El convento de la Concepción, en Toledo

​El convento de la Concepción, en Toledo​ de Rodrigo Amador de los Ríos
Nota: Rodrigo Amador de los Ríos «El convento de la Concepción, en Toledo» (enero de 1902) La España Moderna, año XIV, n° 157, pp. 89-118
EL CONVENTO DE LA CONCEPCIÓN, EN TOLEDO

 Bajo todos aspectos es grande la importancia de esta casa de religión, establecida en el declive oriental de la rocosa altura, que tiene por corona y remate el antiguo Soc-ad-Duéb, y que parece suspendida sobre aquellos ya informes restos de las vetustas fortificaciones, una y otra vez, afanosamente, reconstruidas por musulmanes y cristianos. Entre el Convento de Santa Fe y el Hospital del Cardenal Mendoza, ocupa extensa área de terreno, correspondiente á los alcázares reales, que suponen gratuitamente de Galiana; y su aspecto, desde el mercado de caballerías trasladado de Zocodover á aquella que llaman Plaza de las monjas de la Concepción, así como desde la bajada á las descuidadas Escalerillas del Puente de Alcántara, claro indicio es de la heterogeneidad de edificios, incorporados los unos á los otros, que constituyen el Convento, y de entre los cuales surge, con no grande elevación, pero armoniosa y bella, la torre mudejar de la iglesia, hermana de las de San Miguel, San Román, Santo Tomé y Santa Leocadia la nueva, cuadrada, y como ellas de fábrica de ladrillo, con elegante friso de entrelazada arquería lobulada y dos rasgados huecos de lanceolada contextura y pronunciados hombros, en cada una de las caras.
 Otros restos quedan del mismo estilo, ya deformados, al exterior, por la indicada Plaza, en cuyo ángulo izquierdo, y apoyado en la quebrantada fábrica del Hospital de Santa Cruz, se abre muy modesto portón, dando paso á cierta manera de patio, que ha resultado así después de obras de distintos tiempos, en la edad moderna. Dícese que esta parte extrema de las que fueron casas reales, fue cedida, durante la minoridad de Fernando IV, por la egregia doña María de Molina á los frailes Observantes de San Francisco, establecidos, desde el año 1230, extramuros de la ciudad, y sitio después denominado La Bastida,[1] permaneciendo aquéllos en su nueva morada hasta 1477, en que definitivamente se trasladaron al Convento de San Juan de los Reyes,[2] cesión que arguye haber perseverado en poder de la corona aquel ala oriental de los alcázares, sin que haya noticia de que en ella hubieran sido hechas obras que la transformasen; y se cuenta que, solicitada y obtenida de la Reina Católica autorización para fundar un Convento, dedicado á la Concepción de Nuestra Señora, por la ilustre dama portuguesa doña Beatriz de Silva, que estaba al servicio de doña Isabel, y cuya hermosura, origen en la corte de reiterados galanteos, lo fue también de tradicional leyenda, hubo con tal propósito de hacer á dicha dama, en 1484, donación de otra parte de estos edificios reales, «hacia el sitio en que estuvo la Casa de Moneda»,[3] es decir, entre el Priorato de Santa Fe, todavía subsistente, el Convento de San Pedro de Alficém, ó de las Dueñas, y aquel que hasta 1477 había albergado á los frailes de San Francisco. Ignórase con certidumbre por qué causas las religiosas de la nueva fundación, que eran Bernardas, se unieron en el propio edificio de San Pedro con las de la Regla de San Benito, allí de antiguo aposentadas, siendo lo cierto que las unas, «dexando el hábito y la Regla de el Cister, y las de San Pedro la de San Benito, se vistieron de blanco y acul y votaron la Regla de San Francisco», con lo que se bajaron el año de 1501. al Convento que babía sido de los Observantes, y que permanecía desocupado,[4] constituyendo así una sola Comunidad desde entonces. No es ciertamente cumplidero resolver hoy si en la indicada fecha, la antigua y suntuosa iglesia de los franciscanos, erigida en la centuria xiv.a, se hallaba ya desconcertada é inservible, poniendo á las Concepcionistas en el caso de habilitar local adecuado para tales y tan principales fines religiosos, ó si, como parece más probable, dada su orientación respecto del Convento, fue resolución en las monjas, para su comodidad, el abandonarla y establecerla en dirección contraria, aprovechando una de las capillas al propósito.
 Tendido de Norte á Sur, constaba aquel templo, á juzgar por lo que de él subsiste, de una sola y prolongada nave, perfectamente señalada, con unjCuerpo de capillas, de fundación particular, á cada lado, el cual se extendía, cual lo indica todo, más hacia el costado de Levante que al opuesto. Consérvase en la cabecera, que toca ya con la clausura, y con el nombre de Capilla de Santa Catalina, lo que fue Capilla Mayor, cuya bóveda, de resaltados nervios, cuidadosamente pintada, proclama corresponder al siglo xiv, y por la escasa altura con que en la actualidad se ofrece, acredita que el pavimento ha sido levantado, y que su nivel hubo de estar más bajo aunque el del callejón á cielo descubierto en que la nave se halla convertida. Y si interesante y bella, á pesar del abandono en que permanece, resulta la Capilla Mayor, de muy superior interés es todavía la primera de las capillas del lado del Evangelio, consagrada á San Jerónimo, la cual tiene al presente entrada por mezquina vulgar puerta que abre al patinillo de ingreso, y está legítimamente declarada Monumento Nacional por Real orden de 19 de Mayo de 1884.
 De planta cuadrada, presenta en el muro, por donde comunicaba con el cuerpo de la iglesia, grande arco de herradura, descubierto en 1889; y en él, como residuo de la verja que le cerraba, la cual debió ser semejante á los batientes de celosía del Patio de los Naranjos, en el interior del Convento de Santa Isabel de los Reyes mencionados, conserva la parte correspondiente al montante, de muy delicado trabajo de carpintería colorida, en que además de la celosía, formada por el cruzamiento y enlace de lindos y labrados listones, artísticamente dispuestos, y no pocos, de pequeños balaustres torneados, hay calados frisos de caireles, ofreciendo muy estrecho y singular parentesco con las celosías granadinas que figuran en el Salón de las Dos Hermanas de la suntuosa regia morada de los Al-Ahmares en las orillas del Darro, por lo cual se justifica una vez más la preferencia que don Pedro de Castilla dio á los maestros toledanos para la labra de las portadas del Alcázar de Sevilla, por aquel príncipe restaurado.
 Lleva el muro de la izquierda resfcos de pintura al fresco, de carácter religioso , dentro de cierta especie de hornacina, de poco fondo y de arco de medio punto, que parece corresponde á los postreros días del siglo xv ó á los primeros del xvi, y donde estuvo el retablo; y por último, cautivando la atención, cubre los descarnados muros de aquel recinto, que estuvieron decorados con frescos y está ha tiempo abandonado, singular y muy notable cúpula esférica, de rosca de ladrillo, que no tiene compañera ni igual en ninguna de las construcciones toledanas, constituyendo por ello un monumento único en su especie, con justicia calificado de nacional, y colocado en consecuencia bajo la tutela y el patrocinio del Estado. Por el sencillo y usual procedimiento que de los musulmanes heredaron mudejares y cristianos, transfórmase el cuadrado de la planta en un octógono que sirve de anillo, sobre el cual asienta la hermosa cúpula, en cuya superficie, por lo que al primer tercio de la misma corresponde, ladrillos presentados diestramente de canto, como ocurre con la fachada descubierta en el Cristo de la Luz, dibujan de relieve, bien que á la manera granadina, ancha zona de estrellas y vistosas combinaciones geométricas de tracería, repartida aquélla en fajas paralelas que van cerrando la bóveda hasta que las exigencias de la construcción lo permiten. Ya en la parte de la clave, la labor ha sido recortada ó tallada en el ladrillo, cuyas hiladas quedan manifiestas, produciendo singular efecto, el cual resulta graciosamente atenuado por las placas de esmaltados azulejos que decoran y enriquecen el conjunto.
 Acomodándose por lo común á la figura de los espacios cóncavos que constituyen el fondo de la indicada labor de tracería, las referidas placas, de barro cocido, pintado y vidriado, ofrecen en sus adornos muy notable variedad y son ejemplares de gran valor cerámico, distinguiéndose en las seis fajas primeras, matizadas de azul sobre fondo blanco ó viceversa y con reflejos metálicos algunas, ora lanceoladas hojas, de tradición granadina, ya simbólicas manos abiertas y de dedos apiñados, emblema islamita alusivo á los cinco principales mandamientos de la ley musulmana, ya dos líneas consecutivas de signos arábigos, de traza nesji y de carácter puramente ornamental, pues por lo general nada dicen, bien que en algunos de ellos parece leerse la palabra Felicidad, ya otros dibujos que no reconocen el mismo oriental, origen, y aun escudos, en los cuales, como empresa, aparece una fuente con dos contrapuestas y erguidas cabezas de fantástico animal, derramando el agua por las fauces. Llenan las concavidades de la séptima faja diez y seis azulejos recortados en forma de estrella de ocho puntas, quince de las cuales contienen, en elegantes minúsculas alemanas, azules sobre blanco, el monograma de Jesús, subordinándose desde allí las placas al movimiento de la estrella de la clave, en la que se atan las cintas de la labor en relieve, producida de la manera señalada arriba, con hasta diez y seis radios, en cuyos agudos fondos se hallan aplicados otros tantos azulejos con el mismo monograma en blanco sobre fondo azul, y alternando, aunque no con simetría siempre, bellos dibujos de estirpe granadina, con manos abiertas y antebrazo, y á cada lado una llave, de análogo simbolismo entre los mahometanos.
 Y mientras el punto central de la bóveda queda determinado por otra pequeña estrella de piezas esmaltadas, — en los diez y seis medallones del anillo, dos á dos por cada lado del polígono, figuran otras tantas losetas de azulejo, de cabos agudos, en los cuales, en minúsculas alemanas azules sobre fondo blanco, se halla el epígrafe votivo, de notorio interés, no sólo por revelar la fecha en que fue labrada esta Capilla, sino por declarar y dar á conocer el nombre del maestro alarife de quien es obra, diciendo de esta suerte:

esta ፧ capilla ፧ mando==faser ፧ gonçaio ፧ Iopez==dIa ፧ fuete mercader (sic)==figo (sic) ፧ de ፧ gudiel ፧ alfon==so trapero ፧ para ፧ gu ፧ (sic) == enteramieto ፧ e ፧ de ma == ria ፧ goçaleg (sic) ፧ su ፧ muger==a servicio ፧ de dios ፧ e ፧ ==dla ፧ virgen ፧ santa ፧ mar== ia ፧ e ፧ de ፧ señor ፧ sant cr==istoual ፧ e ፧ se ፧ acabo==e ፧ la ፧ fizo ፧ alfonso ፧ fer == andes ፧ solado ፧ ==enl ፧ año ፧ del ፧ señor ፧ de==mill ፧ e ፧ quatro ፧ cientos==e veinte ፧e ፧ dos annos==[5]

 En 1844, y todavía en 1857, existía empotrada en el muro de la derecha una lápida sepulcral, de mármol blanco, sobre la cual dos ángeles volantes, con túnicas decoradas de ramos de oro, ya borrosos, presentaban un escudo con tres áncoras sobre aguas ondulantes, cerrando el conjunto resaltado marco de negra pizarra con grandes florones que conservan resto del oro que los adornaba. La lápida, en seis líneas de apretadas capitales alemanas, decía:

AQUÍ ፧ YAZE ፧ DIEGO ፧ G° ፧ DE ፧ TOLEDO ║ CONTADOR ፧ DL ፧ ALMIRANTE ፧ Q ፧ DIOS ║ AYA ፧ EL ፧ QUAL ፧ MADO ፧ SACAR ፧ LX CAT ║ IUOS ፧ CRISTIANOS ፧ DE ፧ TIERRA ፧ DE ║ MOROS ፧ E ፧ FALLECIO ፧ LUNES ፧ U ፧ DIAS ፧ D ║ E ፧ OTUBRE ፧ ANNO ፧ DE ፧ MIL ፧ CCCC ፧ E ፧ XXX ፧ UII[6]

 Por no existir local adecuado en la que fue Sacristía del Convento de San Juan de los Reyes, donde hace años se halla provisionalmente el Museo Provincial establecido, y con el nobilísimo propósito de salvar de la destrucción de que era amenazado el que es conocido por el nombre de Arco del Palacio del Rey don Pedro, — figura, desde 1889, adosado al muro, en el cual se encontraba la lápida reproducida, aquel notable monumento, trasladado en la indicada fecha desde su emplazamiento primitivo en la Plaza de Santa Isabel, donde aparecía á la intemperie. Su instalación en la notabilísima Capilla de Gonzalo López de la Fuente, en la cual se muestra fuera de sitio, bien que no la suponemos definitiva, oblíganos á entrar en el estudio de aquella otra reliquia del estilo mudejar toledano, tan desfigurada ya que apenas conserva su originario aspecto.
 Peraltado y volteado conforme á la tradición granadina, dibujaba el movimiento de la archivolta á la una y otra parte del intrádos, resaltado crestón conchiforme, cuya labor, caminando en dirección encontrada, venía á rematar en la clave; llenaban sus enjutas, de las cuales sólo ya la del lado izquierdo es la primitiva, sendos paños de vistosa yesería, donde la principal decoración se forma por la elegante y plana silueta de otros tantos pavones afrontados que destacan sobre el relieve de serpeantes vástagos con pequeñas hojas de hiedra, cuyo fondo se enriquece con hojas también, aunque menudamente picadas, que no sino á labor de filigrana se asemejan. Cerraban las dos alas de las enjutas dos cintas paralelas encuadrándolas, y en 184.4 todavía, á juzgar por la descripción y el diseño de la Toledo Pintoresca, conservaba otros dos paños rectangulares de decoración, uno á cada lado, con un vástago de vid cada uno, cuyo tronco presentaba cogido, en la parte inferior, una mano cerrada, disposición usual en que aparece la decoración, así en la Sala de las Dos Hermanas de la granadina Alhambra, como en otros varios monumentos toledanos,[7] volviendo ó corriendo dichos paños por el farjáh ó parte superior del arco á modo de arrabaá, y ofreciendo casi completa identidad en el dibujo y perfecta semejanza en la disposición y los accesorios, respecto de la guarnición queencuadra uno de los destruidos bellísimos ajimeces del Palacio de Fuensalida ó de los Ayalas en esta ciudad, donde, en la clave, una mano también ase el tronco de que á uno y otro lado parten los vástagos de la vid que le decoran.
 Mucho más pronunciado y de mayor relieve, otro vástago serpeante, característico asimismo de la manifestación mudejar toledana, y de gran tamaño, desenvuelve las graciosas curvas del anudado sarmiento en el intrádos, con bien tallada hoja al centro de cada círculo, en la cual se hace patente la influencia ojival, no sólo por el diseño, sino por las nerviaturas, que unas veces son incisas y reelevadas otras, brotando á cada lado ya apiñado racimo, ya una sola hoja de menores proporciones, y destacando el vastago sobre picado fondo de at-taurique. Dos cintas paralelas sin enlace, cierran los dos témpanos que, unidos en la clave, forman el intradós, recorridos exteriormente por una faja de resaltadas palmas, de movimiento semicircular en las zonas horizontales, y lanceolado en las verticales, ad virtiéndose en una de las impostas, la de la izquierda, con lineamientos y contornos abiertos en el yeso, y pintada, aunque ya casi desvanecida, la siguiente vulgar inscripción en elegantes caracteres cúficos, la cual no es la única existente en Toledo, que se halla de igual modo y por el mismo procedimiento señalada, según veremos á su tiempo: La paz, la felicidad, la... [8]
 Tal era y tal es el arco peregrino llamado del Palacio del Rey don Pedro, al que ha dado hospedaje no muy conveniente la Capilla de San Jerónimo, y cuya restauración no está aún terminada.[9] Labrado quizá en los comienzos de la xv.ª centuria, ya que no en el último tercio de la anterior, cual supuso el autor de la Toledo Pintoresca, y han repetido después todos los escritores,[10] ignórase por qué la tradición señala el edificio de que procede como Palacio de aquel, desventurado hijo de Alfonso XI, asesinado en Montiel, cuando, según Parro, fue de los señores de Jumela, y después de los Duques de Frías, por más que, seguramente, y con mayor ó menor fundamento, «la tradición debe tener algún origen», en cuya investigación nada se ha hecho.
 Bien que deformados y convertidos en viviendas de los demandaderos y servidores del Convento, los demás cuerpos de capillas de esta ala del Evangelio en la primitiva iglesia del siglo xiv, marcan perfectamente, cual dijimos, la línea de aquel templo, como la marcan las correspondientes á la parte de la Epístola, en cuya cabecera se halla el ingreso de la actual iglesia. Emplazada á nivel mucho más inferior que el de la antigua, desciéndese desde la puerta misma, para desembocar bajo el coro alto de las monjas, levantado sobre ocho finas y altas columnas, pintadas de blanco, y casi todas ellas de dos piezas en el fuste, extendiéndose desde allí el. templo, que es desahogado, con una sola nave, tendida en la dirección oriental, húmeda, obscura y triste. Consta de cinco tramos, y cubierta de bóvedas endoladas, figuran en aquellos hasta cuatro retablos del siglo xvi, dos á dos á cada lado, conteniendo diversas pinturas, muy celebradas por lo común, entre las cuales son de notar, por lo que hace al primero de la parte del Evangelio, la de la Concepción y la Natividad de la Virgen, la de San Juan Evangelista y San Juan Bautista, la de San Pablo, y las que representan Pasajes de la Vida de Jesucristo, con un bajo-relieve de La Asunción de Nuestra Señora.
 En el retablo opuesto de la parte do la Epístola, donde se hallan interpretadas escenas diversas, alusivas á la historia de varios santos, es señalada una escultura aceptable de San Francisco, y en los otros dos, de los correspondientes tramos superiores, tres bajo-relieves de La Comunión de la Virgen, La Santa Cena, y de San Juan Evangelista, que decoran el zócalo del Evangelio, y dos en el del lado contrario, con La Visitación y La Circuncisión, apareciendo además en aquél el martirio del Evangelista, de talla, cuatro pinturas de la vida del propio santo, el Apóstol Santiago y la Aparición de Jesús á la Virgen, y en éste, pasajes varios, relativos todos al Bautista.
 Alzado el piso de la Capilla Mayor por medio de gradas, tiene su bóveda, que es de figura de concha, adornada con frescos; y en su retablo, corintio, son de notar preferentemente cuatro lienzos de buen efecto en los compartimientos laterales, con San Juan, San Antonio y San Francisco, así como el bello Calvario, que se muestra en el cuerpo arquitectónico con que termina. Sobre la reja del comulgatorio de las monjas, colocada en el muro del Evangelio de la Capilla, destaca, en hábito religioso, marmórea estatua yacente del venerable franciscano Fray Martín Ruiz, fallecido en olor de santidad á 25 de Agosto de 1364, la cual debió ser sin duda trasladada á semejante sitio después de la ruina de la antigua iglesia, y al instalarse las Concepcionistas en la que fue morada de los franciscanos,[11] figurando encima seis cuadros de ningún valor pictórico, pero que representan hechos memorables de este religioso: y más arriba, un gran lienzo, con el retrato de la ilustre dama fundadora, doña Beatriz de Silva, á quien se aparece la Virgen, y en cuyo marco lleva una larga inscripción declaratoria.
 Gran número de lápidas sepulcrales, casi todas labradas en pizarra, y ya tan desgastadas por la humedad y el uso cjue los epígrafes están por extremo borrosos ó completamente destruidos, llenan el pavimento de la iglesia, leyéndose en una, que lleva al centro varios escudos indescifrables y alrededor el cordón de San Francisco, las siguientes palabras, en que está la fecha, escritas en signos alemanes de relieve:

AQUÍ YASE IHOAN... AROYO QUE DIOS : AYA E ALUAR. . . ET LOPEZ DEL AROYO : FINO : AÑO : DE MDIII AÑOS.

 Otra hay junto al altar de San Juan, que dice al medio, en cuatro líneas de capitales latinas:

ESTA SEPVLTVRA ║ ES DE MIGVEL ROD(ri) ║ GEZ LIBRERO E DE ║ SVS EREDEROS ,


no faltando las que, debiendo ser enterramientos de caridad, tienen, con un número, escrita esta palabra solamente.
 Humilde y desvencijada, abre en el tramo inferior del muro de la Epístola en la iglesia, vulgar puerta adintelada, que da hoy paso á hermosa y monumental Capilla, de grandes dimensiones y de planta cuadrada, la cual adosa al muro izquierdo del templo primitivo, y recibe indistintamente nombre de Capilla de Santa Quiteria y de los Francos. Ni más desconsolador, ni más triste, puede ser el espectáculo que ofrece ha muy largos años, sin que nadie se haya nunca preocupado para nada de aquel que fue en realidad monumento suntuoso y bello, erigido como Capilla sepulcral, y que todavía conserva restos de su pasada grandeza. Arrancado el pavimento; manchados los muros como de pústulas vergonzosas por toda clase de suciedades; llenas de polvo las pronunciadas ojivales nerviaturas de su elegante bóveda, en las arandelas de las cuales han colgado sus nidos las viajeras golondrinas; rotos y aportillados los muros, dejando al descubierto, ora la regocijada luz del sol, que allí nunca penetra por ninguna otra parte, y con ella las verdegueantes ramas de los árboles ó de las plantas crecidas en el corral inmediato por Oriente, que fue también no menos suntuosa Capilla,[12] ora la sombría obscuridad de una construcción, cuyo paso obstruyen al Mediodía hacinados montones de tierra y de cascote, y ora la fábrica de ladrillo, á Ocaso, del muro de la iglesia primitiva; removidos los enterramientos, y presentando entre el ripio los huesos de aquellos que allí buscaron paz y eterno reposo, las estatuas yacentes mutiladas, las urnas abiertas, los epígrafes arrancados, todo enmohecido, todo pregonando cuánta y qué grande es la vanidad humana, y qué miserables y perecederas son, sin embargo, su condición y su naturaleza.
 Ya al ser escrita la Toledo Pintoresca en 1844, estaba «medio arruinada»; en 1848 se hallaba «en el estado más deplorable», según la expresión de un escritor á quien adelante mencionaremos; en 1851 declaraba Assas en su Indicador toledano que se encontraba «en estado ruinoso»; en 1857 continuaba de igual manera, y en 1890 la calificaba de «triste y abandonada ruina» el Vizconde de Palazuelos, al hacer mención de ella. Y sin embargo, á lo que parece, no es lícito echar sobre el ya pasado siglo xix la fea mancha de haber provocado, aunque sí favorecido indiferente, la destrucción de aquel sepulcral recinto, mucho más importante en el concepto arquitectónico que la pobre iglesia del Convento. Pueril tradición piadosa dan los escritores como causa de la fundación, que el P. Quintana Dueñas atribuye en 1393 á cierto vecino de Toledo llamado Pedro Fernández, refiriendo en 1416 su reedificación total al Notario apostólico Diego García de Amusco, que es aquel á quien la tradición alude,[13] y asegurándose que «consta» fue otra vez reedificada «y dio nuevo ser á esta Capilla en 1527» el maestro en Teología Enrique Alvarez, «y que poco después recayó su patronato en la noble y antigua familia de los Francos, muy conocida en Toledo por aquellos tiempos, y de la cual ni aun queda vestigio en éstos».[14]
 No se han menester grandes esfuerzos para comprender que, con efecto, el edificio actual es obra del siglo xv, como lo atestigua su bóveda, de ocho cascos, con faldón y nervios, apoyada en finas columnillas de jaspe y en salientes repisas con ángeles, tenantes de escudos, en los cuales, así como en el de la arandela de la clave, destaca una cruz flordelisada, emblema de los Francos, y que la reedificación de 1527, hecha por Enrique Alvarez, ni fue tal reedificación, ni ha de llevarse á tal fecha, cuando hay enterramientos anteriores de la familia mencionada, cuyas armas figuran, como queda dicho, en miembros de construcción que no han podido ser labrados después de la data consignada, indicándose que «sin saber por qué, desde mediados del siglo xvn, resfriando el culto, y cesando la frecuencia de acudir á esta Capilla, vino á quedar en un total desamparo y casi olvido, pues muchos que hablan de las cosas de esta ciudad no hacen de ella la mas pequeña mención»,[15] con lo que parece acreditarse que la ruina de este monumento arranca de los días de Felipe IV.
 Si bien hubo de tener natural y necesaria comunicación con la iglesia del Convento, la cual pudo ser, aunque en otra forma, la que en la actualidad presenta, — dada la importancia de la festividad establecida el 22 de Mayo y la concurrencia de devotos que supone, ofrécese como verosímil contase con propio é independiente ingreso desde el exterior, abierto en el costado meridional, quedando distribuido su recinto en diez arcos sepulcrales, tres en cada uno de los costados de Oriente y Ocaso, y uno á cada lado de las puertas del Norte y Mediodía, ó lo que es lo mismo, en tres huecos de asemejables dimensiones por lado. No conservan todos ellos su primitiva forma, cual acontece también con los arcos sepulcrales, cautivando desde el primer momento la atención el que de éstos se muestra en el ángulo SE., que es el primero también del costado oriental, á la derecha de la antigua entrada exterior, hoy obstruida. Distinto de cuantos por lo común aparecen en los templos, hállase labrado en negra pizarra, y adosado completamente al ángulo, afecta en su conjunto rectangular y entrelarga configuración, que le da muy singular é interesante aspecto.
 Soportado por finas columnillas de pizarra que, sobre molduradas repisas de blanco mármol levantan encima de la urna, voltea el arco, que es de tan ligera curvatura, como para resultar casi adintelado, con calada guarnición colgante de seis ondas y tres lóbulos en cada una, surgiendo á los lados, en los arranques del arco referido, el escudo de los Fraíleos con la cruz ílordelisada en relieve, y una flor de lis en cada extremo. Parten de allí, naciendo déla propia archivolta, los brazos del conopio que forman al unirse un triángulo en el centro, ocupado por otro escudo mayor con el mismo emblema, el cual apoya en los brazos ó vertientes del mencionado conopio, flanqueado por dos esbeltos pinaculillos ornados de follajes y con su correspondiente resaltado grumo, brotando de las referidas vertientes bien talladas hojas de cardo y dos leñosos vastagos que se entrecruzan con igual adorno para llenar el espacio que media entre el cono pió y los pináculos, no sin que entre la decoración vuelva á aparecer de nuevo el blasón heráldico que da carácter á la Capilla; un lambel horizontal y pronunciado encuadrando el conjunto de este frontón, pone término finalmente al mismo, dibujándose sombrío sobre la manchada superficie del muro.
 De pizarra también la urna sepulcral, ricamente entallada, presenta al centro láureo circular medallón en relieve^ conteniendo el torso de una figura femenil, desnuda, suelto el cabello y las manos, ya mutiladas, unidas en actitud orante, quizás en representación de la Esperanza, acompañando á éste otros dos medallones de líneas mixtas, con el blasón heráldico, y llenando los intersticios y la orla interior de la corona central, flores y hojas en relieve, ejecutadas con esmero. Encima de la urna, constituida en lecho funerario, rígida, labrada en pizarra y con hábito religioso, reposa la yacente estatua, sin cabeza, la cual debió ser de mármol blanco, como lo eran las manos y lo son los almohadones en que la apoyaba, quedando al descubierto en el fondo y en los costados del arco la fábrica de ladrillo, y sin que por ninguna parte aparezca rastro del epitafio, que ha desaparecido.
 De menor altura, de medio punto, sin indicio ya de decoración y convertido en simple hornacina, el arco inmediato en el lienzo del Mediodía, como si se hubiera cansado de guardar por más tiempo los restos que le fueron confiados, presenta el espectáculo repugnante de huesos, fragmentos de escultura, cascote y tierra confundidos y en montón, húmedos y tristes, lo cual se reproduce eu el arco extremo del mismo costado; en cambio, el lienzo occidental conserva sus tres arcos sepulcrales, bien que no todos en igual estado. Labrado en piedra, ya denegrida, apuntado con brotes de cardinas, calados colgantes, dos pináculos y revuelto grumo, bajo el cual aparece el escudo de los Francos, — el monumento del ángulo SO., sin inscripción alguna y muy destruido, ofrece aún en el fondo restos de labor ojival en relieve; la estatua yacente, de pizarra y descabezada, con cabezales de mármol blanco, y el frente de la urna, semejante al de la del arco ya descrito en el muro contrapuesto, asimismo de pizarra, y ostentando de perfil en el medallón central una de las virtudes cardinales.
 Más completo, de ancho voltel apuntado, que apoya en salientes repisas y se adorna interiormente, y á trechos regulares, por flores cuadrifolias; de resaltada periferia, donde surgen, cuatro rizadas hojas de cardo y graciosa palma en la clave, cuyo dibujo revela las influencias del Renacimiento, mientras calado festón de lóbulos recorre inferiormente la archivolta, — el segundo de los arcos carece también de epígrafe: muestra al descubierto, en el fondo la unión de la fábrica de la Capilla con la del cuerpo la Epístola de la antigua iglesia, distinguiéndose los arranques de un arco de herradura, tiene bulto yacente de pizarra, sin cabeza y sin manos, como todos, sin almohadones, en traje talar, cuyos pliegues señala el polvo desprendido en tantos años, y en el frente de la urna, de obscura pizarra y disposición idéntica á la de las demás, destaca dentro del medallón del centro la figura en relieve de la Justicia, entre los escudos heráldicos de la familia misma de los Francos.
 Corresponde ya al estilo plateresco el tercero y último de los monumentos sepulcrales de este costado occidental, no sin que en él se transparenten reminiscencias ojivales. Forma un cuerpo arquitectónico de yesería ó estuco, flanqueado de pilastras llenas, así como sus pedestales, de bellos relieves, coronadas por capiteles corintios, que soportan el entablamento donde tres grupos, de dos geniecillos alados cada uno, desnudos y afrontados, que se resuelven en floridos vástagos, presentan en la parte central el blasón ya indicado de la familia, y á los lados otro de diversa figura, cuya empresa ha desaparecido; sobre el saliente cornisón, labrado y moldurado, voltea el frontón, curvilíneo, con una palma igual á la que hace de grumo en el sepulcro anterior, como remate, y una estatuilla en pie, vestida y descabezada, en el extremo izquierdo, con un escudo sin empresa, resto de las dos que acompañaban el frontón referido, en cuyo tímpano destaca, en alto relieve, dentro de una corona de laurel, la Faz de Jesucristo, presentada de frente, con un ángel vestido, alado, y arrodillado á la una y otra parte de la corona, y largo cirio sujeto con ambas manos. De medio punto el arco, mientras en las enjutas lleva por todo adorno un vastago de no buen dibujo, cuelgan de él á modo de vistoso festón, cinco calados caireles compuestos de contrapostas y follajes graciosamente dispuestos, resaltando en el fondo sencilla repisa que sostuvo alguna efigie, y leyéndose, no sin dificultad, en la blanca lápida colocada en el grueso del arco, á la parte de la cabecera, en cuatro líneas de capitales latinas que estuvieron tocadas de negro, el epitafio en la siguiente forma:

AQVI ESTA SEPVLTADO EL ONRADO CAVALLER° TESORERO : LORENÇO SVAREZ FRANCO : CON LA : SEÑORA : ELVIRA SVAREZ : SU MVGER QVOS . AMOR COniVXIT . ET . MORS . NOU . DISIVNXIT

 Sobre el lecho descansan dos estatuas yacentes de pizarra, descabezadas y sin manos, con almohadones del mismo material, en el que está de igual manera labrado el' frente de la urna, con dos grandes y resaltadas coronas de laurel, que tuvieron al medio, al. parecer, un escudo, y entre las cuales se declara en seis líneas de capitales incisas, que aquellos felices esposos á quienes unió el amor y no pudo separar la muerte:

FALLECIERON ║ NVEVE DE SE ║TIENBRE AN° ║ DE MILL QI ║ NIENTOS ║ I TRES

 El arco inmediato, ya en el muro septentrional, donde se abre la actual entrada, es también de medio punto; pero ha perdido toda su decoración, conservando en recompensa, aunque mutilada, la estatua yacente de un caballero, cuyo nombre no es dable conocer por no existir el epitafio, y el frente de la urna, de pizarra como la estatua, bellamente labrado, con una rama de encina en relieve y dos escudos, uno de ellos, el de la izquierda, correspondiente á los Francos, y con un león asido á una rama el de la derecha. Desornado el compañero de este muro, no tiene ya sino la tapa tumbada de la urna, con grandes vastagos, y un escudo de cuatro cuarteles timbrado por uu yelmo, 3^ encima, empotrada en el fondo, la lápida rectangular, que en ocho líneas de capitales latinas negras, dice:

AQVI YAZE EL D° LVIS BELLVGA DE MONCADA LETRADO JVRISTA BARON INSIGNE POR CVYAS LETRAS PRVDENCIA Y BONDAD FVE MVI AMADO DE TODA ESTA REPVBLICA FALLECIO A X DE MAYO DE 1584 . Y ESTA SEPVLTADA DOÑA GIOMAR BAZQUEZ FRANCO SV MUGER MVRIO A 28 DE OTVBRE DE 1597

 Hace juego con el del tesorero Lorenzo Suárez Franco, en al ángulo NE. y contiguo al anterior, otro arco de igual naturaleza, que es el primero del muro de Levante, plateresco, apilastrado, con una serie de cabezas en relieve en el entablamento, el escudo de los Franco al centro, una cariátida encima, y á los lados, otros grandes escudos y guirnalda de frutas; no existe al interior ni urna ni estatua yacente, y sí sólo, empotrada en el fondo, otra lápida con ocho líneas de escritura igual á la del epitafio del Doctor Luis Belluga, diciendo:

AQVI YAZE EL DOCTOR PEDRO VAZQVEZ FRANCO CLERIGO LETRADO JVRISTA INSIGNE DEXO DOTADA EN ESTA CAPILLA VNA CAPELLANIA CON CARGO DE TRES MISAS CADA SEMANA FALLESCIO A 14 DE ABRIL DE 1560 ANOS REQVIESCAT IN PACE

 Tal es lo que resta de aquella sepulcral construcción, entre cuyos escombros todavía aparece otra mutilada estatua yacente, y cuyo pavimento debió ser rebajado al nivel que hoy presenta, después y con motivo de la traslación de las Concepcionistas, pues de ello es clara señal la altura á que se muestran las urnas y los arcos. Lástima grande es en verdad que, abandonada cual se halla, desaparezca al fin agobiada por su propia pesadumbre, como ha ocurrido con la inmediata de los Palomeque, de la cual nadie habla; y ya que á la Comunidad no le es cumplidero atender á la reparación de este edificio; ya que está indefectiblemente condenado á desaparecer , meritoria empresa sería la de salvar lo que resta de aquellos enterramientos que, á pesar del estado en que se hallan, son interesantes, así en la relación arqueológica como en la artística, pues aún es tiempo, si no al Museo Nacional, por lo menos al trasladándoles, de la provincia, donde darán siempre testimonio de nuestra cultura, como ejemplares no desprovistos de originalidad y de importancia.
 No ofrecen ninguna ciertamente, las otras dos capillas correspondientes á la iglesia, y de las cuales la del lado del Evangelio da paso al interior del Convento. Al trasponer sus umbrales, no es ya sólo el afán de contemplar bellezas artísticas ignoradas lo que guía al visitante á quien ha de preocupar desde luego la afirmación de que se conservan en la clausura «varios salones del antiguo alcázar de Galiana, con magníficos artesonados arabescos y otras muestras de la suntuosidad de aquel célebre edificio que en tantas fracciones se partió y por tantas vicisitudes ha pasado»,[16] sino el noble y legítimo anhelo de la investigación indispensable para las aseveraciones de la Historia; el deseo de comprobar con testimonios irrefutables cuanto la tradición asegura, ja fundada en, indicios verdaderos y ciertos que el lapso del tiempo desvirtúa ó exagera y saca de quicio, ya nacida de aberraciones o supuestos, ó de quimeras y fantasías de poetas y noveladores, de escritores crédulos y apasionados á quienes lo maravilloso fascina y deslumbra con falsos resplandores. Porque quizás allí, detrás de aquellas puertas cerradas para todo mundanal ruido; en aquella santa casa, consagrada únicamente á la vida espiritual y contemplativa, y á donde no deben haber llegado las vibraciones trastornadoras de la vida social en tantos años, quizás el investigador encuentre pruebas, por ligeras que sean, bastantes sin embargo, para persuadirse de que, con efecto, tuvo su emplazamiento en aquel sitio la sub-urbana Basílica Pretoriense de San Pedro y San Pablo en los días de la dominación visigoda, y lo tuvieron después los palacios de aquellos desvanecidos régulos cuya magnificencia, tan celebrada en las lústorias, parecía exceder la de los fastuosos Califas de Al-Andalús.
 Y así como ante lo desconocido y arcano vacila y tiembla el flaco espíritu, sentirá el ánimo vivamente conmovido, aunque alentado por la esperanza, siempre lisonjera, cuando solemne y silenciosamente penetre en aquel santo lugar de recogimiento, no alejado ni desvanecido por completo el temor invencible de que resulten fallidos sus anhelos. Cerrado por ambas partes, preséntase en primer término un claustro, cubierto por sencilla bóveda de ojival crucería, cuya antigüedad, si pasa del siglo xiv, no llega á más del último tercio del xm; obras muy posteriores, de comodidad sin duda para las religiosas, han deformado ya la construcción, bien que sin borrar en absoluto los rasgos de su fisonomía, y por esto, al desembocar del pasillo de ingreso desde la iglesia, cortado aparece ó invalidado hermoso arco de mudejar yesería, á cuya izquierda se abre con menor altura otro de igual progenie, que fue sepulcral tal vez desde un principio, sino tuvo otro fin en la decoración primitiva. Llevan ambos saliente cornisón de colgantes estalactitas, que por la parte superior los cierra, y sobre él, á cada extremo, presentada de frente, con aquella ingenuidad convencional de los artífices orientales, resalta de estuco la figura de un león, semejante en un todo á otros leones que se muestran todavía en varios edificios mudejares de Toledo.
 Debajo de los leones, y en caracteres nesji, á que también decimos africanos, talladas en relieve se hallan las palabras: El señorío, el poder, la felicidad; y al paso que en la mocheta del cornisón del arco sepulcral se reproduce y repite en igual linaje de escritura muy menuda la vulgar leyenda optativa, tantas veces ya copiada y reducida á la frase la felicidad y la prosperidad, — en la cual ha de sobreentenderse siempre el complemento para mi dueño, — parece entenderse en la mocheta del cornisón del arco inmediato y cortado, las no menos vulgares frases, el poderío permanente, el señorío perpetuo. Encuadran la menuda y vistosa labor de uno y otro arco, que son angrelados, las fajas del arrabaá que las circunscribe, estrechas, y donde sobre el picado at-taurique del fondo, multitud de veces repetidas, se advierte en signos cúficos de resaltado y corriente dibujo, las palabras: Misericordia cumplida. Salvación.
 Conserva el arco mayor la coloración verde de su única enjuta visible, lo cual no ocurre en el sepulcral contiguo, que está encalado, y tiene en el intradós labor de tracería, con escudetes en los centros de los cuadros, bella combinación romboidal, con resaltadas tenas de sabor granadino decorando el fondo, y al medio, en éste, con delicada guarnición de estuco, en la cual son reparables ojivales reminiscencias, una lápida de blanco mármol, y nueve líneas de capitales alemanas en relieve, doradas, que destacan alternativamente sobre fondo azul ó blanco, y dicen, reproduciendo modelo de que hemos hallado ejemplares, así en la Catedral como en San Lucas y en otras varias partes, según recordarán sin duda los lectores:

UITA ፧ BREUIS ፧ MISERA ፧ MORS ፧ EST ፧ FESTINA ፧ SEUERA ፧ ECCE ፧ DOMUS ፧ CINERIS ፧ SI UIUIS HOMO ፧ MORIERIS ፧ O E IIT ፧ LUPUS ፧ FERNANDI ፧ MILES ULTIMA ፧ DIE APRILIS ፧ ERA ፧ M ፧ CCC Q U I Q G E S I M A[17]

 Sobre lo que fue enterramiento, hay, á modo de estación, colocada una escultura en madera pintada, que parece corresponder á los últimos tiempos del siglo xv, representando La aparición de Jesús á la Magdalena, y empotradas á cierta altura en los muros de uno y otro lado del ala occidental del claustro, se muestran varias otras lápidas sepulcrales, procedentes de sepulturas del mismo claustro, interesantes, más que nada, por sus fechas, alguna de las cuales patentiza que no pudieron ser ni doña María de Molina ni su esposo don Sancho IV, quienes hicieron donación de esta parte de las Casas Reales á los Observantes de San Francisco, según afirman los escritores, sino que hubo de ser don Alfonso X el Sabio quien instaló aquí á los referidos religiosos. Hállase la primera, dado el orden en que aparecen, en el muro de la izquierda; tiene marco ó guarnición de yesería mudejar, y la leyenda consta de nueve lineas también de capitales alemanas en relieve, diciendo:

AQI ፧ YAZE ፧ IOHAN ፧ ALFONSO ፧ FIIO DE ፧ PER ፧ IUANES ፧ EL ፧ ALCALDE ፧ CRIADO [18] DE L ARÇOBISPO ፧ DON GONÇALO[19] ፧ Q DIOS ፧ PERDONE FINO ፧ DOMINGO ፧ XVIII ፧ DI AS ፧ DEL MES ፧ DE ፧ FEBRERO ፧ ERA ፧ DE ፧ MIL ፧ E ፧ CCC ፧ E ፧ OCHENTA ፧ E ፧ TRES ANOS.[20]

 Inmediata á la anterior, y revelando que todas ellas han sido removidas de su lugar propio con ocasión de algunas de las obras en el claustro ó en la iglesia antigua ejecutadas, acaso de la derruida Capilla de los Palomeque muchas de ellas, — la segunda, que tiene orla pintada de oro, se halla colocada al revés; tallada en estuco, cuéntanse en ella diez líneas de capitales alemanas que componen su epígrafe, en alguna de las cuales están estropeadas las letras, blancas sobre oro, habiendo correspondido, á lo que parece, al padre del Juan Ibáñez mencionado en la lápida precedente, y reproduciendo el modelo de la primeramente copiada, dice de esta suerte:

UITA ፧ BREUIS ፧ MISERA MORS ፧ EST ፧ FESTINA ፧ SEUERA ፧ ECCE ፧ DOMUS ፧ CINERIS ፧ SI UIUIS ፧ HOMO ፧ MORIERIS ፧ CUM ፧ FEX CUM ፧ LIMUS ፧ CUM ፧ RES ፧ UILISIMA SIMUS ፧ UNDE ፧ SUPERUIMUS ፧ AD TERRA ፧ TERRA ፧ REDIMUS (sic) ፧ FINO ፧ DON PER IUANES (?) ፧ EL ALCALDE ፧ XXUIII DIAS DE MAYO ፧ E ፧ M ፧ CCC ፧ XXXU[21]

 En el muro opuesto de la derecha destaca la tercera, con otras diez líneas de capitales alemanas en relieve, cerradas por una orla de círculos, y acomodándose en su redacción castellana á otro modelo usual, declara:

AQI ፧ YAZE ፧ ARYAS ፧ FERADES DE ፧ GALLISIA ፧ ESTE ፧ CAUALLO FUE ፧ MUY ፧ BUENO ፧ E ONRADO E ፧ DE ፧ BUENA ፧ UIDA ፧ E SIERUO DE ፧ DIOS ፧ FINO ፧ EN : TOLEDO MARTES ፧ UI ፧ DIAS ፧ ANDADOS DEL ፧ MES ፧ DE ፧ OCHUBRE ERA ፧ DE ፧ MIL ፧ CCC ፧ XXXXII[22]: AÑOS ፧ Q ፧ DE DIOS ፧ AYA ፧ DESPDO[23] FAZED ፧ POR ፧ NOS ፧ ORACION

 Otras dos lápidas más hay en el claustro, la una con guarnición de yesería, ya rota, y nueve líneas de la misma escritura, leyéndose, repartida en las siete primeras, la moral advertencia que empieza: Vita brevis misera, etc., y en ésta y las dos últimas:

· · · · · · · · · · · · · · · · · · · FINO DO ፧ IUAN ፧ DALCARAZ ፧ XXU DIAS DE ENERO ፧ ERA ፧ M ፧ CCCXXXX.[24]

 Más interesante la otra lápida por su fecha, consta de ocho líneas, también de capitales alemanas, y dice:

AQUI ፧ YAZE ፧ DON ፧ GOÇALO ፧ ES TEUA ፧ Q ፧ DIOS ፧ PDONE ፧ ESTE CAUALL0 ፧ FUE ፧ MUY ፧ BUENO E ONRADO ፧ E DE ፧ BUENA UIDA ፧ E SIERUO ፧ DE ፧ DIOS FINO ፧ DIAS ፧ ANDADOS DE ፧ OCHUBRE ፧ ERA ፧ DE MIL ፧ CCC ፧ XUIII[25]

 Todavía en el ala occidental hay, convertido en alhacena, otro arco de yesería mudejar, que fue compañero de los primeramente citados, y resto como ellos de la antigua construcción ó reedificación, hecha probablemente en los días del hijo de San Fernando, advirtiéndose en él, en escritura cúfica, las frases ya copiadas, como en la orla del arco ó ventana tapiado, que creemos recordar en el fondo, figura la leyenda también copiada arriba. No menos vulgares son las inscripciones del friso de colgantes de yesería que decora en el ala de ingreso, y en pos del arco sepulcral mencionado, la entrada al Coro bajo, departamento espacioso cuyos muros cubre con varios retablos, no escaso número de imágenes de talla y de tamaño natural , y que comunica con el presbiterio de la iglesia por medio del comulgatorio colocado bajo la sepultura del venerable Fr. Martín Ruiz, de que hablamos á su tiempo. Como en aquélla, el pavimento se halla casi formado de losas sepulcrales, entre las cuales figuran la de doña Ana de Bozmediano, mujer de Hernán Pérez de Ayala, fallecida en 1529; la de doña Ana del Aguila, abadesa del que allí se intitula monasterio, muerta en 24 de Noviembre de 1582; la de otra abadesa del mismo, llamada doña Isabel de Toledo, quien vivía ya en la xvii.ª centuria, y, demás de los que correspondiendo á la anterior, van adornados de muy bellos y pronunciados relieves, entre los cuales aparecen blasonados escudos, la que con orla de alemana escritura en resalto ha sido allí acomodada posteriormente, pues se halla cortada por desventura, y dice:

AQUI ፧ IAZE DIEGO ፧ GARCÍA ፧ Q DIOS ፧ PDONE FIIO DE DON DIEGO GARCIA SEÑOR DE MAQDA ፧ REPOSTE[ro….. el qual finó en s]ERUICIO DEL REI DON ENRIQ. ERA DE MIL E CCCC ፧ UII ANOS [26]

 En balde será, prescindiendo de la pequeña reja plateresca que con el escudo de los Mendoza rodea y cierra el altar principal del coro bajo; en balde será, repetimos, que el investigador se afane buscando reliquias de la edad visigoda y de la muslime en el Convento, pues no aparecen por ninguna parte, en balde que, con el propósito de inspeccionar lo que es de la fábrica posible, se apresure á bajar por no usada escalera á la capilla subterránea, colocada debajo de la mayor de la iglesia: no encontrará sino muros de mampuesto y de ladrillo, bóvedas de traza ojival del siglo xiv, y tendida en el removido y polvoriento suelo, una losa sepulcral de mármol, con el busto en alto relieve de un caballero, de faz larga y barbada, vestido el hábito franciscano, cordón de la Orden en torno de la orla, y en ella la siguiente inscripción en letra alemana de relieve:

AQUI YAZE DIEGO ║ MARTINEZ QUE DIOS PERDONE CONTADOR MAIOR DEL ARÇOBISPO DE T ║ O LEDO[27] QUE FIZO ║ ESTA CAPILLA Q FINO UIERNES SEIS DIAS DE DEZIENBRE ERA DE MIL E CCCC XIX ANOS[28]

 Nada queda tampoco ya de la capilla que fundó Diego Martínez: los muros presentan al descubierto su construcción^ como las bóvedas, y sólo ante la' losa referida, medio desmoronada, se levanta la ancha mesa de altar, de fábrica, y en el fondo del lienzo á que adosa, por bajo de la ventana que da escasa luz al recinto, sobre el enlucido se advierten los trazos borrosos de pintura al fresco, al retablo correspondiente, como en la capilla de San Jerónimo.
 Subiendo á los pisos superiores, en el llamado Patio de los Algibes, el único resto que podría servir de indicador es un trozo de capitel latino-bizantino, sobre tres trozos de fuste de mármol almendrado rojizo; y revelando la mano de los artífices del siglo xv, en el muro de la derecha, conforme se entra, bellísimo ajimez mudejar, cuya reproducción figura en los Museos,[29] y que en buen estado de conservación, se halla compuesto por un hueco, cuadrado casi, dentro del cual voltean entrelazados dos arquillos ojivales, apoyados en tres columnillas de fuste de pizarra con basas y capiteles blancos, ornados de rosas y coronas de laurel, archivoltas de baquetones, con calados maineles, formando aquéllas, al cruzarse, un arco rebajado de medio punto, y dos secciones contrapuestas de otro, arquitrabe de dos órdenes de circulares dobles vástagos tangentes y entre sí anudados, con picada y abierta hoja de vid al centro, y racimos colgantes, y aletas, en fin, de tracería, de sencilla aun y pobre combinación, con grandes flores tetrafoliadas y botón resaltado en los polígonos que resultan del cruzamiento regular de las líneas.
 Adórnase el claustro alto con varias portadas guarnecidas de yesería plateresca, encalada, siendo de reparar que en la de la puerta de ingreso al coro se ostenta un águila en el centro; y ha poco que en la entrada al referido claustro ha sido descubierta una pintura al fresco, obra estimable del siglo xvi, en la que aparece representada Nuestra Señora de las Angustias, conservándose de la letra que figuraba en torno la exclamación latina: O vos qui transitis per viam, attendite et viadete... Guárdase en el coro alto, conteniendo una reliquia de San Jerónimo, hermoso relicario del Renacimiento, que parece de arte italiano: tiene el pie de ébano, y en él, convenientemente repartidos, los cuatro evangelistas de plata repujada, y pequeñas cabezas de alados querubines; un Nacimiento de Jesús, de menuda labor, en el ruedo, y otro grupo además, con adornos de contrapostas y varias labores, todo labrado con tal minuciosidad y perfección al propio tiempo, que causa maravilla, y hacen de este relicario joya de mérito indisputable, cuya procedencia desconocen, ó no nos dijeron por lo menos, las religiosas.
 En la Sala Abacial, situada en estos pisos superiores, y desde la cual se disfrutan hermosas vistas sobre la Vega y el Tajo, consérvanse con todo cuidado, bajo urnas de cristal, cuatro muy estimables grupos en barro cocido y pintado que, respectivamente , representan La educación de la Virgen, La huida á Egipto, San Antonio de Padua y El tránsito de la Magdalena. Son obra de la notable escultora sevillana doña Luisa Roldan y Mena, hija del escultor Pedro Roldan, nacida en 1656, y nombrada por Carlos II su escultora de Cámara, casada con don Luis de los Arcos, y fallecida en Madrid el año 1704. De ella existen diversas esculturas en su patria, en El Escorial, en Madrid, y en otras partes, citándose en este último punto la que se custodia en el guarda-joyas de Palacio, «grupo de barro que representa á Santa Ana dando lección á la Virgen niña, y ángeles que la acompañan»,[30] que ha de ser semejante al grupo en primer lugar citado por nosotros en la Sala Abacial de este Convento.
 De él salimos por una puerta contigua á la capilla ábsidal de la antigua iglesia, con el triste convencimiento de que, á no remover los cimientos de aquella casa, nada subsiste en ella de cuantas maravillas fantasearon los escritores, y el de que, labrado ó comenzado á labrar sobre los restos del palacio arábigo un edificio del siglo xiii, para habitación de los reyes, por ventura, al cual bien pudiera pertenecer los restos mudejares del claustro bajo, cedido el edificio por Alfonso X, antes de 1280, á los franciscanos, á ellos y á sus herederas las monjas concepcionistas, es decir, á los siglos xiv, xv y xvi, haciendo caso omiso de los posteriores, son debidas las obras y reformas de cuanto existe, sin que hayamos, no obstante, encontrado ni las techumbres esplendorosas, ni los salones suntuosos que allí soñaron y dieron por ocultos en la clausura los que de las cosas de Toledo tratan.[31]

Rodrigo Amador de los Ríos.


  1. Así lo expresa Parro (Toledo en la Mano, t. II, pág. 148), y así lo reproduce el Vizconde de Palazuelos (pág. 1.100); pero la falta de documentos que lo comprueben es tan notoria, como para que el primero de los escritores citados, al hacer tal afirmación, olvidase que en la pág". 20 del mismo tomo había asegurado que los franciscanos estuvieron en el sitio de La Bastida «bastantes años, hasta que la ciudad los trasladó dentro de la población al Convento que se edificó de limosnas, donde ahora están las monjas de la Concepción francisca», refiriendo por medio de llamada, y en apoyo délo así manifestado, cierta inverosímil tradición que toma de «un escritor de nota».
  2. El doctor Salazar y Mendoza, que en la pág. 390 de la Crónica del Gran Cardenal dice que los franciscanos de las casas reales se mudaron directamente «á San loan de los Reyes», hablando de los conventos existentes en Toledo, había escrito, sin embargo: «Los de San Francisco se passaren á vn pedaço de casas Reales, donde está oy el monasterio de la Santíssima Concepción.» «Desde aquí — añade— se passaron á otras, á la Parroquia de Santo Tomé, tan principales, que se dieron por ellas cien mil marauedís de juro» (pág. 232).
  3. Como prueba de lo vago de las noticias que se conservan respecto de los fantaseados Palacios de Galiana, conveniente juzgamos recordar que Parro, de quien son las palabras copiadas en el texto, refiriéndose al Convento de Santa Fe, decía (pág. 132): «debemos advertir, para mejor inteligencia, que no toda la parte occidental de los Palacios de Galiana estuvo ocupada por el Priorato de Santa Fe, sino que una porción de este terreno fue destinado á casa de batir moneda, que, con efecto, se acuñó allí por espacio de muchos años.» Salazar y Mendoza expresa en la página 390 de su citada Crónica, que: «en otro pedaço de este Alcaçar de Santa Fe, estaua la casa de la Moneda de la Ciudad»; y más adelante, pág. 391, después de manifestar que en 1502 fueron aposentadas las monjas de Santa Eufemia de Cozollos en el Monasterio de San Pedro de las Dueñas, y por cédula despachada en Alcalá de Henares á 28 de Febrero de aquel año, se les mandó «passar al Monesterio de Nuestra Señora (Santa María de Alficém), que oy es de el Carmel calçado»,— agrega: «Aquí estauan las monjas de Santa Eufemia, el año de quinientos y quatro, porque este año, á treinta de Agosto, estando el Rey Católico en Medina de el Campo, mandó á Alonso Gutiérrez de Madrid, Thesorero de la casa de la Moneda de Toledo, la desocupasse luego y se mudasse á la Parrochia de San Nicolás, como estaua tratado.» Resulta, pues, difícil determinar dónde estuvo seguramente, dentro de aquel conjunto de edificios, la Casa de la Moneda; pues según el mismo autor, por traslación al extremo oriental, donde continúan, «quedaron desembaraçados San Pedro de las Dueñas y Santa Fe, quedándose allí la Casa de la Moneda» (pág. 390 citada).
  4. Salazar y Mendoza, Op. et loco. cits.
  5. Nuestro buen amigo el notable y celebrado escritor militar D. Pedro Alcántara Berenguer y Ballester, Comandante de Infantería, que ha fallecido en los momentos en que estas líneas trazamos, y que tantos servicios prestó en Toledo para la conservación de sus monumentos, en el artículo que Sobre el llamado Palacio del Rey Don Pedro y La Capilla de San Jerónimo publicó en el núm. 3.° de la revista ilustrada Toledo el año de 1889, supone que este Alfonso Ferrandes Solado pueda acaso ser «hijo ó descendiente del maestro sevillano Diego Fernández, arquitecto del rey Enrique de Trastamara, ó del otro maestro José Fernández, que en Brasco Bas construyó, en 1373, las murallas de Lisboa.» Amhas hipótesis nos parecen igualmente improbables, pues la identidad de tal apellido entonces, dada su formación, nada significa.
  6. Adquirida por compra, figura hoy con el núm. 99 en la Sala I de la Sección II del Museo Arqueológico Nacional, si bien por inadvertencia sin duda, está armado el monumento de manera que el blasón aparece debajo de la lápida. En ésta se lee claramente la fecha de 5 de Octubre de 1437, y no la de 5 de Noviembre de 1537, que se le atribuye en la Toledo Pintoresca (pág. 182) y que copió sin ver el original Parro en la página 153 del tomo II de su Toledo en la Mano.
  7. Sin duda por lo deteriorada que la mano se hallaría en la indicada fecha, dice que salían de la boca de un perro los vástagos de la vid el autor del Toledo Pintoresca.
    E. M.— Enero 1902.
  8. Dió á conocer esta leyenda, por nosotros interpretada, el malogrado Berenguer, en el artículo citado arriba.
  9. Tiénela á su cargo nuestro amigo el Sr. D. Manuel Tovar, artista de muy superiores méritos, á quien coa discreto acuerdo la ha confiado la Comisión de Monumentos; pero los apuros de la Diputación Provincial han impedido que la obra se termine.
  10. El malogrado Berenguer, Vicepresidente que fue de aquella Comisión de Monumentos, hace esta demostración comparativa en el citado articulo, reproduciendo los argumentos de la Toledo Pintoresca (págs. 269 y 270), aunque sin nombrarla. Nosotros, á pesar de todo, creemos aventurado decidir en orden á la fecha de esta yesería, pues si bien existen y son patentes las semejanzas que la aproximan á la del Palacio de los Ayalas, y aun á otras posteriores, dentro y fuera de Toledo, según ocurre con el arco del que fue Convento de San Juan de la Penitencia, fundado por el Cardenal Cisneros en Alcalá de Henares, y que desmontado se guarda en el almacén de aquel municipio desde el pasado año de 1901, fue tal el prestigio de la tradición, como para que en muchos casos no sea hoy dable en absoluto trazar una linea cronológica divisoria entre las producciones mudejares del siglo xiv y las del xv.
  11. Supuesta la veneración inspirada por las virtudes de Fray Martín Ruiz, es de extrañar que al pasar al Convento de San Juan de los Reyes aquellos religiosos, no llevasen consigo los restos y el simulacro, aquí piadosamente conservados.
  12. Arruinada por completo, conserva en los arranques de la bóveda heráldicos blazones de los Palomeque, y entre otros restos, un muy gracioso ventanal tapiado, de estilo mudejar, interiormente lobulado; llámanla Capilla de los Palomeque.
  13. Cuéntase que «por los años de 1454» vivía en Toledo el dicho García Amusco, «el cual, por no jurar á Dios nuestro Señor ó á sus santos, tenía costumbre de hacerlo diciendo á menudo por vida de Santa Quiteria, creyendo de buena fe ser aquel nombre fantástico, y que tal santa no existía». Aconteció, no obstante, «que, estando una noche solo y recogido en su lecho, se le apareció la santa Quiteria con gran resplandor y claridad; reprendióle ásperamente su atrevimiento y osadía, y preguntando él con gran temor quién era, le contestó la santa, añadiendo que si por el mundo la buscase, la hallaría...» «Quedó el buen ciudadano muy triste y desconsolado..., y muy luego determinó y puso en práctica el buscar el sitio y lugar donde se la veneraba.» Hallóla en la Gascuña francesa, y de vuelca á Toledo, mandó edificar la Capilla para desagraviar á la «anta virgen y mártir, disponiendo que se hiciese fiesta anual el 22 de Mayo, día del martirio de la virgen, «la cual se viene practicando por muchos años á expensas de los patronos, y durante ella bendecían unos panecillos pequeños, que servían para curar el mal déla rabia, acudiendo á ese fin muchos atacados de ese mal» (D. Nicolás Magán, La Capilla de Santa Quiteria, artículo publicado en el Semanario Pintoresco Español, año de 1848, pág. 58, de quien copia Parro, t. II, págs. 151 y 152, y á quien extracta Palazuelos, pág. 1105, nota).
  14. Magán, art. cit.
  15. Magán , loc. cit.
  16. Parro, Op. cit., t. II, pág*. 149.— Más desconfiado el Vizconde de Palazuelos, dice: «En el interior del convento consérvanse, á lo que parece, hermosos restos del antiguo real palacio de que este edificio formó primitivamente parte, tales como notables artesonados, preciosas puertas y fragmentos decorativos arábigos y mudejares (¿?): detalles todos que impide examinar la clausura en que se hallan» (Guía práctica, pág. 1101),
  17. Era 1350. Año 1312 de la Encarnación.
  18. No juzgamos inútil advertir que la voz criado no era á la sazón sinónima de sirviente, sino que expresaba haber sido criado bajo la tutela ó el cuidado de otro.
  19. Don Gonzalo Díaz Palomeque (1299 á 1310).
  20. Año 1345 de la Encarnación.
  21. Año 1297 de la Encarnación. E. U —Enero 1902.
  22. Año 1304 de la Encarnación
  23. Es la deprecación tan usual en los poemas de este tiempo, aunque mal escrita aquí: que de Dios ayades perdón, fazed por nos oración.
  24. Año 1302 de la Encarnación.
  25. Año 1280 de la Encarnación.
  26. Año 1369 de la Encarnación. En otro pedazo de losa inmediata á ésta, y que debió pertenecer al enterramiento de un hijo del dicho Diego Oarcía, se hallan las palabras: …..fiio de don Diego Garcia Adelantado, é finó…..
  27. Don Pedro Tenorio (1376 á 1399).
  28. Año 1381 de la Encarnación.
  29. Consérvase armada la una en el Arqueológico Nacional, y sin armar la otra, en el Provincial, de Toledo.
  30. Cean Bermúdez, Diccionario histórico de los más ilustres profesores de Las Bellas Artes en España, tomo IV, págs. 235 á 239.
  31. Este artículo formará parte del libro Toledo histórica, monumental y artística, que el autor prepara para la imprenta.