El cerdo, el carnero y la cabra
Poco antes de morir el corderillo Lame alegre la mano y el cuchillo Que han de ser de su muerte el instrumento, Y es feliz hasta el último momento. Así, cuando es el mal inevitable, Es quien menos prevé más envidiable. Bien oportunamente mi memoria Me presenta al Lechón de cierta historia. Al mercado llevaba un carretero Un Marrano, una Cabra y un Carnero. Con perdón, el Cochino Clamaba sin cesar en el camino: «¡Ésta sí que es miseria! Perdido soy, me llevan a la feria.» Así gritaba; mas ¡con qué gruñidos! No dio en su esclavitud tales gemidos Hécuba la infelice. El carretero al gruñidor le dice: «¿No miras al Carnero y a la Cabra, Que vienen sin hablar una palabra?» «¡Ay, señor, le responde, ya lo veo! Son tontos y no piensan. Yo preveo Nuestra muerte cercana. A los dos por la leche y por la lana Quizá no matarán tan prontamente; Pero a mí, que soy bueno solamente Para pasto del hombre... no lo dudo: Mañana comerán de mi menudo. Adiós, pocilga; adiós, gamella mía.» Sutilmente su muerte preveía. Mas ¿qué lograba el pensador Marrano? Nada, sino sentirla de antemano. El dolor ni los ayes es seguro Que no remediarán el mal futuro.