El despecho (Estébanez Calderón)
Ya que no puedo, por desdicha mía, llamarte dulce esposa en tierno abrazo, anudando tu talle con el lazo que teje amor en su feliz porfía, quieran los cielos, por oculta vía, en árbol trasformarme a breve plazo convirtiendo en corteza mi regazo, y mi cabello en verde lozanía. Y múdeme también en yedra amante que ensortije mi tronco de contino, confundiendo tus hojas con mi rama: que así mi amor, por fiel y por constante, al fin conseguirá contra el destino templar en ti lo ardiente de su llama.