El crepúsculo
de Olegario Víctor Andrade

(traducción de VÍCTOR HUGO)


Gime la fuente y fúnebre sudario
    envuelve el horizonte;
mudo se extiende tras el alto monte
    el valle solitario;
    siniestros y tranquilos
alzan sus ramas lúgubres los tilos.
    ¿No veis al través de ellos
brillar de amor la estrella vespertina,
y juguetear sus pálidos destellos
en la cumbre de la árida colina ?


Vosotros que adornados de guirnaldas
pasáis entre las sombras suspirando,
    ¿sois amantes felices?
Brillan en las tinieblas sueltas faldas,
despiértase la hierba y rumor blando
    melancólico zumba;
fresca y lozana hierba, ¿qué le dices
    a la callada tumba?


¡Amad! dice la hierba, amad, la fosa ;
    ¡amad! ¡vivid un día!
    Triste es la sombra, y fría
la altivez del ciprés de negros ramos.
    La mejilla de rosa
    busca el labio de fuego;
el amor y la luz nacen hermanos.
Amad, que ya el crepúsculo se acerca;
¡amad! mientras nosotros meditamos.


Dios encendió de la pasión la llama,
al mundo celos da nuestra ventura.
¡Oh! amantes que pasáis bajo los tilos
    alegres y tranquilos,
todo el amor que en vuestro pecho queda
se convierte en plegaria santa y pura
cuando feroz la muerte nos arrastra
    hacia, la tumba obscura!


El seco polvo que el sepulcro encierra
beldad fué ayer y aun el amor lo abrasa.
Las brisas turbulentas de la tierra,
de la hierba los vástagos agitan ;
    el soplo de Dios pasa,
y tumbas y cadáveres palpitan!


De la humilde morada campesina
envuelve el pardo techo la neblina,
suena en el valle que pesado huella
del segador cansado el paso lento,
y, flor de luz, la esplendorosa estrella
su radiante fulgor puro destella
en el cristal azul del firmamento!
¡Gozad, reíd! mañana será tarde,
¡es la estación de amor! se esconden rojas
las tiernas fresas en las verdes hojas,
y el ángel pensativo de la tarde,
a merced de los vientos desatados,
va indeciso y recoge confundidos
la oración de los labios apagados
y el beso de los labios encendidos!