El desconsuelo
Crecido con las lluvias de repente rompe el río las márgenes que baña, e inundando sus aguas la campaña, arrasa frutos, árboles y gente. El pastor, que asustado y diligente se subió por librarse a la montaña, ve desde allí el ganado y la cabaña envueltos en el rápido torrente. Y aquel vivo dolor con que afligido mira ahogadas las tímidas ovejas para siempre llorándose perdido, no equivale a la angustia en que me dejas, Silvia, cuando tu labio endurecido responde con desdenes a mis quejas.