Primor XV

De la simpatía sublime


Prenda es de héroe tener simpatía con héroes. Alcanzarla con el sol basta a hacer a una planta gigantea y a su flor la corona del jardín.

Es la simpatía uno de los prodigios sellados de la naturaleza; pero sus efectos son materia del pasmo, son asumpto de la admiración.

Consiste en un parentesco de los corazones, si la antipatía en un divorcio de las voluntades.

Algunos las originan de la correspondencia en temperamentos; otros, de la hermandad en astros.

Aspira aquella a obrar milagros, y esta, monstruosidades. Son prodigios de la simpatía los que la común ignorancia reduce a hechizos y la vulgaridad a encantos.

La más culta perfección sufrió desprecios de la antipatía, y la más inculta fealdad logró finezas de la simpatía.

Hasta entre padre e hijos pretenden jurisdicción y ejecutan cada día su potencia, atropellando leyes y frustrando privilegios de naturaleza y política. Quita reinos la antipatía de un padre y dalos una simpatía.

Todo lo alcanzan méritos de simpatía; persuade sin elocuencia y recaba cuanto quiere, con presentar memoriales de armonía natural.

La simpatía realzada es carácter, es estrella de heroicidad; pero hay algunos de gusto imán, que mantienen antipatía con el diamante y simpatía con el hierro. Monstruosidad de naturaleza, apetecer escoria y asquear el lucimiento.

Fue monstruo real Luis Undécimo, que más por naturaleza que por arte, estrañaba la grandeza y se perdía por las heces de la categoría política.

Gran realce es la simpatía activa, si es sublime, y mayor la pasiva, si es heroica. Vence en preciosidad a la gran piedra del anillo de Giges, y en eficacia a las cadenas del tebano.

Fácil es la propensión a los varones magnos, pero rara la correlación. Da voces tal vez el corazón, sin escuchar eco de correspondencia. En la escuela del querer es este el A, B, C, donde la primera lección es de simpatía.

Sea, pues, destreza en discreción conocer y lograr la simpatía pasiva. Válgase el atento de este hechizo natural y adelante el arte lo que comenzó naturaleza. Tan indiscreta cuan mal lograda es la porfía de pretender sin este natural favor y querer conquistar voluntades sin esta munición de simpatía.

Pero la real es la reina de las prendas, pasa los términos de prodigio, basa que levantó estatua siempre de inmortalidad sobre plintos de próspera fortuna.

Está a veces amortiguada esta augusta prenda por no alcanzarle los alientos del favor. No atrae la calamita al hierro fuera de su distrito, ni la simpatía obra fuera de la esfera de su actividad. Es la aproximación la principal de las condiciones, no así el entremetimiento.

Atención, aspirantes a la heroicidad, que en este primor amanece un sol de lucimiento.