El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1905)/Tomo I/Elogios

ELOGIOS


Al libro de Don Quijote de la Mancha, Urganda la Desconocida


Si de llegarte a los bue-,
libro, fueres con letu-,
no te dira el boquiru-
que no pones bien los de-;
mas si el pan no se te cue-
por ir a manos de idio-,
veras, de manos á bo-,
aun no dar una en el cla-;
si bien se comen las ma-
por mostrar que son curio-.

Y pues la experiencia ense-
que el que á buen árbol se arri-
buena sombra le cobi-,
en Béjar tu buena estre-
un arbol real te ofre-
que da príncipes por fru-,
en el cual florece un Du-
que es nuevo Alejandro Ma-.
Llega á su sombra; que a osa-
favorece la fortu-.

De un noble hidalgo manche-
contarás las aventu-,
á quien ociosas letu-
trastornaron la cabe:
damas, armas, caballe-
le provocaron de mo-,
que, cual Orlando furio-,
templado á lo enamora-,
alcanzó á fuerza de bra-
á Dulcinea del Tobo-.

No indiscretos hieroglí-
estampes en el escu-;
que, cuando es todo figu-,
con ruines puntos se envi-.
Si en la dirección te humi-,
no dira mofante algu-:
¡que don Alvaro de Lu-,
que Aníbal el de Carta-,
que el rey Francisco en Espa-
se queja de la fortu-!

Pues al cielo no le plu-
que salieses tan ladi-,
como el negro Juan Lati-,
hablar latines rehu-.
No me despuntes de agu-,
ni me alegues con filó;
porque, torciendo la bo-,
dirá el que entiende la le-,
no un palmo de las ore-:
¿para qué conmigo flo-?

No te metas en dibu-,
ni en saber vidas aje-,
que en lo que no va ni vie-,
pasar de largo es cordu-;
que suelen en caperu-
darles á los que grace-;
mas tú quémate las ce-
sólo en cobrar buena fa-;
que el que imprime neceda-
dalas á censo perpe-.

Advierte que es desati-,
siendo de vidrio el teja-,
tomar piedras en la ma-
para tirar al veci-.
Deja que el hombre jui-,
en las obras que compo-,
se vaya con pies de pío-,
que el que saca á luz pape-
para entretener donce-,
escribe a tontas y á lo-.


Amadís de Gaula á don Quijote de la Mancha
SONETO

Tú, que imitaste la llorosa vida
que tuve, ausente y desdeñado, sobre
el gran ribazo de la Peña Pobre,
de alegre á penitencia reducida.
Tú, á quien los ojos dieron la bebida
de abundante licor, aunque salobre;
y alzándote la plata, estaño y cobre,
te dió la tierra en tierra la comida.
Vive seguro de que eternamente
(en tanto al menos que en la cuarta esfera
sus caballos aguije el rubio Apolo)
tendrás claro renombre de valiente;
tu patria será en todas la primera,
tu sabio autor al mundo único y solo.


Don Belianis de Gregia á don Quijote de la Mancha
SONETO

Rompí, corté, abollé, y dije, y luce
mas que en el orbe caballero andante;
fui diestro, fui valiente, fui arrogante:
mil agravios vengué, cien mil deshice.
Hazañas di á la fama que eternice;
fui comedido y regalado amante;
fué enano para mí todo gigante,
y al duelo en cualquier punto satisfice.
Tuve á mis pies postrada la fortuna,
y trajo del copete mi cordura
á la calva ocasión al estricote.
Mas, aunque sobre el cuerno de la luna
siempre se vió encumbrada mi ventura,
tus proezas envidio ¡oh gran Quijote!

La señora Oriana á Dulcinea del Toboso
SONETO

¡Oh quien tuviera, hermosa Dulcinea,
por mas comodidad y más reposo,
a Miraflores puesto en el Toboso,
y trocara su Londres con tu aldea!
¡Oh quién de sus deseos y librea
alma y cuerpo adornara, y del famoso
caballero, que hiciste venturoso,
mirara alguna desigual pelea!
¡Oh quién tan castamente se escapara
del señor Amadís, como tú hiciste
del comedido hidalgo don Quijote!
Que así envidiada fuera, y no envidiara,
y fuera alegre el tiempo que fué triste,
y gozara los gustos sin escote.


Gandalín, escudero de Amadís de Gaula, á Sancho Panza, escudero de don Quijote
SONETO

Salve, varón famoso, a quien fortuna,
cuando en el trato escuderil te puso,
tan blanda y cuerdamente lo dispuso,
que lo pasaste sin desgracia alguna.
Ya la azada ó la hoz poco repuna
al andante ejercicio; ya está en uso
la llaneza escudera, con que acuso
al soberbio que intenta hollar la luna.
Envidio á tu jumento y á tu nombre,
y á tus alforjas igualmente envidio,
que mostraron tu cuerda providencia.
Salve otra vez ¡oh Sancho! tan buen hombre,
que sólo á ti nuestro español Ovidio
con buzcorona te hace reverencia.


Del Donoso, poeta entreverado, á Sancho Panza y Rocinante
á sancho

Soy Sancho Panza, escude-
del manchego don Quijo-:
puse pies en polvoro-
por vivir á lo discreto-;
que el tácito Villadie-
toda su razón de esta-
cifrió en una retira-,
según siente Celesti-,
libro en mi opinión divi-,
si encubriera más lo huma-.


á rocinante

Soy Rocinante el famo-,
bisnieto del gran Babie-.
Por pecados de flaque-
fui á poder de un don Quijo-.
Parejas corrí a lo flo-,
mas por uña de caba-
no se me escapó ceba-;
que esto saqué á Lazari-,
cuando, para hurtar el vi-
al ciego, le vi la pa-

Orlando Furioso á don Quijote de la Mancha
SONETO

Si no eres par, tampoco le has tenido;
que par pudieras ser entre mil pares,
ni puede haberle donde tú te hallares,
invicto vencedor, jamás vencido.
Orlando soy, Quijote, que, perdido
por Angélica, vi remotos mares,
ofreciendo á la fama en sus altares
aquel valor que respetó el olvido.
No puedo ser tu igual; que este decoro
se debe á tus proezas y á tu fama,
puesto que, como yo, perdiste el seso.
Mas serlo has mío, si al soberbio moro
y cita fiero domas; que hoy nos llama
iguales en amor con mal suceso.


El caballero del Febo á don Quijote de la Mancha
SONETO

A vuestra espada no igualó la mía,
Febo español, curioso cortesano,
ni á tanta gloria de valor mi mano,
que rayo fué do nace y muere el día.
Imperios desprecié; la monarquía
que me ofreció el Oriente rojo en vano,
dejé, por ver el rostro soberano
de Claridiana, aurora hermosa mía.
Améla por milagro único y raro;
y ausente en su desgracia, el propio infierno
temió mi brazo, que domó su rabia.
Mas vos, godo Quijote, ilustre y claro,
por Dulcinea sois al mundo eterno,
y ella por vos famosa, honesta y sabia.


De Solisdán á don Quijote de la Mancha
SONETO

Magüer, señor Quijote, que sandeces
vos tengan el cerbelo derrumbado,
nunca seréis de alguno reprochado
por home de obras viles y soeces.
Serán vuesas fazañas los joeces,
pues tuertos desfaciendo habéis andado,
siendo vegadas mil apaleado
por follones cautivos y raheces.

Y si la vuesa linda Dulcinea
desaguisado contra vos comete,
ni á vuesas cuitas muestra buen talante,
en tal desmán, vueso conhorte sea
que Sancho Panza fué mal alcahuete,
necio él, dura ella, y vos no amante.


Diálogo entre Babieca y Rocinante
SONETO

B. ¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado?
R. Porque nunca se come, y se trabaja.
B. Pues ¿qué es de la cebada y de la paja?
R. No me deja mi amo ni un bocado.
B. Anda, señor, que estáis muy mal criado,
         pues vuestra lengua de asno al amo ultraja.
R. Asno se es de la cuna á la mortaja.
        ¿Queréislo ver? Miraldo enamorado.
B. ¿Es necedad amar? —R. No es gran prudencia.
B. Metafísico estáis. —R. Es que no como.
B. Quejaos del escudero. —R. No es bastante .
               ¿Cómo me he de quejar en mi dolencia,
         si el amo y escudero ó mayordomo
         son tan rocines como Rocinante?