El contrato social (1819): Libro IV - Capítulo II

C A P I T U L O I I.

De los Sufragios ó Votos.

Se ve por el Cap. antecedente que el modo de tratarse los negocios generales, puede dar un indicio bastante seguro del estado actual de las costumbres y de la sanidad del cuerpo político. Quanto más concierto reyne en las Asambleas, es decir, quanta mayor sea la unanimidad en las decisiones, otro tanto domina la voluntad general; mas los largos debates, las disensiones y el tumulto anuncian el ascendiente de los intereses particulares y la decadencia del Estado.

Esto parece ménos evidente quando dos ó muchos órdenes entran en su constitucion como en Roma los Patricios y los Plebeyos que continuamente turbaban los Comicios en los mas bellos tiempos de la República; pero esta excepción es mas aparente que real, por que entónces por un vicio inherente al cuerpo político, hay por decirlo así dos Estados en uno, y lo que no se verifica de los juntos, se verifica de cada uno separadamente. Y en efecto: en los tiempos mas tempestuosos, las resoluciones del Pueblo quando el Senado no se le juntaba, pasaban siempre tranquilamente, y en la mas grande pluralidad de sufragios. Los Ciudadanos no teniendo mas que un interes, el Pueblo tampoco tenia mas que una voluntad.

A la otra extremidad del cerco, hay unanimidad: entónces es quando los Ciudadanos sumergidos en la servidumbre, ya no tienen libertad ni voluntad: entónces el temor y la lisonja mudan en aclamaciones los sufragios; no se delibera, se adora ó se mal dice. Tal era el vil modo de opinar del Senado en tiempo de los Emperadores, haciéndose esto algunas veces con ridículas precauciones. Tácito observa que baxo de Othon, los Senadores colmando de execraciones á Vitelio, procuraban hacer al mismo tiempo un ruido formidable á fin de que si por casualidad llegaba á la razon el tirano, no pudiese saber lo que cada uno de ellos habia dicho.

De estas diversas consideraciones nacen las máximas sobre las que se debe reglar el modo de contar las voces y comparar los avisos, segun que la voluntad general es mas ó ménos fácil de conocerse y el Estado mas ó menos declinante. No hay sino una sola ley que exija el consentimiento: sólo el pacto social le pide, por que la asociacion civil es el acto mas voluntario de todos: todo hombre nacido libre y árbitro de sí mismo, ninguno puede baxo pretexto alguno sujetarle sin su anuencia. Decidir que el hijo de un esclavo nace esclavo, es decidir que no nace hombre.

Si quando se hace el pacto social, se manifestan opositores de semejante pacto, esta oposicion no hace pues invalido el contrato; solo impide que ellos sean comprehendidos en él, y que se miren como Extrangeros entre los Ciudadanos. Quando el Estado está instituido, el consentimiento se presta por la residencia, por que habitar el territorio, es someterse a la Soberanía:[1] fuera de este primitivo contrato, la voz del mas grande número obliga siempre á todos los demas, por que es una conseqüencia del dicho contrato. Si se pregunta como un hombre puede ser libre forzándole á conformarse formarse con una voluntad que no es suya, y como los opositores son libres, debiendo someterse á unas leyes que no han aceptado, yo responderé que la qüestion está mal asentada. El Ciudadano accede á todas las leyes aun á las que se entablan á pesar suyo, y á las que les castigan quando osan violarlas. La voluntad constante de todos los miembros del Estado es la voluntad general, y por esta son libres[2] y Ciudadanos. Quando se propone una ley en las juntas del Pueblo, no se pide precisamente que se apruebe ó rechaze la propuesta, sino solo que se examine si es conforme á la voluntad general que es la suya: dando cada uno su voto, dice su parecer sobre el asunto; y del cálculo de voces se saca la declaración de la voluntad general. Quando prevalece un parecer contrario al mío, esto no prueba otra cosa sino que yo me engañaba, y que lo que yo juzgaba que era la voluntad general, no lo era en realidad. Si hubiera prevalecido mi voto particular, yo hubiera hecho una cosa contraria á la que debia querer; y entónces no hubiera sido libre.

Esto supuesto tambien es verdad que todos los caractéres de la voluntad general consisten en la pluradidad, y quando cesan de estar en ella, qualquiera que sea el partido que se tome, ya no puede haber libertad.

Quando arriba manifesté como substituian las voluntades particulares á la general en las deliberaciones públicas, ya indiqué suficientemente los medios practicables para prevenir este abuso, y todavía hablaré sobre esto. En órden al número señalado de sufragios para declarar esta voluntad, ya he dado tambien los principios sobre los que se debe proporcionar. La diferencia de una sola voz rompe la igualdad, y un solo opositor la unanimidad; pero entre la unanimidad y la igualdad hay muchas divisiones desiguales, á cada una de las que se puede fixar su número según el Estado y las necesidades del cuerpo político.

Dos máximas generales pueden servir para arreglar estos respetos: la una que quanto mas graves é importantes son las deliberaciones, otro tanto mas la decision se debe acercar á la unanimidad. La otra, que quanta mas celeridad exige un agitado negocio, mas debe limitarse la diferencia prescripta en el repartimiento de votos, por que en las deliberaciones que piden priesa, el excedente de una sola voz debe bastar. La primera da estas máximas parece mas conveniente á las leyes, y la segunda á los negocios. Como quiera que sea, por medio de una prudente combinacion se deben establecer los mejores respetos que se deben dar á la pluralidad para pronunciar.


  1. Esto debe entenderse siempre de un Estado libre; por que por otra parte la familia, los bienes, la falta de asilo, la necesidad, la violencia pueden retener á un habitante en el pais á pesar suyo, y entónces su morada sola no supone ya su consentimiento al contrato ó á la violacion de él
  2. En Génova se lee en la portada de las Carceles y aun en los mismos hierros de los presidarios esta palabra: Libertas: Esta aplicacion de la dicha divisa es muy bella y justa, por que en todos los Estados únicamente los malhechores son los que impiden al Ciudadano su libertad. En un pais donde toda esta gente estuviera en galeras, se gozaria de la mas perfectad libertad.