años con tanta furia,
que parece que con cartas
van por la posta a la muerte,
y que una breve posada
tiene la vida a la noche,
y la muerte a la mañana.
Vivo solo. Fue mi padre
hombre de bien, que pasaba
sin servir. Acaba en mí
la sucesión de mi casa.
He tratado de casarme
con una doncella honrada,
hija de Nuño de Aibar,
hombre que sus campos labra,
pero que aun tiene paveses
en las ya borradas armas
de su portal, y con ellas,
de aquel tiempo algunas lanzas.
Esto y la virtud de Elvira
-que así la novia se llama-,
me han obligado. Ella quiere,
su padre también se agrada,
mas no sin licencia vuestra;
que me dijo esta mañana
que el señor ha de saber
cuánto se hace y cuánto pasa
desde el vasallo más vil
a la persona más alta
que de su salario vive;
y que los reyes se engañan
si no reparan en esto,
que pocas veces reparan
Yo, señor, tomé el consejo,
y vengo, como él lo manda,
a deciros que me caso.

DON TELLO

Nuño es discreto, y no basta
razón a tan buen consejo.
Celio...

CELIO

Señor...

DON TELLO

Veinte vacas
y cien ovejas darás
a Sancho, a quien yo y mi hermana
habemos de honrar la boda.

SANCHO

¡Tanta merced!

PELAYO

¡Merced tanta!

SANCHO

¡Tan grande bien!

PELAYO

¡Bien tan grande!

SANCHO

¡Rara virtud!

PELAYO

¡Virtud rara!

SANCHO

¡Alto valor!

PELAYO

¡Valor alto!

SANCHO

¡Santa piedad!

PELAYO

¡Piedad santa!

DON TELLO

¿Quién es este labrador
que os responde y acompaña?

PELAYO

Soy el que dice al revés
todas las cosas que habra.

SANCHO

Señor, de Nuño es crïado.

PELAYO

Señor, en una palabra,
el pródigo soy de Nuño.

DON TELLO

¿Quién?

PELAYO

El que sus puercos guarda.
Vengo también a pediros
mercedes.

DON TELLO

¿Con quién te casas?

PELAYO

Señor, no me caso ahora,
mas, por si el diabro me engaña,
os vengo a pedir carneros,
para si después me faltan;
que un astrólogo me dijo
una vez en Masalanca
que tenía peligro en toros,
y en agua tanta desgracia;
que desde entonces no quiero
casarme ni beber agua,
por escusar el peligro.

FELICIANA

Buen labrador.

DON TELLO

Humor gasta.

FELICIANA

Id, Sancho, en buen hora. Y tú
haz que a su cortijo vayan
las vacas y las ovejas.

SANCHO

Mi corta lengua no alaba
tu grandeza.

DON TELLO

¿Cuándo quieres
desposarte?

SANCHO

Amor me manda
que sea esta misma noche.

DON TELLO

Pues ya los rayos desmaya
el sol, y entre nubes de oro
veloz al poniente baja,
vete a prevenir la boda;
que allá iremos yo y mi hermana.
¡Hola! Pongan la carroza.

SANCHO

Obligada llevo el alma
y la lengua, gran señor,
para tu eterna alabanza.

(Vase.)


FELICIANA

En fin, vos ¿no os casaréis?

PELAYO

Yo, señora, me casaba
con la novia deste mozo,
que es una lumpia zagala,
si la hay en toda Galicia;
supo que puercos guardaba,
y desechóme por puerco.

FELICIANA

Id con Dios, que no se engaña.

PELAYO

Todos guardamos, señora,
lo que...

FELICIANA

¿Qué?

PELAYO

Lo que nos mandan
nuestros padres que guardemos.

Vase.


FELICIANA

El mentecato me agrada.

CELIO

Ya que es ido el labrador,
que no es necio en lo que habla,
prometo a vueseñoría,
que es la moza más gallarda
que hay en toda Galicia;
y que por su talle y cara,
discreción y honestidad
y otras infinitas gracias,
pudiera honrar el hidalgo
más noble de toda España.

FELICIANA

¿Qué es tan hermosa?

CELIO

Es un ángel.

DON TELLO

Bien se ve, Celio, que hablas
con pasión.

CELIO

Alguna tuve;
mas cierto que no me engaña.

DON TELLO

Hay algunas labradoras
que, sin afeites ni galas,
suelen llevarse los ojos,
y a vuelta dellos el alma;
pero son tan desdeñosas
que sus melindres me cansan.

FELICIANA

Antes las que se defienden
suelen ser más estimadas.

Vanse

y sale[n] NUÑO y SANCHO.

NUÑO

  ¿Eso don Tello responde?

SANCHO

Esto responde, señor.

NUÑO

Por cierto que a su valor
dignamente corresponde.

SANCHO

  Mandóme dar el ganado
que os digo.

NUÑO

Mil años viva.

SANCHO

Y aunque es dádiva excesiva,
más estimo haberme honrado
  con venir a ser padrino.

NUÑO

Y ¿vendrá también su hermana?

SANCHO

También.

NUÑO

Condición tan llana,
del cielo a los hombres vino.

SANCHO

  Son señores generosos.

NUÑO

¡Oh, si aquesta casa fuera,
pues los huéspedes espera
más ricos y poderosos
  deste reino, un gran palacio!

SANCHO

Ésa no es dificultad;
cabrán en la voluntad,
que tiene infinito espacio.
  Ellos vienen en efeto.

NUÑO

¡Qué buen consejo te di!

SANCHO

Cierto que en don Tello vi
un señor todo perfeto.
  porque, en quitándole el dar,
con que a Dios es parecido,
no es señor; que haberlo sido
se muestra en dar y en honrar.
  Y pues Dios su gran valor
quiere que dando se entienda,
sin dar ni honrar no pretenda
ningún señor ser señor.

NUÑO

  ¡Cien ovejas! ¡Veinte vacas!
Será una hacienda gentil
si por los prados del Sil
la primavera los sacas.
  Páguele Dios a don Tello
tanto bien, tanto favor.

SANCHO

¿Dónde está Elvira, señor?

NUÑO

Ocuparála el cabello
  o algún tocado de boda.

SANCHO

Como ella traiga su cara,
rizos y gala escusara;
que es de rayos del sol toda.

NUÑO

  No tienes amor villano.

SANCHO

Con ella tendré, señor,
firmezas de labrador
y amores de cortesano.

NUÑO

  No puede amar altamente
quien no tiene entendimiento,
porque está su sentimiento
en que sienta lo que siente.
  Huélgome de verte así.
Llama esos mozos; que quiero
que entienda este caballero
que soy algo o que lo fui.

SANCHO

  Pienso que mis dos señores
vienen, y vendrán con ellos.
Deje Elvira los cabellos,
y reciba sus favores.

Salen DON TELLO y criados;
JUANA, LEONOR y villanos.

DON TELLO

  ¿Dónde fue mi hermana?

JUANA

Entró
por la novia.

SANCHO

¡Señor mío!

DON TELLO

¡Sancho!

SANCHO

Fuera desvarío
querer daros gracias yo,
  con mi rudo entendimiento,
desta merced.

DON TELLO

¿Dónde está
vuestro suegro?

NUÑO

Donde ya
tendrán sus años aumento
  con este inmenso favor.

DON TELLO

Dadme los brazos.

NUÑO

Quisiera
que esta casa un mundo fuera,
y vos del mundo señor.

DON TELLO

  ¿Cómo os llamáis vos, serrana?

PELAYO

Pelayo, señor.

DON TELLO

No digo
a vos.

PELAYO

¿No habraba conmigo?

JUANA

A vuestro servicio, Juana.

DON TELLO

  ¡Buena gracia!

PELAYO

Aun no lo sabe
bien; que con un cucharón,
si la pecilga un garzón,
le suele pegar un cabe
que le aturde los sentidos;
que una vez, porque llegué
a la olla, los saqué
por dos meses atordidos.

DON TELLO

  ¿Y vos?

PELAYO

Pelayo, señor.

DON TELLO

No hablo con vos.

PELAYO

Yo pensaba,
señor, que conmigo habraba.

DON TELLO

¿Cómo os llamáis?

LEONOR

Yo, Leonor.
[Aparte.]
(¡Cómo pescuda por ellas,
y por los zagales no!)
Pelayo, señor, soy yo.

DON TELLO

¿Sois algo de alguna dellas?

PELAYO

  Sí, señor; el porquerizo.

DON TELLO

Marido, digo, o hermano.

NUÑO

¡Qué necio estás!

SANCHO

¡Qué villano!

PELAYO

Así mi madre me hizo.

SANCHO

  La novia y madrina vienen.

Salen FELICIANA y ELVIRA.

FELICIANA

Hermano, hacedles favores,
¡Y dichosos los señores
que tales vasallos tienen!

DON TELLO

  Por Dios, que tenéis razón.
¡Hermosa moza!

FELICIANA

Y gallarda.

ELVIRA

La vergüenza me acobarda,
como primera ocasión.
  Nunca vi vuestra grandeza.

NUÑO

Siéntense su[s] señorías:
las sillas son como mías.

DON TELLO

[Aparte.]
(No he visto mayor belleza.
¡Qué divina perfección!
Corta ha sido su alabanza.
¡Dichosa aquella esperanza
que espera tal posesión!)

FELICIANA

  Dad licencia que se siente
Sancho.

DON TELLO

Sentaos.

SANCHO

No, señor.

DON TELLO

Sentaos.

SANCHO

¡Yo tanto favor,
y mi señora presente!

FELICIANA

  Junto a la novia os sentad;
no hay quien el puesto os impida.

DON TELLO

[Aparte.]
(No esperé ver en mi vida
tan peregrina beldad.)

PELAYO

  Y yo, ¿adónde he de sentarme?

NUÑO

Allá en la caballeriza
tú la fiesta solemniza.

DON TELLO

[Aparte.]
(¡Por Dios, que siento abrasarme!)
  ¿Cómo la novia se llama?

PELAYO

Pelayo, señor.

NUÑO

¿No quieres
callar? Habla a las mujeres,
y cuéntaste tú por dama.
  Elvira es, señor, su nombre.

DON TELLO

Por Dios que es hermosa Elvira,
y digna, aunque serlo admira,
de novio tan gentilhombre.

NUÑO

  Zagalas, regocijad
la boda.

DON TELLO

[Aparte.]
(¡Rara hermosura!)

NUÑO

En tanto que viene el cura,
a vuestra usanza bailad.

JUANA

  El cura ha venido ya.

DON TELLO

Pues decid que no entre el cura
[Aparte.]
(Que tan divina hermosura
robándome el alma está.)

SANCHO

  ¿Por qué, señor?

DON TELLO

Porque quiero,
después que os he conocido,
honraros más.

SANCHO

Yo no pido
más honras, ni las espero,
  que casarme con mi Elvira.

DON TELLO

Mañana será mejor.

SANCHO

No me dilates, señor,
tanto bien; mis ansias mira,
  y que desde aquí a mañana
puede un pequeño accidente
quitarme el bien que presente
la posesión tiene llana.
  Si sabios dicen verdades,
bien dijo aquel que decía
que era el sol el que traía
al mundo las novedades.
  ¿Qué sé yo lo que traerá
del otro mundo mañana?

DON TELLO

[Aparte.]
(¡Qué condición tan villana!
[¡Qué puesto en su gusto está!]
  Quiérole honrar y hacer fiesta,
y el muy necio, hermana mía,
en tu presencia porfía
con voluntad poco honesta.)
  Llévala, Nuño, y descansa
esta noche.

NUÑO

Haré tu gusto.
Vanse TELLO, FELICIANA y CELIO.


ELVIRA

Esto no parece justo.
¿De qué don Tello se cansa?
  Yo no quiero responder
por no mostrar liviandad.

NUÑO

No entiendo su voluntad
ni lo que pretende hacer.
  Es señor; ya me ha pesado
de que haya venido aquí.

SANCHO

Harto más me pesa a mí,
aunque lo he disimulado.

PELAYO

  ¿No hay boda esta noche?

JUANA

No.

PELAYO

¿Por qué?

JUANA

No quiere don Tello.

PELAYO

Pues don Tello, ¿puede hacello?

JUANA

Claro está, pues lo mandó.

PELAYO

  Pues, antes que entrase el cura
mos ha puesto impedimento.

(Vase.)


SANCHO

Oye, Elvira.

ELVIRA

¡Ay, Sancho! Siento
que tengo poca ventura.

SANCHO

  ¿Qué quiere el señor hacer
que a mañana lo difiere?

ELVIRA

Yo no entiendo lo que quiere,
pero debe de querer.

SANCHO

  ¿Es posible que me quita
esta noche, ¡ay, bellos ojos!,
tuviesen paz los enojos
que airado me solicita?

ELVIRA

  Ya eres, Sancho, mi marido.
Ven esta noche a mi puerta.

SANCHO

¿Tendrásla, mi bien, abierta?

ELVIRA

¡Pues no!

SANCHO

Mi remedio ha sido;
  que si no, yo me matara.

ELVIRA

También me matara yo.

SANCHO

El cura llegó y no entró.

ELVIRA

No quiso que el cura entrara.

SANCHO

Pero si te persüades
a abrirme, será mejor;
que no es mal cura el amor
para sanar voluntades.


Vanse,
y salen DON TELLO y criados,
con mascarillas.

DON TELLO

  Muy bien me habéis entendido.

CELIO

Para entenderte no creo
que es menester, gran señor,
muy sutil entendimiento.

DON TELLO

Entrad, pues, que estarán solos
la hermosa Elvira y el viejo.

CELIO

Toda la gente se fue
con notable descontento
de ver dilatar la boda.

DON TELLO

Yo tomé, Celio, el consejo
primero que amor me dio;
que era infamia de mis celos
dejar gozar a un villano
la hermosura que deseo.
Después que della me canse,
podrá ese rústico necio
casarse; que yo daré
ganado, hacienda y dinero
con que viva; que es arbitrio
de muchos, como lo vemos
en el mundo. Finalmente,
yo soy poderoso, y quiero,
pues este hombre no es casado,
valerme de lo que puedo.
Las máscaras os poned.

CELIO

¿Llamaremos?

DON TELLO

Sí.


Llaman y sale ELVIRA al paño.

CRIADO

Ya abrieron.

ELVIRA

Entra, Sancho de mi vida.

CELIO

¿Elvira?

ELVIRA

Sí.

CRIADO

¡Buen encuentro!

ELVIRA

¿No eres tú, Sancho? ¡Ay de mí!
¡Padre! ¡Señor! ¡Nuño! ¡Cielos!
¡Que me roban! ¡Que me llevan!

DON TELLO

Caminad ya.


Dentro.

NUÑO

¿Qué es aquesto?

ELVIRA

¡Padre!

DON TELLO

Tápala esa boca.

NUÑO

¡Hija! Ya te oigo y te veo,
pero mis caducos años
y mi desmayado esfuerzo,
¿qué podrán contra la fuerza
de un poderoso mancebo,
que ya presumo quién es?


Salen SANCHO y PELAYO.

SANCHO

Voces parece que siento
en el valle, hacia la casa
del señor.

PELAYO

Habremos quedo,
no mos sientan los criados.

SANCHO

Advierte que estando dentro
no te has de dormir.

PELAYO

No haré;
que ya me conoce el sueño.

SANCHO

Yo saldré cuando del alba
pida albricias el lucero;
mas no me las pida a mí,
si me ha de quitar mi cielo.

PELAYO

¿Sabes qué pareceré
mientras estás allá dentro?
Mula de doctor, que está
tascando a la puerta el freno.

SANCHO

Llamemos.

PELAYO

Apostaré
que está por el agujero
de la llave Elvira atenta.

SANCHO

Llego y llamo.


Sale NUÑO.

NUÑO

Pierdo el seso.

SANCHO

¿Quién va?

NUÑO

Un hombre.

SANCHO

¿Es Nuño?

NUÑO

¿Es Sancho?

SANCHO

Pues, ¡tú en la calle! ¿Qué es esto?

NUÑO

¿Qué es esto dices?

SANCHO

Pues bien,
¿qué ha sucedido?; que temo
algún mal.

NUÑO

Y aun el mayor;
que alguno ya fuera menos.

SANCHO

¿Cómo?

NUÑO

Un escuadrón de armados
aquestas puertas rompieron,
y se han llevado...

SANCHO

No más,
que aquí dio fin mi deseo.

NUÑO

Reconocer con la luna
los quise, mas no me dieron
lugar a que los mirase,
porque luego se cubrieron
con mascarillas las caras
y no pude conocerlos.

SANCHO

¿Para qué, Nuño? ¿Qué importa?
Criados son de don Tello,
a quien me mandaste hablar.
¡Mal haya, amén, el consejo!
En este valle hay diez casas,
y todas diez de pecheros,
que se juntan a esta ermita:
no ha de ser ninguno dellos.
Claro está que es el señor,
que la ha llevado a su pueblo;
que él no me deja casar
es el indicio más cierto.
Pues, ¿es verdad que hallaré
justicia fuera del cielo,
siendo un hombre poderoso
y el más rico deste reino?
¡Vive Dios! Que estoy por ir
a morir; que no sospecho
que a otra cosa...

NUÑO

Espera, Sancho.

PELAYO

¡Voto al soto, que si encuentro
sus cochinos en el prado,
que aunque haya guarda con ellos,
que los he de apedrear!

NUÑO

Hijo, de tu entendimiento
procura valerte ahora.

SANCHO

Padre y señor, ¿cómo puedo?
Tú me aconsejaste el daño,
aconséjame el remedio.

NUÑO

Vamos a hablar al señor
mañana; que yo sospecho
que, como fue mocedad,
ya tendrá arrepentimiento.
Yo fío, Sancho, de Elvira;
que no haya fuerza ni ruegos
que la puedan conquistar.

SANCHO

Yo lo conozco y lo creo.
¡Ay, que me muero de amor!
¡Ay, que me abraso de celos!
¿A cuál hombre ha sucedido
tan lastimoso suceso?
¡Que trujese yo a mi casa
el fiero león sangriento
que mi cándida cordera
me robara! ¿Estaba ciego?
Sí estaba; que no entran bien
poderosos caballeros
en las casas de los pobres,
que tienen ricos empleos.
Paréceme que su rostro
lleno de aljófares veo
por las mejillas de grana,
su honestidad defendiendo.
Paréceme que la escucho,
¡lastimoso pensamiento!,
y que el tirano le dice
mal escuchados requiebros.
Paréceme que a sus ojos
los escogidos cabellos
haciendo están celosías
para no ver sus deseos.
Déjame, Nuño, matar,
que todo el sentido pierdo.
¡Ay, que me muero de amor!
¡Ay, que me abraso de celos!

NUÑO

Tú eres, Sancho, bien nacido:
¿qué es de tu valor?

SANCHO

Recelo
cosas que, de imaginallas,
loco hasta el alma me vuelvo,
sin poderlas remediar.
Enséñame el aposento
de Elvira.

PELAYO

[Y a] mí, señor,
la cocina; que me muero
de hambre; que no he cenado,
como enojados se fueron.

NUÑO

Entra, y descansa hasta el día;
que no es bárbaro don Tello.

SANCHO

¡Ay, que me muero de amor
y estoy rabiando de celos!