El gusano vencedor

Nota: Traducción de Alberto Lasplaces

EL GUSANO VENCEDOR

¡Ved!; es noche de gala en estos últimos años solitarios. Una multitud de ángeles alados, adornados con velos y anegados en lágrimas, se halla reunida en un teatro para contemplar un drama de esperanzas y de temores mientras la orquesta suspira por intervalos la música de las esferas.

Actores creados a la imagen del Altísimo, murmuran en voz baja y saltan de un lado al otro; pobres fantoches que van y vienen a órdenes de vastas creaturas informes que cambian la decoración a su capricho, sacudiendo con sus alas de cóndor a la invisible desgracia.

Este drama abigarrado—estad seguro que no será olvidado,—con su fantasma perseguido siempre por una muchedumbre que no puede atraparlo, en un círculo que gira siempre sobre sí mismo y vuelve sin cesar al mismo punto; ese drama en el cual forman el alma de la intriga mucha locura y todavía más pecado y horror!....

Pero ved, a través de la bulla de los actores como una forma rampante hace su entrada! Una cosa roja, color sanguinolento viene retorciéndose de la parte solitaria de la escena. ¡Cómo se retuerce! Con mortales angustias los actores constituyen su presa, y los ángeles sollozan viendo esas mandibulas de gusano teñirse en sangre humana.

Todas las luces se apagan, todas, todas. Sobre cada forma todavía tiritante, el telón, como un paño mortuorio, desciende con un ruído de tempestad. Y los ángeles, todos pálidos y macilentos se levantan y cubriéndose afirman que ese drama es una tragedia que se llama «El Hombre» de la cual el héroe es el Gusano Vencedor...!

1838.