| LELIO:
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¡Bueno es eso,
querer deslumbrar ahora
la luz de mis sentimientos,
atribuyéndome a mí
delito que sólo es vuestro!
Quién sois tengo de saber,
y dar muerte a quien me ha muerto
de celos, saliendo ahora
por ese balcón.
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| FLORO:
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¡Qué necio
recato, encubrirse cuando
está el amor descubierto!
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| LELIO:
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En vano la lengua apura
lo que mejor el acero
hará.
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| FLORO:
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Con él os respondo.
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| LELIO:
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Quién ha sido, saber tengo,
hoy el admitido amante
de Justina.
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| FLORO:
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Ése es mi intento.
Moriré, o sabré quién sois.
Salen CIPRIANO, MOSCÓN y CLARÍN
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| CIPRIANO:
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Caballeros, deteneos,
si a aquesto puede obligaros
haber llegado a este tiempo.
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| FLORO:
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Nada me puede obligar
a que deje el fin que intento.
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| CIPRIANO:
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¿Floro?
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| FLORO:
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Sí, que con la espada
en la mano, nunca niego
mi nombre.
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| CIPRIANO:
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A tu lado estoy;
muera quien te ofende.
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| LELIO:
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Menos
que temer me daréis todos
que él me daba solo.
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| CIPRIANO:
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¿Lelio?
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| LELIO:
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Sí.
A FLORO
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| CIPRIANO:
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Ya no estoy a tu lado,
porque es fuerza estar en medio.
¿Qué es esto? ¡En un día dos veces
he de hallarme a componeros!
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| LELIO:
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Ésta la última será,
porque ya estamos compuestos;
que con haber conocido
quién es de Justina dueño,
no le queda a mi esperanza
ni aun el menor pensamiento.
Si no has hablado a Justina,
que no la hables te ruego
de parte de mis agravios
y mis desdichas, habiendo
visto que Floro merece
sus favores en secreto.
De ese balcón ha bajado
de gozar el bien que pierdo;
y no es mi amor tan infame
que haya de querer, atento
a celos averiguados,
con desengaños tan ciertos.
Vase LELIO
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