El fuego que en mi alma se alimenta
El fuego que en mi alma se alimenta, y consume al estéril duro frío, da vida al casi muerto pecho mío, y en virtud de sus llamas me sustenta. Justo es que muera y viva en él y sienta la gloria de mi dulce desvarío, porque de mis trabajos yo confío la esperanza del premio en quien me alienta. Como en inmenso frío junta espira inmensa oscuridad, cuya tristeza ocupa el corazón con grave pena: Así con el excelso ardor conspira excelsa luz, que deja en su belleza mi alma de alegría y de bien llena.