El complejo de ratón/Los empleos
Los empleos
En este tema de los empleos hay mucho que decir, no es fácil explicar porqué trabajamos donde trabajamos, ni porqué no trabajamos en otra cosa, o ¿por qué seguimos sosteniendo un negocio que no es negocio?
En tiempos de crisis muchas personas piensan que lo único que deja dinero es la comida, partiendo del pensamiento de que "todo el mundo tiene que comer, entonces....... todo negocio de comida es bueno"; después de varios errores de lógica tan obvios como éste, deciden lanzarse a la aventura, arriesgando lo que tienen y lo que esperan tener. Terminan debiendo lo que esperaban tener y perdiendo lo que esperaban ganar, de las relaciones familiares, ni hablamos.
Si acaso se ven con más dinero del que se pueden gastar, se les ocurre poner un restaurante, no tanto por que sea rentable (aunque tengan la esperanza), sino para que los meseros lo traten como a un rey, por supuesto, al único que no tratan bien en ese restaurante es al dueño (le hubiera salido más barato pagar siempre la cuenta con sus amigos que sostener ese costosísimo espectáculo).
Usualmente los clase media no pensamos en un restaurante como un negocio en serio; lo normal es que pensemos en algo "para que trabaje la señora" o si no es el caso, un negocio que no requiera más que supervisarlo.
Casi siempre nos da por poner un negocio de pollos, taquitos, mariscos o algo similar.
Esto de los mariscos me recuerda a un compañero de la universidad, extranjero, que puso un carrito de camarones afuera de un edificio de oficinas. Mi compañero (que ganaba buen dinero en su negocio) una vez terminada la carrera, quiso traspasar su carrito y no le entraba en la cabeza que no hubiese quién quisiera continuar con el negocio; el carrito de camarones producía una verdadera fortuna, ¡pero no! ¿cómo? ¿yo vendiendo camarones? ¡Ni loco!
Y en el mismo caso quedaron todos mis acomplejados compañeros, pues nadie quiso continuar con el negocio.
Era dejar caer muy bajo nuestra imagen de "inteligentes".
Hay negocios que no los pueden atender nadie que se sienta de la "high", porque sería tanto como reconocer que no la hicieron y que todas sus teorías valían queso.
No es raro encontrar alguien que piense, medio en broma, medio en serio, en disfrazarse o en ponerse una máscara para atender uno de éstos puestos.
Es casi seguro que usted tenga una alternativa proporcionalmente similar al negocio del "carrito de camarones". Pero con el solo pensar en lo que dirían los parientes de su esposa, desecha rápidamente la idea, por que no da la misma imagen una persona que entra velozmente a su despacho recién alfombrado, saludando a sus tres guapas secretarias, con escritorios de López Morton, que el tipo que trabaja de ambulante en su carrito.
Es curioso observar la cantidad de personas que piensan en poner un negocio de "taquitos", y es curioso también observar que ninguno de ellos ha pensado siquiera la posibilidad de atenderlo personalmente; todos estos acomplejados adquieren aire de empresarios y se hacen las ilusiones de pasar diariamente a las doce de la noche a su negocio y hacerle cuentas al empleado, (cabe mencionar que todos piensan en hacerlo socio).
Por supuesto, es muy normal que el socio termine por comprarle el negocio al patrón, que nunca vio un centavo de utilidades, aunque el negocio parecía que "ahí iba".
Lo que más nos dolería en el caso que nos pusiéramos de taqueros, es que ya nadie nos haría caso cuando habláramos de nuestras teorías económicas y cuando las explicáramos, todo el mundo nos dejaría hablando solos.