El lazarillo del cíclope

​El lazarillo del cíclope​ de Mauricio Bacarisse

  ¡Can sumiso y acólito, como el can de Durero;
 lazarillo cuadrúpedo, junto al Diablo y a la Muerte
 conduciendo leal y fuerte
 al Hombre en su sendero...!
 ¡Can sumiso y acólito, como el can de Durero!

  Y este ciego mendigo de rostro rasurado
 de procónsul de Roma, de trapense o de chalán,
 sigue a su guía y guardián
 porque Dios le ha cavado
 dos profundos alvéolos en su rostro afeitado.

  ¡Este ibero de bronce golpeaba los yunques!
 Ordeñaba los fuegos de bigornias siderúrgicas;
 pero dos chispas quirúrgicas
 aquietaron las mazas demiúrgicas
 abrasando las córneas que alumbraban los yunques.

  Cuando se nos extingue la vida cinemática,
 el mundo es ya peor...
 ¡Insultan los fariseos
 y faltan los cirineos!
 En la noche antipática
 solo un perro consuela la viudez cinemática.

  ¡Benditos sean los gozques, los caballos, los bueyes
 que conducen los féretros, las carretas y los ciegos;
 que del Bien tienen los fuegos
 y no saben de éticas, purgatorios ni leyes!
 ¡Benditos sean los gozques, los caballos, los bueyes!

  Esta bestia sagrada, ladrona y anarquista,
 saquea las banastas mugrientas del mercado,
 y los frutos que ella ha hurtado
 nutren al pobre hambriento del festín de la vista.
 ¡Bestia facinerosa, sagrada y anarquista!

  ¡En atrios y conventos hay que gañir plegarias!
 Robar es más valiente, más bello y más deleitoso
 que la honradez y el reposo
 en horas adversarias...
 ¡En atrios y conventos hay que gañir plegarias!

  Nodriza de la inopia, furriel del pordiosero,
 guarda entre sus mandíbulas las monedas sustraídas.
 (Las gentes no son buenas, pero son distraídas.)
 Codicia el can el dinero
 y hace de los descuidos una hucha al pordiosero.

  ¡Discos nuncios del crimen y de las epidemias;
 sucias piezas de cobre que llevas en la alcancía
 de tu quijada bravía!
 ¡Hostias de las blasfemias,
 discos nuncios del crimen y de las epidemias!

  ¡Te matará un imbécil -alguacil o perrero-
 bestezuela cordial! Quedará el ciego tullido
 de su órgano preferido
 y solo en el sendero...
 ¡Te matará un imbécil -alguacil o perrero-!

  Mientras tanto, prosigue. El cíclope vencido
 ha menester tus claras retinas y tus dientes...
 Camina en la calzada escueta y pedregosa
 junto al Diablo y la Muerte, como el can de Durero.


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