El convidado: Entremés
de Pedro Calderón de la Barca

El convidado

Personas

El convidado

Pedro Calderón de la Barca

 


UN VEJETE.
UN BARBERO.


UN SOLDADO.
UN BOTICARIO.


SABATINA.
PERICO.


DOS MUJERES.

(Sale el VEJETE.)
VEJETE

¿Que haya en el mundo quien alquile casa
por donde nada de festejo pasa?
Ve aquí, Señor, que el día
que ésta alquilé, su dueño me decía:
«No hay cuarto más barato de su porte,
y esto, en el mejor sitio de la Corte,
porque se ven desde sus dos balcones
las salidas del Rey, las procesiones,
las máscaras, las bodas,
las libreas de toros, y, en fin, todas
las novedades, y creciendo el precio.»
Pensé yo, alegre entonces y ahora necio,
gozar de sus placeres,
y cuenta un alquiler mil alquileres,
pues apenas un mísero azotado
pasa, cuando ya tengo un convidado.
Hoy lo digan, pues vienen a mi casa
doña Estupenda y doña Plegamasa
a ver la procesión, y han de quedarse
a comer, y aun esto bien llevarse
(que son damas) pudiera,
si, viendo que lo son, hoy no viniera
un soldado que ha dado
cada día en comerme medio lado,
contándome patrañas
de embarcaciones, sitios y campañas
con otros cuentos de mentiras llenos.

(Sale SABATINA vestida de fregona, y PERICO, criado.)
SABATINA

Digo que son muy malos.

PERICO

Son muy buenos.

VEJETE

¡Perico! ¡Sabatina!
¿Qué es eso? ¿Siempre entrambos de mohína,
habéis de andar?

SABATINA

Tengo razón sospecho,
porque no me trae cosa de provecho.

PERICO

Bueno es cuanto he traído.

SABATINA

No es tal.

PERICO

Sí es tal.

VEJETE

¿Qué duelo tan reñido
es éste y tan cansado
entre la cocinera y el criado
que compra? ¿Qué has traído?

PERICO

Unos pichones...

SABATINA

Sacados de
algún nido de gorriones.

PERICO

Gazapos extremados...

SABATINA

Tal que parecen gatos desollados.

PERICO

Y unas pollas...

SABATINA

Tan flacas
que debieron de ser antes urracas.

VEJETE

¡Callad, por Dios! Que buenos demasiado
serán, y más para el señor soldado
que nos hace merced todos los días.

PERICO

La culpa tienes tú de sus porfías,
pues si licencia dieras
para una burla, la vieras
que nunca acá volvía.

VEJETE

Yo la doy.

SABATINA

Pues la burla ha de ser mía.

PERICO

Yo la tengo de hacer.

SABATINA

O si no, vamos
y cuál sale mejor después veamos.

VEJETE

Norabuena.

PERICO

Pues para la que tengo
de hacerle yo, tan sólo te prevengo
que digas que has tenido
una pendencia hoy.
(Vase.)

SABATINA

Y yo te pido
que dejes solamente
la silla en que se siente.
(Vase.)

VEJETE

Está bien, ve volando.
Procura que estén hechos para cuando
vengan las convidadas
un pastelón y algunas empanadas.
(Sale el SOLDADO, muy ridículo.)

SOLDADO

¡Santa palabra! ¡Albricias, hijas mías!
Tenga usted, seor Matanga, buenos días.

VEJETE

¿Tan tarde, seor Sargento, por acá?

SOLDADO

A ese propósito va un cuento:
A un clérigo reñía un cura
porque tarde celebraba
y un día: «-No ha de vestirse»
-le dijo- «pues es
la una dada.»
«-Sí he de vestirme.» «-¡No hará!»
«-¡Sí haré!» Y en esta demanda,
por tirar del alba, diola
un desgarrón; a las altas
voces, la gente: «-¿Qué es esto
-dijo- y el reñir sin causa?»
El cura: «Que vengo tarde
viniendo al romper el alba.»
Aplico: si un pastel rompe
el albor de las mañanas,
no vengo tarde, pues vengo
cuando hacer el pastel mandas.

VEJETE

Es que han de almorzar aquí
unas señoras tapadas.

SOLDADO

Huélgome porque conozcan
un servidor esas damas.

VEJETE

Antes al señor Sargento
le he de pedir que se vaya,
que no querrán descubrirse.

SOLDADO

Sí querrán, que cortesanas
señoras, con los sargentos
pocas veces se embarazan.

VEJETE

Son mujeres de algún porte,
y tanto, que una desgracia
hoy me puede suceder
con el marido, en la casa
de una de ellas...

SOLDADO

¿Cómo es eso?
¿Desgracia a usted?

VEJETE

Y bien rara.

SOLDADO

No debe de saber ese
marido que camarada
soy de usted, pues se le atreve
a disgustar, sin más causa
que enamorar su mujer.
Vamos allá, y a estocadas
le haré tener cortesía.

VEJETE

Hasta saber en qué para
cuidadoso estoy, porque
no entrarán si gente hallan.
Váyase usted, seor Sargento...

SOLDADO

¡Eso es bueno! ¿Con qué cara
podré pasar en el mundo,
que en sabiendo que usted anda
de pesar, le deje? Antes
he de traer aquí mi cama,
porque ya noche ni día
dejarle tengo.
(Salen dos DAMAS.)

LAS DOS

¡Ah de casa!

VEJETE

(Mire usted que ya llegan.

SOLDADO

Aparte.
Mejor que mejor, porque hagan
seguridad, viendo que hay
quien las guarde las espaldas.

DAMA 1ª

Seor Matanga, buenos días.

DAMA 2ª

Las de usted, seor Matanga.

VEJETE

Seora doña Estupenda,
seora doña Plegamasa,
¡a esta pobre, humilde choza
tanto favor, honra tanta!

DAMA 1ª

Nosotras somos las que,
favorecidas y honradas,
venimos a ser en ella
de ese brío y de esa gala.

SOLDADO

(Aparte.
Para andar de sobresalto
muy sosegadas se hallan;
quizá es marido de paz
el hombre de quien se guardan. )

LAS DOS

¿Quién es este caballero?

SOLDADO

Un criado desta casa.

VEJETE

El seor Sargento es
mi amigo y mi camarada.
(Salen PERICO y el BARBERO, el BOTICARIO, uno con una pistola y otro con una jeringa y otro con una vara y en ella una pelota.)

PERICO

Al tiempo que yo dispare
la pistola, tú en la
cara (Al BARBERO.)
le has de dar con la jeringa
de almagre, y tú en las espaldas (Al BOTICARIO.)
con el bodoque.

BARBERO y BOTICARIO

Sí haremos.

PERICO

¡Traidor! ¡Muera
el que me agravia!
(Danle y vanse.)

SOLDADO

¡Jesús mil veces con fe!

DAMA 1ª

¡Qué desdicha!

DAMA 2ª

¡Qué desgracia!

VEJETE

No os alborotéis, que es burla.

LAS DOS

¿Burla?

VEJETE

¡Sí!

LAS DOS

(Aparte.)
Pues esforzarla.

VEJETE

El tiro erraron.

SOLDADO

No, hirieron
por cierto.

VEJETE

A mí me tiraban.

SOLDADO

A mí me acertaron.

VEJETE

Más
siento, amigo del alma,
que os dé a vos que a mí.

SOLDADO

Yo, y todo.
Una, dos, tres, cuatro balas,
cinco, seis, tengo en el cuerpo.

DAMA 2ª

Bien la sangre que derrama
ya por la boca lo dice.
(Salen los tres con estopas, platos y huevos.)

PERICO

Oyendo, señor, que en casa
había esto sucedido,
a llamar corrí en volandas
al barbero y boticario,
y hice que uno y otro traigan
estopas, huevos y aceite.

VEJETE

¡Sabatina!

SABATINA

¡Señor!

VEJETE

Saca
unos paños.

SABATINA

Yo no tengo
más que estos rodillos.

BARBERO

Bastan.
En tanto que yo le miro
(A las mujeres.)
usted, esos huevos bata,
haga usted vendas, y agora,
(A los hombres.)
para que la sangre salga
ponedle cabeza abajo.

SOLDADO

Más con aquello me matan
que con esotro.

BARBERO

Entre todos
le bazucad.

SOLDADO

Bazucada
tengas el alma y la vida.

BARBERO

Desnudadle ahora.

SOLDADO

Mis damas,
ya ven con el tiempo cuánto
las lavanderas se tardan,
no se escandalicen viendo
morena la ropa blanca,

BOTICARIO

No habrá menester aqueso,
que es la herida en la garganta.

BARBERO

Diez puntos haré.

SOLDADO

Con menos
una cátedra se alcanza
seor Cirujano,
¿Y esa es aguja o almarada?

BARBERO

De todo tiene.

SOLDADO

Parece
que cose en alguna albarda.

BARBERO

Ya está cosido. Llegad
ahora esas cataplasmas.
(Entra pajándole la cara.)

SOLDADO

¿Por qué si
es allá la herida
me embadurna aquí la cara?

BARBERO

Porque no corra el humor.
Traigan al punto una manta
donde se eche y se sosiegue.

SOLDADO

Eso haré
de buena gana.

SABATINA

La manta está aquí, señor.
(Échanle.)

BARBERO

Nadie ahora le hable palabra,
ni coma en dos o tres días.

SOLDADO

Esto está
peor que estaba.
¿En dos o tres días no tengo
de comer?

BARBERO

Ni una migaja.

SOLDADO

¡Seor Matanga!

VEJETE

¿Qué hay, amigo?

SOLDADO

Merced me haga
de decir a esos señores
a quien debe amistad tanta
como errarle, que si acaso
sobraron algunas balas
me las tiren, que más quiero
morir muerte de campaña
que de sitiado por hambre.

VEJETE

Yo espero en Dios que no haya
menester uno ni otro,
pues a más tarde mañana
o esotro, le enterraremos.

SOLDADO

Agradezco la esperanza.

PERICO

Mientras habemos andado
cuidando de esta desgracia
pasado ha la procesión.

SABATINA

Y aún la comida se pasa.

VEJETE

Los duelos con pan son menos.
La mesa a esta parte saca,
porque hagamos compañía
al enfermo.
(Sacan una mesa y silla.)

SOLDADO

Es excusada
cortesía; yo la haré
a ustedes.

BARBERO

¿Qué? ¿Se levanta?
Estese quedo.

SABATINA

(Aparte.
Corrida
estoy de que logrado haya
éste su burla, yo no. )
(Vase.)

DAMA 1ª

No permita que se vayan
estos señores sin que
tomen un bocado.

VEJETE

Basta
que vos lo mandéis. Sentaos.

SOLDADO

¡Oh, pese a mi alma,
qué bien huele el guisadillo!

DAMA 2ª

Señores, un brindis vaya
a la salud del Sargento.

TODOS

Llena, Perico, esas tazas.

SOLDADO

Aparte.
(Agora que caigo en ello:
a mí no me duele nada
por una parte y por otra.
Sucedida una desgracia
sin hacer caso, ponerse
a comer con flema tanta
¡mucho me da que pensar!
¡Vive Cristo que aquí hay trampa!
¡Y cómo! Porque debajo
de todas las cataplasmas
no hay herida ni esto es sangre
Ea ingenio, dame traza
con que sin que por burlado
me dé, del empeño salga.)
(Levántese y quítase los trapos.)
¡Milagro, amigos, milagro!

TODOS

¿Qué es esto?

SOLDADO

Llorando estaba
cuando oí una voz que dijo:
«Sano y bueno te levanta»
y he aquí que sano y bueno
estoy, sin que apenas haya
ni aun señales de la herida.

TODOS

¡Qué aventura
tan extraña!

SOLDADO

Ninguno su lugar deje,
porque esto es cosa que pasa
mil veces por mí, que tengo
cierta gracia, gratis data,
de milagros.

TODOS

Sin duda es santo.

SOLDADO

Yo no digo nada, pero
algo hay de eso. Comamos
que después oirán bien raras
cosas de mis devociones.

PERICO

(¡Que nada bastare para
que dejase de comer!

VEJETE

¿Qué podemos hacer?
(Aparte.)
Saca otra silla.
(Sacan una silla que ha de tener unos cordeles, y, en sentándose los atan de una garrucha y suben la silla con el SOLDADO.)

SABATINA

¡Ya está aquí!
(Aparte
¡Logró el cielo mi esperanza!.)

DAMA 1ª

Siéntese usted, y algo de ello diga.

SOLDADO

Después, que ahora basta
que sepan que tengo cosas
de que doy al cielo gracias,
pues, sin merecerlo, en mí
obra maravillas altas.
(Suben silla y SOLDADO.)

DAMA 2ª

No es la menor que al decirlo
de la tierra se levanta
con silla y todo.

TODOS

Él es santo.

SOLDADO

¡Juro a Cristo que pensaba
que era de burlas el serlo
y va de veras!

TODOS

Extraña
cosa.

SOLDADO

¡Tan presto, Señor,
me tomasteis la palabra!
¡Pues no dejáredes que
la mesa se levantara
antes que yo!

VEJETE

¡Quita, quita
de aquí todo aquesto!

SOLDADO

Aguarda,
no le quites hasta que
vuelva yo de esta jornada.

SABATINA

Tarde volverá usted de ella,
que ha de ver que de ahí no baja
hasta que palabra dé
de no entrar en esta casa.

SOLDADO

Luego ¿no es milagro éste?

SABATINA

Sí es, con esta circunstancia.
(Cantando.)
Todos los que viven
de convidados,
dicen que caballeros
son del milagro.

SOLDADO

Según eso, al
contrario
yo lo habré sido,
pues ha sido el milagro
no haber comido.

SABATINA

Con que aqueste sainete
sirva de ejemplo
para los gorrones
y tramoyeros.