El cura y el muchacho


​El cura y el muchacho​ de Félix María Samaniego

En la crítica ocasión

de estar ayudando a misa,

le dio un terrible apretón

a un muchacho con tal prisa

que le puso en confusión.


Volvió el pobrete la cara,

y a otro rogó tiernamente

que su lugar ocupara,

y que en lance tan urgente

aquella misa ayudara.


-Es el diantre que no sé,

dijo el otro. -No hay cuidado,

de eso nada se te dé:

quédate aquí arrodillado,

que yo al punto volveré.


Marchó, pues, y en tanto el cura

dominus vobiscum dijo;

y la pobre criatura

le miró con rostro fijo,

quedando inmóvil figura.


El cura llegó a pensar

que el chico no le había oído:

repitió y volvió a mirar,

y él le respondió afligido:

-Ya viene, que ha ido a cagar.