Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


El gato cocinero.

Yendo de viaje un amigo nuestro, llevaba á su servicio un criado, que no era pariente de Salomón, pero que, sin embargo, en las aldeas le servia, aunque malo, de cocinero. Un dia compró una perdiz, y para que no equivocase el guiso, tomó un libro de cocina, y le dio por escrito la receta.

Poco después, un gato mas despejado que el cocinero, sin cuidarse de libros de cocina, ni de repetas de guisos, atrapó la perdiz, y se subió á almorzársela al tejado con una desenvoltura pasmosa.

Vio el criado al gato que huia, echó corriendo la mano al bolsillo, halló en él la receta, y dijo satisfecho:

— Buen chasco te llevas, gato, porque la receta queda en mi poder, y no sé cómo te vas á gobernar para guisar la perdiz.