DEMONIO:
|
Y yo te doy licencia,
porque sé de tu ciencia y de mi ciencia
que el infierno inclemente,
a tus invocaciones obediente,
podrá por mí entregarte
a la hermosa Justina en esta parte;
que aunque el gran poder mío
no puede hacer vasallo un albedrío,
puede representalle
tan extraños deleites que se halle
empeñado a buscarlos,
y inclinarlos podré, si no forzarlos.
Sale CLARÍN de la cueva
|
CLARÍN:
|
Ingrata deidad mía,
no Livia ardiente, sino Livia fría,
llegó el plazo en que espero
alcanzar si tu amor es verdadera;
pues ya sé lo que basta
para ver si eres casta o haces casta;
que con tanto cuidado
aquí la ciencia mágica he estudiado
que por ella he de ver--¡ay de mí, triste!--
si con Moscón acaso me ofendiste.
Aguados cielos--ya otro dijo "puros"--
atended a mis lóbregos conjuros:
montes...
|
DEMONIO:
|
Clarín, ¿qué es eso?
|
CLARÍN:
|
¡Oh sabio maestro!
Por la concomitancia estoy tan diestro
en la magia que quiero ver por ella
si Livia, tan ingrata como bella,
comete alguna vez superchería
en la fatal estancia de mi día.
|
DEMONIO:
|
Deja aquesas locuras,
y en lo intrincado de esas peñas duras
asiste a tu señor, para que veas
--si tanta admiración lograr deseas--
el fin de su cuidado;
que solo quiero estar.
|
CLARÍN:
|
Yo, acompañado.
Y si no he merecido
haber las ciencias tuyas aprendido,
porque, en fin, no te he hecho
cédula con la sangre de mi pecho,
en este lienzo ahora...
Saca un lienzo sucio y escribe en él con el dedo, habiéndose hecho sangre
|
|
--nunca le tray más limpio quién bien llora--
la haré, para que más te escandalices,
dándome un mojicón en las narices;
que no será embarazo
salir de las narices o del brazo.
Digo, el gran Clarín, que, si merezco
ver a Livia cruel, que al diablo ofrezco...
|
DEMONIO:
|
Ya digo que me dejes,
y que con tu señor de mí te alejes.
|
CLARÍN:
|
Yo lo haré, no te alteres.
Pues que tomar mi cédula no quieres
cuando darla procuro,
sin duda que me tienes por seguro.
Vase CLARÍN
|
DEMONIO:
|
Ea, infernal abismo,
desesperado imperio de ti mismo,
de tu prisión ingrata
tus lascivos espíritus desata,
amenazando ruina
al virgen edificio de Justina.
Su casto pensamiento
de mil torpes fantasmas en el viento
hoy se informe, su honesta fantasía
se lleñe; y con dulcísima armonía
todo provoque amores:
los pájaros, las plantas y las flores.
Nada miren sus ojos
que no sean de amor dulces despojos;
nada oigan sus oídos
que no sean de amor tiernos gemidos;
porque, sin que defensa en su fe tenga,
hoy a buscar a Cipriano venga,
de su ciencia invocada
y de mi ciego espíritu guiada.
Empezad, que yo en tanto
callaré, porque empiece vuestro canto.
Canta dentro, una VOZ
|
VOZ:
|
¿Cuál es la gloria mayor
de esta vida?
|
TODOS:
|
Amor, amor.
Mientras esta copla se canta, se va entrando el DEMONIO por una puerta, y sale por otra JUSTINA huyendo
|