DEMONIO:
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Yo soy, pues saberlo quieres,
un epílogo, un asombro
de venturas y desdichas,
que unas pierdo y otras lloro.
Tan galán fui por mis partes,
por mi lustre tan heroico,
tan noble por mi linaje
y por mi ingenio tan docto,
que, aficionado a mis prendas
un rey, el mayor de todos
--puesto que todos le temen,
si le ven airado el rostro--
en su palacio cubierto
de diamantes y piropos
--y aun si los llamase estrellas
fuera el hipérbole corto--
me llamó valido suyo,
cuyo aplauso generoso
me dio tan grande soberbia
que competí al regio solio,
quiriendo poner las plantas
sobre sus dorados tronos.
Fue bárbaro atrevimiento:
castigado lo conozco.
Loco anduve; pero fuera,
arrepentido, más loco.
Más quiero en mi obstinación
con mis alientos briosos
despeñarme de bizarro
que rendirme de medroso.
Si fueron temeridades,
no me vi en ellas tan solo
que de sus mismos vasallos
no tuviese muchos votos.
De su corte, en fin, vencido,
aunque en parte vitorioso,
salí arrojando venenos
por la boca y por los ojos,
y pregonando venganzas,
por ser mi agravio notorio,
logrando en las gentes suyas
insultos, muertes y robos.
Los anchos campos del mar
sangriento pirata corro,
Argos ya de sus bajíos,
y lince de sus escollos.
En aquel bajel que el viento
desvaneció en leves soplos,
en aquel bajel que el mar
convirtió en ruina sin polvo,
esas campañas de vidro
hoy corría codicioso,
hasta examinar un monte
piedra a piedra y tronco a tronco;
porque en él un hombre vive,
y a buscarle me dispongo,
a que cumpla una palabra
que él me ha dado y yo le otorgo.
Embistióme esta tormenta;
y aunque pudo prodigioso
mi ingenio enfrenar a un tiempo
al euro, al cierzo y al noto,
no quise desesperado,
por otras causas, por otros
fines, convertirlos hoy
en regalados favonios.
Que pude, dije, y no quise.
(Aquí de su ingenio noto Aparte
los riesgos, puesto que así
de mágicas le aficiono.)
No te espantes del despecho,
ni del prodigio tampoco,
de aquél, porque yo con iras
me diera muerte a mí propio;
ni de éste, porque con ciencias
daré al sol pálido asombro.
Soy, en la magia que alcanzo,
el registro poderoso
de esos orbes. Línea a línea
los he discurrido todos.
Y porque no te parezca
que sin ocasión blasono,
mira si a este mismo instante
quieres que lo inculto y tosco
de este Nembrot de peñascos,
más bruto que el babilonio,
te facilite lo horrible,
sin que pierda lo frondoso.
Éste soy, huérfano huésped
de estos fresnos, de estos chopos;
y aunque éste soy, a tus plantas
quiero pedirte socorro;
y quiero, en el que me dieres,
librarte el bien que te compro
con el afán de mi estudio,
que en experiencias abono,
trayéndote a tu albedrío...
(Aquí en el amor le toco) Aparte
...cuanto te pida el deseo
más avaro y codicioso.
Y en tanto que no le aceptes,
ya de cortés, ya de corto,
págate de los deseos,
sí es que en ti no los malogro;
que por la piedad que muestras,
que agradezco y que conozco,
seré tu amigo tan firme
que ni el repetido monstruo
de sucesos, la Fortuna,
que entre baldones y elogios,
próspera y adversa, muestra
lo avaro y lo generoso,
ni en su continua tarea,
corriendo y volando a tornos,
el tiempo, imán de los siglos,
ni el cielo, ni el cielo proprio,
a cuyos astros el mundo
debe el bellísimo adorno,
tendrán poder de apartarme
de tu lado un punto solo,
como aquí me des amparo;
y aun todo aquesto es muy poco
para lo que yo intereso,
si mis pensamientos logro.
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