El ciego de la Merced
Trueba el inimitable autor del Libro de los Cantares, ha dicho que el pueblo es un gran poeta porque posee en al- to grado el sentimiento. En efecto, la poesia-virgen, por decirlo a^i, no es la que se atavia con las galas del arte y de la erudicion. Los cantos del trovador provenzal, las bala- das del lemosin, los cielitos del payador argentino, son la poesia de la naturaleza. Alii no hay alambicamiento en la forma ni en la idea: esas rimas son arranques espontaneos del espiritu; nada deben al arte. Por eso hemos mirado siempre con profunda admiracion a los improvisadores de versos, atendiendo poco a la correccion del consonante y mucho a lo sentencioso del concepto. Y la multitud com- prende asi al poeta, negando el titulo de tal a aquellos que el mundo literario aplaude, si estos no saben componer sus versos de otra n^anera que en el silcncio de la noche, ence- rrados en un gabinete, y provistos de pluma y papel. Para el pueblo, pues, el solo poeta digno de su aplauso es el im- provisador. Los otros seran filosofos y todo lo que se quie- ra concederles; pero, para el, no pasan de artistas que fabri- can y liman versos como el zapatero hace zapatos. Que- vedo debio gran parte de su popularidad a sus frecuentes improvisaciones; y lo mismo ha sucedido, en el Peru, con el Cicgo de la Merced^ apodo con que, desde la infancia, hemos oido hablar de un vate limeiio, cuyo verdadero nombre es solo conocido por los aficionados al estudio serio de nues- tra literarura.
La unica noticia biografica que hemos podido obtener, acerca del afamado repentista, se encuentra en el numero 43
EL CIEGO DE LA MERCED 6$
de la Gitceia de Lima correspondiente al 27 de Enero de 1771. Segun ella, fray Francisco del Castillo, natural de Lima y religioso lego de la orden de Nuestra Seiiora de las Mercedes, fallecio en Diciembre de 1770, a la edad de 56 alios, ifcausando general sentimiento en su muerte el que, « en vida, dio pabulo a la comun admiracion.Ji
Aunque ciego de nacimiento, su instruccion en las cien- cias era notoria, y tocaba con suma habilidad varios instru- mentos.
Hablando de sus dotes poeticas dice su biografo: — « No i improvisaba tan solo sobre cuantos asuntos le proponian, « sino que componia con igual facundia y despejo hasta pie* « zas comicas. Y por fin, si las conversaciones que soste- « nia versificando se hubieran escrito, habria para Ilenar in- « mensos volumenes. » (1)
Bien podra ser que haya algo de exajerado en estas ti- neas; pero es innegable la agudeza y facilidad que respiran los versos del padre Castillo. Trasmitir atgunasde sus im- provisaciones a la posteridad es la tarea que nos hemos pro- puesto en este articulo, fruto de largas investigaciones.
En diversas ocasiones se lepidieron al Ciego decimas con pies forzados, y he aqui algunas de las que hemos obtenido:
(i) En unode los tomos de manuscritos de la libreria Zegarra, comprada en 1898 por el gobierno del Perti para aumento de la Biblioteca Nacional, hay cuatro hojas encontradas entre los papeles de don Perfecto Salas, asesor del vi- rrey Guirior, de las que estractamos las siguientes noticias sobre el Ciego de la Merced.
« Por los afios de 1720, siendo corregidor de Piura don Luis del Castillo, « di6 a luz su mujer dofta Joaquina Tamayo y Sosa, el dia 2 de Abril, un nifio « al que, en homenaje al Santo que ese dia celebra la Iglesia, se le puso por « nombre Francisco de Paula, nifio que & pcsar del cuidado cc n que le criaban « sus padres, perdi6 la vista k los tres meses, y ya de edad de cuatro afios lo « trajeron a la capital. A los catorce afios qued6 huirfano, y sin mas bienes « que una imprenta administrada por un pariente suyo. Una vieja le tendi6 « redes al joven para casarlo con su hija, y sobrecojido del susto pidi6 el ciego « consejo k. uno de sus deudos, el que, para libertarlo de conflictos, lo indujo & « que se asilase en la Merced, donde k poco pidi6 el h&biio, y m&s tarde pro- « fes6 solemnemente. »
El manuscrito se estiende en elogiar las dotes musicales del poeta y sus do- tes para el canto.
Segiin el articulista de La Gaceta, el padre Castillo na£i6 en Lima y muri6 k los 56 afios de edad. En esto discrepa el manuscrito. Lo tinico comprobado «s que muri6 en Diciembre de 1770.
66 TRADICIONES
Hizo un famoso ebanista un Santo-Cristo de pino; hizo un denionio muy fino y ambos los puso a la vista. Paso un celebre organista, que goza gran patrinionio, y dijo: — seiior Antonio, £que precio tienen los dos? —
Y el contesto: — Para vos
lo niismo es Dios que el demonio,
Dos seiioritas habia paseandose en un jardin: la una como un serafin, la otra un dragon parecia.
Y viendo la pena mia tal diferencia en las dos, las dije— Ninas, a vos quien tales rostros ha dado? La fea dijo: — el pecado.
La mas hermosa: — que Dios.
La mujer en el querer es un salero con sal, que es salero universal el amor de la mujer. Mas si da en aborrecer aquello que mas amo, no tiene sal digo yo; porque es la mujer, se infiere, salero con sal, si quiere, salero sin sal, si no.
Prenada estaba una nina
y en riesgo de malparir,
y vniolo a conseguir
por antojo dc una pina.
En la casa hubo gran rina:
la joven dijo: — me empre . . .
la madre la dijo:— ique . . . ?
Y tal fue el grito que dio que la nina malpario
y nopudo declr fie.
EL CI EGO DE LA MERCED 6/
Quien se quisiere exaltar se ha de procurar rendir, que la razon del subir consiste en la del bajar. Ignaicio supo lograr la gloria de este modelo; humilde fue como el suelo hasta q ue llego su muerte, y por vivir de csta suerte, hacia abajo^ subio al cielo,
Muchacho, cierra esacq/a y, mientras voy a la (orre, cuida que no se te iorre el dibujo de \a/aja. Todos los colores fnaja, barre el cuarto, enciende luces; SI el seiior de los capuces vinfese, dale el sombrero .... Alii tienes pluma y iintero: entretente haciendo cmces.
Pasa por una sentencia del rico la necedad, la mentira por verdad y por juicio la demencia. Tambien se ve, con frecuencia, que la discrecion de un pobre es escoria, es barro, es cobre; por lo que, en tan duro azar, calie quien no puede hablar aunque la razon le sobre.
Elejido rector de la Universidad un doctor Morales, co- nocido con el apodo de Culebra^ le dedico el padre Castillo esta chistosa decima:
Morales, a la verdad
estoy viendo, de hito en hito,
que hoy has puesto un sambenito
en esta Universidad.
Dios nos mire con picdad;
68 TRADICIONES
porque si tu calavera por mas tiempo persevera en el cargo de rector, se graduara de doctor toda mula calesera.
A un comerciante apellidado Castaneda, que edifico una esplendida casa, en la calle de las Mantas, y puso por ador- no, en la fachada, una cabeza de leon:
Este leon de Castaneda con tamana boca abierta dice: — caudales, alerta, porque me trago al que pueda.
A Jesus Nazareno.
Estos frailes, buen Jesus, te vi'stieron su librea, sin duda porque se crea que mereciste la cruz.
En elogio del padre Mesia.
Cuando la Virgen Maria
al nifio Dios arrullaba,
la comunidad cantaba
y el padre Alonso . . . mecia.
A uno que se apellidaba Paniagua.
Un fortunon.desmedido en su nombre lleva usted; pues para el hambre y la sed le basta con su apelHdo.
EL CIEGO DE LA MERCED 69
Pi6 forzado.
Si no es faostia consagrada la que esta en el relicario^ digo, mi padre vicario, que el Sacramento no es nada.
Habiendolo invitado un amigo para que contribuyera con algun dinero a la fabrica del Paseo de Aguas, principiada por el virrey Amat, contesto:
Vuestra Curia diligente,
ilustres seiiores, fragua
un claro paseo de agua
que hara el ingenio corriente.
Para obra tan eminente
convite llegue a tener;
pero no llego a ofrecer
por ser cosa irregular
que haya un ciego de pagar
lo que no es capaz de ver.
A esta -decima contesto un franciscano con ia siguiente:
Pudiste haber ofrecido aunque vista te faltara,
pues del agua es cosa clara
que tambiea divierte el ruido.
Gozando tu del oido,
tu disculpa solo fue
por no dar nada, pues que
pudo tu paternidad
haber dado la mitad
que ofrecio aquel que oye y ve.
En elogio de un vendedor de canela apellidado Besares, dijo el Ciego de la Merced:
Permita el cielo estrellado que, en tus dares y tomares, a rica canela sepa la boca que tu . . . besares.
70 TRADICIONES
Pasemos a una improvisacion reltgiosa:
De un sacerdote prolijo la misa vengo de oir, que bien se pudo imprimir en el tiempo que la dijo; mas no por esto me aflijo ni digo estuve impaciente en acto tan reverente, pues, en el tiempo que echo, no solo a Dios consumio sino tambien a la gente.
A un pobre diablo que solicitaba la plaza de abandcrado en un regimiento:
Pretendes una bandera y es cosa que me da risa, pues quien no tiene camisa no ha menester la . . \^ndera.
Corren de fray Francisco del Castillo multitud de impro- visaciones un tanto libres. De ellas elejimos las menos pi- ca rescas.
Con motivo de estar embarazada una sirviente, sus patro- nes resuelven despedirla. He aqui la carta de retiro;
Mostrarme severo y vario con la criada conviene, porque he notado que tiene muchas faltas de ordinario. Yo la he pagado el salario fin ponerle en ello tasa; y si mi colera pasa a estremo de despedirla, sin querer verla ni oirla, es porque no para en casa.
Habiendole pedido una mujer medio real, el Ciego se lo remitio con la siguiente:
i
EL CI EGO DE LA MERCED 7 1
Uii medio per la manana fue causa de tu cuidado, y, aunque medio escarmentado, va el medio de buena gana. Y si tu remedio, Juana, es para pedirme medio, ahi va el medio sin remedio; porque, si he de remediarte, el medio tengo de darte por darte de medio a medio.
Revelando una niujer los deslices que con ella tuvo el le- go, este creyo oportuno reprenderla. Vease la manera co- mo lo hizo:
Dicha si no fuera dicha, dicha si fuera callada . . • ^no te basto ser lograda sino ser lograda y dicha? Oh que notable desdicha! Viene -de los pocos sabios que retornan con agravios el beneficio, y es mengua que tenga tan mala lengua quien tiene tan buenos labios.
Visitando un dia los claustros del convento un Oldor de la Real Audiencia, que era tuerto, se detuvo ante un cua- dro que representaba a Santa Lucia con un plato en la ma- no, sobre el cual se hallaban los ojos que el verdugo habia sacado a la Santa. El Oidor exijio a nuestro poeta ciego que improvisase algo y, he aqiii como salid fray Francisco del compromiso:
Gloriosa santa Lucia;
pues gozas de preeminencia,
dame un ojo para mi
y otro para su excelencia.
Habiendo dona Lucia de la Presa, esposa de don Gas- par de la Puente, derribado con un tiro de escopeta a un pajaro que estaba en un arbol, improviso el padre Castillo la siguiente:
72 TRADICIONES
Esta Diana encantadora, cuyo tiro se ha logrado, consiguio haberse casado solo por ser cazadora; y aun siendo la triunfadora, en su notable destreza Caspar es quien se interesa; pues cuando con bizarria el tiro fue de Lucia, fue dc don Caspar la presa,
Dandosele por pie forzado San Gerbnimo esmvjer — sifina icbmo no amais? — nunca hizo Dios cosa buena — rente go de
Dios cierno — la Virgen fue grande — Dios y el diablo en
un cosiaL.AVCi^xo\\^b las coplas que pasamos a coptar, en todas las que se revela la travesura e ingenio del poeta:
Pechos en camisas hechos mujeres saben romper; y en esto de romper pechos san Ceronimo es mujer.
Si Serafina os llamais vuestro nombre no entendeis. Si cera ^como no ardeis? Si iina ^como no amais?
De la una para las dos venis a tentar mi vena... Si todas son como vos, nunck hizo Dios cosa buena.
Yo conquiste una judia debajo de un arbol tierno, donde siempre repetia reniego de Dios eterno.
EL CIEGO DE LA MERCED 73
A un soldado pregunto una mujer disoluta: ^cual fue la que no peco? Y el soldado contesto: la Virgcn fue, grande . .
Siendo Dios el Sumo Bien y el demonio el sumo mal ^como podran estar bien Dios y el diablo en un costal?
En momentos en que el reloj de San Pedro, convento de los jesuitas, daba los tres cuartos para las tres, dijo el ciego, respondiendo a un curioso que le preguntaba la hora:
Tres cuartos para las tres ha dado el reloj vecino, y lo que me admira es que, siendo reloj teatino, de cuartos sin interes.
A los que ignoran quien es el autor de muchas coplas li- cenciosas que corren en boca del pueblo, nos bastara indi- carles que son del padre Castillo las siguientes:
Cierta niiia de un lugar
latin se puso a aprender • • • etc.
Aquel cuento jvoto a tal I
de dos modos lo he entendido . . . etc.
El chivato de Cimbal . . . etc.
Si lo dije ya lo dije; si lo dije, dije mal; etc.
10
74 TRADICIONES
Sensible es que la juguetona musa de nuestro compatriot ta, haya imitado muchas veces la inmunda y obscena inspi- racion de Batachi, sin que el habito religiose que vestia fuese bastante a apartarlo de tan mal camino. Pc^ro que mucho si tambien Quevedo se extravio, malgastando su eii- vidiable numen en jacaras y romances que, a pesar de los siglos que sobre ellos ban pasado, conservan fresco un re- pugnante olor a lupanar? Si entre las improvisaciones que hemos reproducido integras hay algunas en que resalta ese vicio, seanle perdonadas al poeta, en gracia de la chispa con que estan ejecutadas. Mas que un estudio sobre el padre Castillo hemos hecho una compilacion de versos que, acaso sin nuestro oportuno auxilio, no habrian encontrado mano salvadora que los librase del olvido, pena reservada a cc- pleros de tres en libra; pero de la que no era merecedor el ingenioso Ciego de la Merced.