JUSTINA:
|
Pesada imaginación,
al parecer lisonjera,
¿cuándo te he dado ocasión
para que de esta manera
aflijas mi corazón?
¿Cuál es la causa, en rigor,
de este fuego, de este ardor,
que en mí por instantes crece?
¿Qué dolor el que padece
mi sentido?
Cantan
|
JUSTINA:
|
Aquel ruiseñor amante
es quien respuesta me da,
enamorando constante
a su consorte, que está
un ramo más adelante.
Calla, ruiseñor; no aquí
imaginar me hagas ya,
por las quejas que te oí,
cómo un hombre sentirá,
si siente un pájaro así.
Mas no. Una vid fue lasciva,
que buscando fugitiva
va el tronco donde se enlace,
siendo el verdor con que abrace
el peso con que derriba.
No así con verdes abrazos
me hagas pensar en quien amas,
vid; que dudaré en tus lazos,
si así abrazan unas ramas,
cómo enraman unos brazos.
Y si no es la vid, será
aquel girasol, que está
viendo cara a cara al sol,
tras cuyo hermoso arrebol
siempre moviéndose va.
No sigas, no, tus enojos,
flor, con marchitos despojos;
que pensarán mis congojas,
si así lloran unas hojas,
cómo lloran unos ojos.
Cesa, amante ruiseñor;
desúnete, vid frondosa;
párate, inconstante flor;
o decid: ¿qué venenosa
fuerza usáis?
Cantan
|
JUSTINA:
|
¡Amor! ¿A quién le he tenido
yo jamás? Objeto es vano;
pues siempre despojo han sido
de mi desdén y mi olvido
Lelio, Floro y Cipriano.
¿A Lelio no desprecié?
¿A Floro no aborrecí?
Y a Cipriano ¿no traté...
Párase en el nombre de CIPRIANO, y desde allí representa inquieta otra vez
...con tal rigor que, de mí
aborrecido, se fue
donde de él no se ha sabido?
Mas--¡ay de mí!--yo ya creo
que ésta debe de haber sido
la ocasión con que ha podido
atreverse mi deseo;
pues desde que pronuncié
que vive ausente por mí,
no sé--¡ay infeliz!--no sé
qué pena es la que sentí.
Cóbrase otra vez
Mas piedad sin duda fue
de ver que por mí olvidado
viva un hombre que se vio
de todos tan celebrado,
y que a sus olvidos yo
tanta ocasión haya dado.
Con asombro, otra vez
Pero si fuera piedad,
la misma piedad tuviera
de Lelio y Floro, en verdad;
pues en una prisión fiera
por mí están sin libertad.
En sí, otra vez
...................
.......................
Mas--¡ay discursos!--parad.
Si basta ser piedad sola,
no acompañéis la piedad;
que os alargáis de manera
que no sé--¡ay de mí!--no sé,
si ahora a buscarle fuera,
si adonde él está supiera.
|